L D (Agencias) Argentina se desquitó de las dos derrotas sufridas ante su máximo rival sudamericano en 2004, el 3-1 del partido de la primera ronda del torneo clasificatorio y la final de la Copa América de Perú, que los brasileños ganaron en una tanda de penaltis. Dispuesta a alcanzar la clasificación frente al rival más exigente de la competición, la selección argentina obtuvo amplia ventaja en el marcador antes de que Zé Roberto y Emerson empezaran a leer el partido en la mitad del campo.
La premisa de "quitarle la pelota" a los brasileños, comentada casi a coro por los futbolistas albicelestes durante los días previos, se cumplió al pie de la letra en el primer tramo del choque y produjo resultados inmediatos. De los pies de Riquelme, que puso al público de pie durante buena parte del partido con sus demostraciones de calidad, nació el primer gol. Aprovechó la lentitud de Brasil, cedió el balón a "Lucho" González y éste dejó solo frente al portero Dida al punta Hernán Crespo, que a los 4 minutos abrió el marcador con un violento remate.
En Brasil no entraban en acción Ronaldinho y Kaká, seguidos de cerca por Mascherano y Sorín, por lo que Adriano y Robinho quedaban lejos de cualquier posibilidad ofensiva. Riquelme volvió a brillar a los 18 minutos. Tras descompensar a una defensa brasileña estática y dejarla fuera de foco con un regate, remató de zurda a la derecha del sorprendido Dida y anotó el segundo tanto argentino. El domino argentino durante los primeros 20 minutos fue absoluto y a partir de ese momento los brasileños recuperaron la pelota mientras que los locales dieron muestras de haber sentido el esfuerzo y se retrasaron en el campo.
Pero el primer tiempo tenía reservada otra sorpresa para los muchachos de Carlos Alberto Parreira. A los 40 minutos Riquelme habilitó a Saviola desde el corner, éste dio un giro sobre sí mismo y asistió de manera impecable a Crespo, que remató de cabeza, anotó el tercer tanto y dejó a los defensas de Brasil mirándose entre sí. Los intentos de reacción de los brasileños, dependientes de los destellos de Ronadinho, chocaron contra alguna que otra rudeza defensiva argentina, lo cual calentó el partido.
Brasil puso una pizca de aceite a su engranaje creativo en la segunda parte, Kaká entró en contacto con el balón con mayor frecuencia y Argentina, apurada por las circunstancias, dio poco juego a Riquelme y perdió consistencia. En un cuarto de hora los brasileños llegaron cinco veces con peligro a los dominios de Abbondanzieri, sin que el equipo local pudiera mantener el balón en su poder. Los argentinos se retrasaron en exceso y salieron a cortar el juego en los límites de su área, frente a un rival revitalizado.
La lógica indicaba que Brasil iba a descontar de un momento a otro su desventaja en el marcador y a los 71 lo logró con un tiro libre de Roberto Carlos. Argentina había deshabitado el centro del campo, sufrió más de la cuenta y el campeón del mundo mejoró en la elaboración de juego con la salida al campo de Renato por Robinho. Adriano estrelló un balonazo en un poste a los 83 minutos y la reacción albiceleste no se producía. Las dos partes del partido parecieron de jornadas distintas. Argentina ganó la primera con amplitud y Brasil dominó a voluntad la segunda, aunque con escasa efectividad.
La premisa de "quitarle la pelota" a los brasileños, comentada casi a coro por los futbolistas albicelestes durante los días previos, se cumplió al pie de la letra en el primer tramo del choque y produjo resultados inmediatos. De los pies de Riquelme, que puso al público de pie durante buena parte del partido con sus demostraciones de calidad, nació el primer gol. Aprovechó la lentitud de Brasil, cedió el balón a "Lucho" González y éste dejó solo frente al portero Dida al punta Hernán Crespo, que a los 4 minutos abrió el marcador con un violento remate.
En Brasil no entraban en acción Ronaldinho y Kaká, seguidos de cerca por Mascherano y Sorín, por lo que Adriano y Robinho quedaban lejos de cualquier posibilidad ofensiva. Riquelme volvió a brillar a los 18 minutos. Tras descompensar a una defensa brasileña estática y dejarla fuera de foco con un regate, remató de zurda a la derecha del sorprendido Dida y anotó el segundo tanto argentino. El domino argentino durante los primeros 20 minutos fue absoluto y a partir de ese momento los brasileños recuperaron la pelota mientras que los locales dieron muestras de haber sentido el esfuerzo y se retrasaron en el campo.
Pero el primer tiempo tenía reservada otra sorpresa para los muchachos de Carlos Alberto Parreira. A los 40 minutos Riquelme habilitó a Saviola desde el corner, éste dio un giro sobre sí mismo y asistió de manera impecable a Crespo, que remató de cabeza, anotó el tercer tanto y dejó a los defensas de Brasil mirándose entre sí. Los intentos de reacción de los brasileños, dependientes de los destellos de Ronadinho, chocaron contra alguna que otra rudeza defensiva argentina, lo cual calentó el partido.
Brasil puso una pizca de aceite a su engranaje creativo en la segunda parte, Kaká entró en contacto con el balón con mayor frecuencia y Argentina, apurada por las circunstancias, dio poco juego a Riquelme y perdió consistencia. En un cuarto de hora los brasileños llegaron cinco veces con peligro a los dominios de Abbondanzieri, sin que el equipo local pudiera mantener el balón en su poder. Los argentinos se retrasaron en exceso y salieron a cortar el juego en los límites de su área, frente a un rival revitalizado.
La lógica indicaba que Brasil iba a descontar de un momento a otro su desventaja en el marcador y a los 71 lo logró con un tiro libre de Roberto Carlos. Argentina había deshabitado el centro del campo, sufrió más de la cuenta y el campeón del mundo mejoró en la elaboración de juego con la salida al campo de Renato por Robinho. Adriano estrelló un balonazo en un poste a los 83 minutos y la reacción albiceleste no se producía. Las dos partes del partido parecieron de jornadas distintas. Argentina ganó la primera con amplitud y Brasil dominó a voluntad la segunda, aunque con escasa efectividad.