LD (Efe) Un gran gol del jugador del Benfica Ángel di María transformó en un oro olímpico, el segundo consecutivo, la suerte hoy de Argentina que ganó tras sufrir, y mucho, ante una impetuosa selección nigeriana merecedora de mejor ventura tras su monólogo en la segunda parte.
Sin embargo, Nigeria salió al partido mucho más cautelosa que audaz, mientras su rival sólo vivía de Lionel Messi. El encuentro estaba muy lejos de ser "un festival" de fútbol. Comenzó frío, como contagiado por el ambiente en las gradas que era puro hielo y que contrastaba con una temperatura ambiente asfixiante.
Cada vez que los nigerianos llegaban amenazaban por la derecha, con Sani Kaita, y cada vez que intentaba golpear Argentina buscaba a Leo Messi entre líneas. Sigue faltando en la albiceleste una referencia arriba, ya que Sergio "Kun" Agüero no es un ariete nato y Messi no siempre puede hacer la jugada de su vida para zanjar los "atascos" que a veces se generan en su equipo.
A los veinte minutos se reclamó un penalti sobre el jugador de Barcelona y, muy poco antes, Juan Román Riquelme había lanzado una falta "al limbo". Esas fueron las únicas noticias ofensivas junto a un testarazo del jugador del Lokomitv Odemwinge, lo más peligroso de Nigeria antes de cumplirse los veinticinco minutos.
El partido se presentaba tedioso y aburrido, mas aún, parecía hueco. De fútbol, nada. Gago simulaba incomodidad y el mejor futbolista nigeriano, el jugador del Chievo italiano Obinna, no entraba en calor. Paradójico al menos, ya que el calor estaba aplanando a todos, de hecho a la media hora hubo una huida masiva hacia los banquillos para reponer líquidos. Una falta en la divisoria fue la excusa.
Promisse Isaac, en el minuto 42, tuvo una oportunidad de oro para las "Águilas Verdes" que acabaron la primera parte siendo un equipo más rápido, más vertical, más solvente y mucho más amenazador de lo inicialmente previsto. Un disparo de Di María fue lo mejor hasta entonces, cuando la primera parte ya agonizaba. Vanzekin hizo una parada extraordinaria y el 0-0 permaneció inalterable al descanso. Los dos equipos habían "vagabundeado" por el campo bajo un calor que perjudicó a ambos y, sobre todo, al espectáculo que no tuvo un solo resquicio por el que asomarse en todo el primer tiempo.
En la segunda mitad, Nigeria parecía mucho más vigorosa. Y lo fue. Argentina sufría y ya lo fiaba todo a una prestidigitación de Lionel Messi, pero sólo hubo una y sin consecuencias (min. 49). Todo hacía indicar que Nigeria estaba más cerca de colgarse el oro y que podría consumar un "nidazo" contra todo pronóstico. En ese momento, apareció el jugador del Benfica Ángel Di María para resolver con un toque magistral y sutil un pase de Messi. El extremo zurdo "picó" el balón por encima del portero y consiguió uno de los goles más espectaculares del torneo.
Nigeria se fue arriba y pudo empatar, debió hacerlo si Obinna y Odemwinge hubieran estado más acertados. Aprovechando la salida al campo de Epko, el partido se volvió a parar para ingerir líquidos. Faltaban veinte minutos y los jugadores estaban con la gasolina justa. Hasta los africanos, teóricamente más acostumbrados al calor.
Sin embargo, Nigeria gobernó el medio campo y apretó el cuello a Argentina, que sólo respiraba cuando Messi tomaba el balón y salía al contragolpe. Era Leo contra todos y semejante batalla, tan desigual, estuvo a punto de darle un tanto a la albiceleste (min. 81), pero era Nigeria la que estaba opositando a su minuto gloria.
En la segunda mitad, Nigeria parecía mucho más vigorosa. Y lo fue. Argentina sufría y ya lo fiaba todo a una prestidigitación de Lionel Messi, pero sólo hubo una y sin consecuencias (min. 49). Todo hacía indicar que Nigeria estaba más cerca de colgarse el oro y que podría consumar un "nidazo" contra todo pronóstico. En ese momento, apareció el jugador del Benfica Ángel Di María para resolver con un toque magistral y sutil un pase de Messi. El extremo zurdo "picó" el balón por encima del portero y consiguió uno de los goles más espectaculares del torneo.
Nigeria se fue arriba y pudo empatar, debió hacerlo si Obinna y Odemwinge hubieran estado más acertados. Aprovechando la salida al campo de Epko, el partido se volvió a parar para ingerir líquidos. Faltaban veinte minutos y los jugadores estaban con la gasolina justa. Hasta los africanos, teóricamente más acostumbrados al calor.
Sin embargo, Nigeria gobernó el medio campo y apretó el cuello a Argentina, que sólo respiraba cuando Messi tomaba el balón y salía al contragolpe. Era Leo contra todos y semejante batalla, tan desigual, estuvo a punto de darle un tanto a la albiceleste (min. 81), pero era Nigeria la que estaba opositando a su minuto gloria.
El empate no llegó porque el fútbol tiene algo de aleatorio y hoy los astros estaban con Argentina, que se toma la revancha de la final de Atlanta 96. Aquel día hubo más espectáculo, pero el oro de Pekín vale lo mismo.