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Alfonso pone fin a su etapa como verdiblanco después de ocho temporadas

El delantero Alfonso Pérez Muñoz afronta el final de una etapa en el Betis, donde ha estado un total de ocho campañas, tras culminar la temporada con el broche de oro de la Copa del Rey. El jugador getafense acaba contrato con el club verdiblanco el 30 de junio, al final de una campaña en la que tampoco se prodigó demasiado y tras pasar un calvario de lesiones en las anteriores.

L D (EFE) En declaraciones a la página web del Betis, Alfonso destaca su satisfacción por el final de temporada -"pocos podíamos imaginar ganar la Copa y meternos en la Champions"-. "Está claro que me hubiera gustado participar más en el equipo, pero lo importante es el club y este título es importantísimo", añade. Dice que ganar este título le quitó en cierta medida la "espinita" de la Copa del Rey perdida en 1997: "Perder frente al Barcelona nos dolió a todos, sobre todo por la afición que disfrutó con el juego del equipo".

El delantero madrileño dice tener buenos recuerdos de su estancia en Sevilla y añade que "salvo las lesiones que me han impedido disfrutar más del fútbol, mi estancia en Sevilla ha sido maravillosa, dejo un club que siempre llevaré en el corazón, una ciudad extraordinaria a la que seguiré viniendo y buenos amigos con los que he disfrutado en estos años inolvidables". De su futuro, avanza que "de momento quiero disfrutar de las vacaciones y cuando me lleguen las propuestas del extranjero o de aquí ya decidiré lo mejor; lo que sí quiero es seguir jugando" y se despide de su afición deseando a los béticos "lo mejor del mundo".

El ariete internacional de Getafe logró marcar época en el Betis a la altura de míticos jugadores como Esnaola o Gordillo, y su validez anotadora popularizó en la afición el ripio "qué bonitos, qué bonitos son los goles de Alfonsito". Nacido el 29 de septiembre de 1972, Alfonso debutó con el Real Madrid en la campaña 1990-91, en el Santiago Bernabéu ante el Zaragoza (2-0), cuando tenía sólo 18 años y se perfilaba como el sucesor del mítico Emilio Butragueño.

Tras ganar una Liga, una Copa, dos Supercopas y el oro olímpico en los Juegos de Barcelona de 1992, el delantero madrileño fue "un regalo" que en 1995 hizo el presidente bético, Manuel Ruiz de Lopera, a su entonces técnico, Lorenzo Serra Ferrer. Alfonso llegó por primera vez al Betis en la temporada 1995-96, cedido tras la gestión de Ruiz Lopera con Ramón Mendoza, entonces presidente madridista, por 350 millones de pesetas. Al final de esa temporada lo "repescó" el Real Madrid, pero su vuelta a la capital de España fue efímera, pues tras unos días a las órdenes del técnico italiano Fabio Capello, Ruiz Lopera cumplió una de sus frases lapidarias: "Si Alfonso se va a Madrid en el AVE de las dos, volverá en el de las cuatro".

En sus dos primeras campañas con la camiseta verdiblanca Alfonso marcó 12 y 25 goles y en las tres siguientes descendió a diez, dos y diez tantos respectivamente. Sin embargo, en agosto de 2000 Alfonso fue traspasado al Barcelona, a petición de su "valedor" Serra Ferrer, por unos 2.200 millones de pesetas, cantidad mucho menor que la reflejada en su cláusula (8.000 millones). El Alfonso de entonces era un jugador que se había convertido en ídolo de la afición verdiblanca, aunque había ido de menos a más en un equipo que acababa precisamente de descender a Segunda División.

Pese a ser una apuesta personal de Serra Ferrer, algunas lesiones y la dura competencia existente en la delantera del Barcelona hicieron que el ex bético no acabase de confirmar las expectativas que había generado. En el club azulgrana estuvo las campañas 2000-01 y 2001-02, sólo logró dos goles en la primera de ellas -con 17 partidos de liga jugados- y en la 2001-02, tras disputar sólo cuatro partidos, fue cedido al Olympique de Marsella francés, donde logró cuatro tantos. En la temporada 2003-04, Alfonso volvió al club "del manque pierda", en calidad de cedido pero entonces las lesiones empezaron a cebarse en el delantero y ensombrecieron su retorno.

Ya en octubre de 2002 sufrió una fractura en la cortical del hueso calcáneo y una microrrotura del tendón de Aquiles izquierdo, que le apartó de los campos de fútbol durante más de tres meses y rompieron una de sus habituales buenas rachas. A finales de ese año sufrió una lesión en el tendón de Aquiles, con recaídas, de la que fue operado, y luego tuvo problemas de tobillo que interrumpieron su juego hasta enero de 2004.

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