Martes 28 de agosto de 2007. Cuatro y media de la tarde. A esa hora, el Hospital Virgen del Rocío de Sevilla daba a conocer la muerte de Antonio Puerta como consecuencia de los daños cerebrales y "multiorgánicos" provocados por las paradas cardiorrespiratorias que sufrió tres días atrás, después de desplomarse sobre el césped del Sánchez Pizjuán en pleno partido ante el Getafe (4-1), correspondiente a la primera jornada de la Liga 2007/08.
El futbolista se había desvanecido el sábado 25 de agosto en dos ocasiones, primero sobre el césped y luego en el vestuario. Primero, tuvo que ser sustituido a la media hora de partido –en su lugar entró el hoy malaguista Duda– y luego, en la caseta, se llegó a atragantar con su propia lengua. Los servicios médicos del club lograron recuperar sus constantes vitales gracias al desfibrilador y decidieron evacuarlo en ambulancia.
Antonio Puerta estuvo ingresado en el Hospital Virgen del Rocío durante unas 60 horas hasta que su cuerpo no logró resistir más. La noticia de la muerte de ese joven futbolista de 22 años, conocido en el sevillismo como La Zurda de Diamante y que pasó a la historia como el autor, en abril de 2006, del "gol que cambió nuestras vidas" –un golazo al Schalke 04 en semifinales de la Copa de la UEFA–, supuso un auténtico mazazo en el fútbol español. Para añadir más dramatismo aún al caso, poco después se supo que su novia, María del Mar Roldán, estaba embarazada de ocho meses.
Tras la de Pedro Berruezo en 1973, la de Puerta fue la segunda muerte de un futbolista del Sevilla con las botas puestas, aunque su trascendencia, en plena época de éxitos y títulos, fue todavía mayor.
Aquel 28 de agosto de 2007 estaba previsto que el Sevilla disputase la vuelta de la ronda previa de la Champions contra el AEK, por lo que el equipo se encontraba concentrado en Atenas cuando recibió la fatal noticia. Lógicamente, el partido se aplazó y la expedición sevillista regresó de Grecia para llegar directamente al Ramón Sánchez-Pizjuán, donde fue instalada la capilla ardiente con el cuerpo del malogrado compañero, considerado como uno de los mejores zurdos del fútbol español.
El entierro del futbolista en el cementerio de San Fernando al día siguiente fue una multitudinaria manifestación de dolor y homenaje al jugador de Nervión, que unió a las aficiones de Sevilla y Betis. Todo el fútbol sevillano, andaluz, español y mundial se unió al dolor que sufrió la familia sevillista en aquellas dramáticas horas. Inolvidable, por emotiva y tremenda, fue la salida del féretro bajo el mosaico del Sánchez Pizjuán portado por sus compañeros. Una imagen que sin duda dio la vuelta al mundo y hoy aún sigue poniendo los pelos de punta.