Inteligencia y contundencia en los últimos metros han sido las armas que utilizó Alejandro Valverde (Movistar) para ganar su segunda etapa de la Vuelta, disputada entre Lérida y la Collada de la Gallina, de 174,7 kilómetros, en la casa de Purito Rodríguez (Katusha), quien ha sido segundo y ha mantenido el maillot rojo.
Alejandro volvió a ser magno. Conquistó el Santuario de Arrate, y en el de Canolich volvió a probar el manjar de la victoria. Iluminado por su punta de velocidad, el marcaje a Purito y los consejos del corredor catalán, "que era el que mejor conocía el terreno", volvió al podio, de donde bajó además con el maillot de puntos azules de la montaña.
Balaverde arruinó la fiesta a Purito y relegó al tercer puesto a Alberto Contador, que había atacado en el último kilómetro y no pudo culminar. El británico Chris Froome fue el derrotado en el póquer de favoritos, pero solo perdió 15 segundos en meta.
Espectáculo de los grandes
Los artistas principales volvieron a escena y dejaron claro que la Vuelta es cosa de cuatro, todos concentrados en 50 segundos en la general. Purito aguantó de rojo, pero mirando al futuro admite su déficit contrarreloj respecto a los rivales. Le sigue Froome, un corredor excesivo, quien no supo regular el ritmo en el ascenso final y lo pagó con un mal menor.
Contador cierra el podio provisional a 40 segundos. El madrileño hizo la subida junto a Froome, su rival a marcar, y soltó un zarpazo a un kilómetro de la cima, pero resultó insuficiente. Se quitó a Froome, pero de momento no logra abrir las diferencias deseadas. Junto al inglés es el más fuerte contra el crono, y con la montaña que resta, ambos están llamados a disputarse la Vuelta.
Pero Alejandro Valverde sigue ahí. Acabó el Tour con ganas de Vuelta y de momento, a pesar de la caída camino de Valdezcaray, está cerca del liderato. Ha cumplido con dos etapas y la incógnita se halla en la respuesta que pueda ofrecer la tercera semana.
La Vuelta entró en territorio Purito con adelanto. El viento ayudó a dar pedales: 52 kilómetros en la primera hora. Seis hombres pasaron al frente por la Seu D'Urgell y entraron en Andorra con 5 minutos de adelanto. Ramírez Abeja (Andalucía), el habitual Javier Aramendía (Caja Rural) Cameron Meyer (Orica), Amael Moinard (BMC), Mickael Buffaz (Cofidis) y Matijn Keizer (Vacansoleil). Mal día para para sorpresas, pues el pelotón volaba con el Sky ya en labores de caza desde lejos.
Y además el líder llegaba en casa, a sus dominios, al lugar donde se pone a punto para subir puertos. Sus informes ayudaron a la organización para meter la Collada de la Gallina en el libro de ruta. Como aperitivo el Alto de la Comella (2a, km 158), por donde la avanzadilla cruzó con 2.30 minutos. El australiano Richie Porte se encargó de avivar el ritmo, preparando el asalto al feudo del maillot rojo, quien definía el puerto de "una especia de Mortirolo".
La cita no defraudó las expectativas. La escapada pasó a la historia con el australiano Meyer como último superviviente. Ya estaba organizada la gresca entre los jefes de la general. Los últimos 7 kilómetros,a una media del 8 por ciento, fueron espectaculares.
Un final de infarto
La subida no ofreció respiro. Así suele ser cuando lo ordena el Sky, que vive soltando órdagos, algunos demasiado increíbles. "Me dijo Purito que a esa marcha no podrían aguantar hasta meta", comentó Valverde. Gran dato procesado por el murciano, quien junto al catalán se iba aprovechando del marcaje Froome-Contador.
Fue Valverde precisamente el primer en demarrar a 2,8 de meta, maniobra que dejo a los cuatro elegidos. Pero lo intentaron todos, como si se tratara de una partida de mus, faroles incluidos, informa EFE. Salió Froome después, en un punto clave, cuando iban a empezar las rampas más duras.
El inglés, que no tuvo licencia, seguía haciendo de locomotora, incansable, desmesurado en el esfuerzo. Volvió a levantarse en el último kilómetro respondiendo a Purito, pero finalmente fue Contador quien abrió hueco, no más de 80 metros. Insuficiente para el de Pinto, que no acaba de pegar en la diana. Tenía la victoria en la mano, pero faltaba la última carta de Valverde. El comodín ganador. Gracias a Purito. Eternamente agradecido.
El domingo se disputa la novena etapa entre Andorra y Barcelona, de 196,3 kilómetros.