La selección española de fútbol está fuera de los Juegos Olímpicos antes incluso de concluir la primera fase. Así de cruel, pero así de cierto. Había que ganar sí o sí a Honduras, un rival a priori inferior, pero el mal juego primero, la mala fortuna después, y los excesivos nervios finalmente terminaron por lograr lo que parecía imposible. Que una de nuestras mayores bazas para lograr una medalla se marchara a casa prematuramente.
Y sucedió básicamente porque España nunca estuvo en los Juegos. Tan de favorita llegaba a la cita, que cuando se quiso dar cuenta, ya era demasiado tarde. Ante Japón se rozó el ridículo. Pero era el primer partido. Había margen de mejora. O eso pensábamos todos. Todos, menos los futbolistas, porque esta noche en el St. James' Park de Newcastle saltaron igual que ante los nipones el jueves.
Bengston, a los ocho minutos, aprovechó la caraja de los de Milla para adelantar a Honduras, una selección que ni siquiera soñaba con lograr la proeza. España, lejos de reaccionar, se vino abajo. El centro del campo era un cortocircuito. Arriba, ni Adrián ni Muniain aparecían. Sólo Mata, en el tramo final, se atrevió con probar algo, pero sin demasiada fortuna.
Con ese resultado, 0-1, se llegó al descanso. Se esperaba un vendaval español, pero nada más lejos de la realidad. Ni siquiera el hecho de que ese marcador les dejara fuera –tras el 1-0 de Japón ante Marruecos horas antes– provocó la reacción española. Antes al contrario, Espinoza, con un soberbio cabezazo, pudo sentenciar el choque, pero el balón se estrelló en la madera.
Sólo entonces España se dio cuenta de que estaba contra las cuerdas, y se lanzó al ataque. A la desesperada. Faltaba media hora. Pero entoncess, como suele ocurrir en este tipo de situaciones, la fortuna no acompañó. Mendoza, el guardameta, se erigió en héroe hondureño y enemigo español. Y cuando no estuvo él, aparecieron los palos. Hasta tres remates de los nuestros se toparon con ellos.
Para terminar de darle épica, el colegiado se tragó un clamoroso penalti sobre Rodrigo en el último minuto. Un gol hubiera mantenido a España con vida para el tercer partido. Pero no. No se le quiso conceder una oportunidad que, quizá, no merecía. Algunos buscarán ahí la excusa de la eliminación. Al fin y al cabo, es lo que se ha hecho siempre. Y no se reparará en que de 180 minutos, la selección sub'23 sólo ha jugado bien treinta; que la actitud nunca fue la adecuada para la competición; que la superioridad que se les presuponía a los jugadores –y que sin duda tenían– nunca quedó demostrada.
Fue todo, los palos, el penalti, las protestas, la manera de marcharse prematuramente a casa... tan parecido a lo que nos había hecho vivir la selección española de fútbol durante toda la vida, que a uno le volvieron a entrar los sudores fríos. Inmediatamente, por fortuna, volvió a la cabeza que no, que España es la campeona del mundo y de Europa. Y que eso es lo que importa.
Ficha técnica
España, 0: De Gea; Montoya, Botía, Domínguez, Jordi Alba; Javi Martínez (Tello, m.83), Koke (Herrera, m.46), Isco (Rodrigo, m.67); Mata, Adrián y Muniain
Honduras, 1: José Mendoza; Arnold Peralta, José Velasquez, Johnny Leveron, Maynor Figueroa; Andy Najar (Alfredo Mejía, m.57), Luis Garrido, Roger Espinoza (Orlín Peralta, m.72), Wilmer Crisanto; Mario Martínez y Jerry Bengtson (Antony Lozano, m.81)
Goles: 0-1, m.8: Bengtson
Árbitro: Juan Soto (Venezuela). Mostró tarjeta amarilla a los españoles Javi Martínez, Montoya, el portero reserva Mariño, Tello, Muniain, Mata y Botía; y a los hondureños Espinoza, Arnold Peralta, Mendoza, Garrido, Leverón y Mejía
Incidencias: Más de media entrada en el St James' Park, de Newcastle. Segundo partido de la segunda jornada del Grupo D