Todos los focos apuntaban a Mark Cavendish. El mejor esprinter del mundo era el gran favorito para hacerse con el oro. Sólo había una opción de que no se coronara en casa: que un grupo de calidad rompiera la carrera a falta de pocos kilómetros. Y sucedió. Y Cav no ganó. Pero tampoco lo hizo ninguno de los nuestros, que se encontraron con una magnífica oportunidad que no supieron resolver.
Con un recorrido de250 kilómetros, que arrancaba y concluía en las inmediaciones del Palacio de Buckingham, los británicos trataron desde el comienzo de controlar la carrera con el claro objetivo de forzar una llegada masiva. Para ello también contaron con la colaboración de los alemanes, que veían en Greipel otra gran opción. Y es que no hay que olvidar que en esta carrera no sólo valía el triunfo, también había en juego una plata y un bronce.
Pero a falta de unos 30 kilómetros un grupo formado por 32 ciclistas logró escaparse. Aunque parecía complicado, el pelotón ya nunca iba a alcanzarles. El nivel de los escapados era alto; ciclistas de la talla de Vinokourov, Kreuziger, Fuglsang, Gilbert, Cancellara o Chavanel se encargaron de imponer un ritmo altísimo. Ahí estaban también dos de nuestras mejores bazas, Valverde y Luis León Sánchez, dos consumados especialistas en este tipo de situaciones. Aunque quién más tiro del grupo, completando una carrera sencillamente sensacional, fue el joven Castroviejo.
Cuando ya los ciclistas comenzaban a buscar sus posiciones para afrontar los últimos kilómetros, de regreso al bello circuito londinense, Cancellara, el gran favorito al oro en esos momentos, se fue al suelo. El suizo cometió un error impropio de su categoría, y puede haber dicho adiós no sólo a la carrera de hoy, sino también a la contrarreloj del miércoles.
Poco después se produjo la fuga del kazajo Vinokourov y del colombiano Rigoberto Urán. Nadie se decidió a seguirles, y poco a poco el dúo fue poniendo tierra de por medio. Ellos se iban a disputar el triunfo. El ciclista de Astana se aprovechó en los últimos metros de un pequeño error del colombiano, y ganó con comodidad el oro. Urán se lamentó al cruzar la línea, pero poco después declaró que era un sueño que se había hecho realidad.
Por detrás, nadie pudo o nadie supo saltar. Se esperaba algo más tanto de Luisle como de Valverde, pero ninguno reaccionó. "No nos hemos entendido", dijo el primero; "era una situación complicada", aseguraba el segundo. Sea como sea, la medalla de bronce se decidió al esprint, y el éxito le llegó al noruego Alexander Kristoff.
Contra todos los pronósticos, el oro no fue para Mark Cavendish. Desgraciadamente, y a pesar de que la carrera se puso idónea, tampoco hubo ninguna presea para los nuestros. Toca seguir esperando.