El suizo Roger Federer ha destronado en las semifinales de Wimbledon al vigente campeón, el serbio Novak Djkovic, por 6-3, 3-6, 6-4 y 6-3, en dos horas y 19 minutos, y optará el domingo al número uno del mundo y a su séptimo título en el All England Club.
Federer, primer tenista en la historia que disputará ocho finales de Wimbledon, desgastó las líneas de la pista central, cubierta por la lluvia, para frenar el avance de un tenista en estado de gracia en los últimos tiempos, finalista en seis de los últimos siete grandes torneos que se han disputado, pero que hoy cometió demasiados errores para ganar.
En la final, en la que se medirá al británico Andy Murray, cuarto cabeza de serie del torneo, que se ha impuesto a Jo-Wilfred Tsonga, el suizo tendrá la oportunidad de desbancar a Djkovic del número uno del ránking e igualar a sus 30 años el récord del estadounidense Pete Samparras, que acumuló 286 semanas al frente de la clasificación de la ATP.
La dificultad para defenderse sobre el césped de la central del All England Club, ya desgastado por las casi dos semanas de torneo, se hizo evidente en los primeros juegos del duelo, en los que ambos oponentes explotaban su saque y los intercambios concluían a los pocos golpes.
En una jornada fría y lluviosa al suroeste de Londres, que obligó a desplegar el techo retráctil de la pista para evitar parones en el juego, fue Federer el primero en aclimatarse a un escenario en el que ha disputado siete finales, de las que solo ha perdido una (la que le arrebató en 2008 el español Rafael Nadal tras casi cinco horas de juego).
Djokovic no parecía preocupado por haber dejado escapar la primera manga en 24 minutos, y saltó a la hierba en la segunda dispuesto a discutirle el duelo a Federer. El serbio rompió el servicio de su adversario a las primeras de cambio, y Federer dejó escapar el segundo set.
El suizo tuvo la opción de discutirle el saque al número uno del mundo al inicio del tercero, pero terminó el juego cabizbajo ante la potencia de un Djokovic terco, convencido de cada uno de sus golpes. A sus 25 años, el serbio demostraba más capacidad física que Federer, a punto alcanzar los 31, si bien el suizo sabía echar mano de su juego elegante para, aparentemente sin esfuerzo, desquiciar a Djokovic en algunos puntos. Así lo hizo al final de la manga, cuando desequilibró el duelo al anotarse al resto el último juego ante un Djokovic que comenzaba a ver cómo se le escapaba el duelo debido en gran parte a sus propios errores.
Djokovic, nervioso y descentrado, fallaba demasiadas bolas, casi el doble que Federer, que no estaba dispuesto a desaprovechar esa oportunidad y volvió a ponerse por delante en una cuarta manga que resultó definitiva, pese a la resistencia del serbio.