Ernest Gulbis ha vuelto de repente a la primera línea del tenis. Su victoria del lunes ante Thomas Berdych supuso la primera gran sorpresa de Wimbledon. El letón acabó con el cabeza de serie número seis del torneo y finalista de 2010 con un triple 7-6 en la primera ronda.
A los amantes del tenis les sonará este apellido, aunque sus números estén muy alejados de los de cualquier jugador del top ten. En 2008, el letón llegó a cuartos de final de Roland Garros –perdió ante Novak Djokovic– y le quitó un set a Rafa Nadal en Wimbledon. Dos años después, en el Masters de Roma, consiguió eliminar a Roger Federer y poner en apuros a Nadal en semifinales. A partir de ahí desapareció.
Ahora, dos años más tarde, Gulbis aparece en Wimbledon como número 87 del ranking y elimina a Berdych. En tres años sólo ha ganado un partido de Grand Slam, en Estados Unidos ante el ruso Mikhail Youzhny. Y es que, como él mismo asegura, no necesita el tenis para comer.
Gulbis es hijo de un exjugador de baloncesto que, gracias al gas, se ha convertido en el tercer hombre más rico de Letonia. Según aseguran, Gulbis viaja en jet privado a los torneos y, obviamente, no necesita ganar la bolsa de premios para continuar viviendo a todo tren.
El letón es un jugador de mucho talento y un portento físico –mide 1,90–, pero de poco esfuerzo y mal temperamento. Pierde muy fácilmente los nervios y es fácil verle romper raquetas en las canchas de tenis.
Además, hace dos años, el tenista fue detenido en Estocolmo al requerir los servicios de una prostituta e incluso tuvo que pasar una noche en la cárcel. Gulbis vuelve ahora a la primera plana del tenis. Su siguiente rival será el polaco Janowicz. A ver qué cara muestra.