La música del compositor polaco Frederic Chopin ha servido para inaugurar la Eurocopa de Polonia y Ucrania, que arranca en Varsovia con el partido entre las selecciones polaca y griega, donde los locales aspiran a no decepcionar a su afición y Grecia sueña con repetir el milagro de 2004.
El pianista húngaro Adam Gyorgy fue el encargado de interpretar el Estudio en A menor (Opus 25, número 11) de Chopin, mientras los 55.000 espectadores que llenan hasta la bandera el flamante estadio Nacional de Varsovia aguardaban impacientes la salida de los 22 jugadores, en unas gradas inundadas de banderas rojas y blancas.
La ceremonia que inauguró la Eurocopa duró apenas 15 minutos, y ha sido diseñada por el productor Marco Balich, quien ya fue responsable de los espectáculos que abrieron y pusieron fin a los Juegos de Invierno de Turín 2006. Una colorida coreografía interpretada por cerca de 800 bailarines procedentes de 63 países acompañaron las notas de Chopin, entre los aplausos del público.
La inmensa mayoría de aficionados polacos hacen apenas inexistentes a los escasos hinchas griegos, ahogados por la marea de cánticos de los seguidores de Polonia, auténticamente volcados con su equipo al grito de Bialo-Czerwone (Blanco y rojo, en polaco), especialmente cuando sonó el himno local, interpretado por la coral de la universidad de Varsovia
Y tras la ceremonia llegó el pitido inicial del partido, a cargo del árbitro español Velasco Carballo, y con él el comienzo de la primera Eurocopa que tiene lugar en dos países excomunistas, un hecho histórico que ha merecido muchas críticas desde las principales ligas del continente, desde donde se ha cuestionado la preparación de Polonia y Ucrania para acoger un evento así.