Como si estuviera previsto, Pep Guardiola se despidió del banquillo del Barcelona frente al equipo contra el que conquistó su primer título, el Athletic de Bilbao. Y por supuesto no podía hacerlo de otra manera que con otro triunfo, con otro recital de juego, con otra copa que incluir en su brillante palmarés.
Los números desde que el de Sampedor llegara al club azulgrana son devastadores. Desde el 13 de agosto de 2008, un total de 178 victorias en 241 partidos oficiales. A todos sus rivales, a los 241, los superó en posesión de balón. A todos. Terminó con una media de un 68% sumando el total de los encuentros. En total, 638 goles a favor -2,65 de media por partido- y 212 en contra.
Además, fue el entrenador capaz de sacar lo mejor de Messi, modificándole la posición para la que supuestamente estaba hecho; y fue el artífice de las llegadas al primer equipo del Barcelona de Gerard Piqué, Pedro o Busquets, hoy futbolistas claves en la selección española campeona del mundo.
Para los puristas del fútbol, eso es más que suficiente. Para los resultadistas, 14 títulos en cuatro años. Tres Ligas (2009, 2010 y 2011), dos Copas de Europa (2009 y 2011), dos Copas del Rey (2009 y 2012), dos Mundialitos (2009 y 2011), tres Supercopas de España (2009, 2010 y 2011) y dos Supercopas de Europa (2009 y 2011).
En las siete finales a partido único sólo ha perdido una. La de la Copa del Rey de 2011 ante el Real Madrid. Precisamente, el rival que le ha impedido cumplir el pleno de cuatro ligas en cuatro temporadas desde la llegada de Guardiola. Algo que no hace sino dar aún más valor al campeonato conquistado por los de Jose Mourinho.
Ayer se cerró el ciclo dorado como comenzó, llevándose la Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao. Pero sobre todo quedó la sensación de que esto no termina aquí. Él mismo señaló después del partido que esto no es más que un punto y seguido. Se marcha Guardiola, pero queda el Pep Team.