Dicen que el maillot de líder da alas al que lo porta. Y para lo que queda de Giro de Italia, el dicho viene de lujo. Porque alas, muchas alas, y fuerza, mucha fuerza, va a necesitar Joaquim Rodríguez, el actual portador de la maglia rosa.
Caracterizado por ser un corredor de sangre caliente, ahora el de Parets del Vallés tendrá que contemporizar y vigilar. Porque con lo bien que le hemos visto en estas dos primeras semanas de Giro, el ciclista del equipo ruso Katusha se reafirma como gran candidato a ganar la corsa italiana. Medio minuto de distancia con el canadiense Hesjedal, que no debería ser peligroso. Pero las diferencias aumentan más si cabe con respecto a los otros grandes favoritos: Ivan Basso está a 1:22, Kreuziger a 1:26 y Scarponi a 1:36. Sin duda, los tres hombres a los que más debe vigilar. Él y su equipo.
Porque el Katusha no quería antes responsabilidades, ahora debe cogerlas. Será turno de que la Armada española dentro del conjunto ruso tome las riendas: Alberto Losada, Ángel Vicioso y Dani Moreno velarán por el rosa puro, el de Purito. Y son tres etapas las que hay que vigilar. El Giro descansa este lunes y vuelve el martes con una etapa de 173 kilómetros, con final en Falzes, todo en terreno ascendente con final en un duro repecho, propicia para una escapada con gente nada peligrosa. La siguiente sí que es un día que puede ser duro. Pero eso siempre depende del ánimo de los propios ciclistas. 186 kilómetros hasta llegar a Cortina D'Ampezzo, con cuatro puertos, dos de segunda categoría, y dos de primera, el Passo Duran, de 13 kilómetros al 7,8 por ciento de media, y el Passo Giau, 10 kilómetros al 9%, y cuya cima está a menos de 20 de meta. Algún valiente puede probar y atacar bajando.
Pero sobre todo, atentos ese día, 23 de mayo, al equipo español Movistar, que le rendirá homenaje a Xavi Tondo en el aniversario de su trágico fallecimiento. Pablo Lastras, ciclista del equipo, y Eusebio Unzué, mánager general, pasaron por los micrófonos de Goles en esRadio y avisaban de que harán alguna sorpresa, y que la mejor forma de homenajearlo será con la etapa. Los azules saldrán a darlo todo contra el rosa.
La siguiente etapa, la decimoctava, será la última relax antes de afrontar el tríptico final. Porque la antepenúltima vuelve a acabar en alto, en Alpe Di Pampeago, tras superar 198 kilómetros y cinco puertos, uno de tercera, otro de segunda, y tres de primera (en el Giro no nombran ninguno de categoría especial): el Passo Manghen, más de 23 kilómetros al 7%; el Passo Reiterjoch, de casi 12 kilómetros al 9,5% de media, y un tramo de sterrato en sus últimos tres mil metros, tras pasar por meta, que hará la subida aún más dura; y la ascensión final a Alpe Di Pampeago, por segunda vez, que será de 9 kilómetros al 9,5 de media. Y si a alguno todavía le queda fuerza, lo podrá intentar en la penúltima jornada, la llamada etapa reina. Es el gran tappone, con 219 kilómetros, salpicados por un puerto de segunda de salida, dos puertas de tercera, el mítico Mortirolo, con sus imágenes espectaculares y sus dolorosas rampas, con más de 11 kilómetros con una pendiente media brutal del 10,5%, y tramos del 22%; y el final en el Stelvio, a 2.757 metros de altura, a los que se llega tras subir 22 kilómetros al 7 por ciento.
Los Dolomitas van a causar estragos. Si en las primeras etapas de una gran vuelta se dice que no se gana la carrera, pero sí se puede perder, en estas últimas seis etapas es donde se gana el Giro. Lastras no confía en que la etapa del Stelvio vaya a decidir mucho. Llegarán con las fuerzas justas y con mucho respeto al largo kilometraje. Pues si en esa etapa no se ha aclarado la general, todavía queda una última bala. Quizás la que peor le va a Purito. El domingo 27, la última etapa es una crono de 30 kilómetros con salida y llegada en Milán. El Giro se decide hacia arriba. Milán espera ganador. Y el rosa, por ahora, es Purito y casto.