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Una década de la volea de Zidane

El francés, con su volea mágica, y las paradas de Iker Casillas fueron claves en la obtención de la novena Copa de Europa.

Diez años han pasado –quién lo iba a decir– del gol de Zidane al Bayer Leverkusen en la final de la Champions 2001/02. Sin duda uno de los mejores goles de la historia del fútbol, especialmente por lo que acabó significando.

15 de mayo de 2002. Exactamente las 21:30, hora peninsular española. Corría el minuto 45 de partido cuando Roberto Carlos puso desde la banda izquierda un balón a la frontal del área. Más que un centro pareció un despeje. Un esférico que bajó del cielo con nieve. Parecía casi imposible intentar controlarlo, pero ahí estaba Zizou, el genio de Marsella, para conectar una volea con su pierna izquierda.

El balón fue despedido con fuerza y se coló por la escuadra de la portería de Jörg Butt. Un golazo antológico que ponía en el marcador el 2-1 a la postre definitivo. El Madrid volvía a adelantarse al equipo de las aspirinas en el Hampden Park de Glasgow, el mismo estadio en el que, 42 años antes, había conquistado su quinta Copa de Europa al derrotar por 7-3 al Eintracht de Fráncfort.

Aquella noche del 15 de mayo de 2002 fue también la del descubrimiento de un tal Iker Casillas. El joven guardameta, a punto de cumplir los 21 años, tuvo que saltar al campo para sustituir a un lesionado César Sánchez. Se forjó ahí la leyenda de San Iker. Aquel chaval de Móstoles mostró su agilidad y reflejos a los alemanes para, con sus paradas, acabar siendo decisivo en la novena Orejona del Madrid.

De momento es la última aunque, suscribiendo la teoría de Alfredo di Stéfano, la Décima acabará llegando. Tarde o temprano.
 

 

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