Ya hemos llegado a las últimas fechas de la temporada, aquellas en las que todo se decide. Un periodo en el que en los últimos años el Barcelona se había acostumbrado a coleccionar un título tras otro. Pero este año ha sido distinto. En apenas una semana, se ha despedido de la Liga –cayendo con el Real Madrid en el Camp Nou- y ha quedado eliminado en semifinales de la Champions. Para colmo, ha perdido a su entrenador, a su líder espiritual, al creador de todo este ciclo de éxito. No son buenos tiempos en Ca’n Barça...
Dolorosa derrota ante el Madrid
Todo comenzó hace justo siete días. El Barcelona recibía al Real Madrid en el Camp Nou. El objetivo era claro: después de remontar seis puntos en un mes, había que lograr la victoria para situarse a sólo uno del liderato. Hubiera sido un golpe maestro, después de dar por perdida –al menos públicamente- la Liga. La presión en el Madrid hubiera sido insoportable.
Pero no. El Real Madrid dio la estocada definitiva en territorio comanche. Logró un triunfo demoledor para el Barcelona y decisivo para la Liga. Cuando menos se lo esperaban, Mourinho logró su primera victoria como madridista en el Camp Nou. Una victoria que valía mucho más que tres puntos. Incluso que una Liga.
Incapaz de superar al Chelsea
Sólo tres días después, el martes, equipo y afición se conjuraban para darle la vuelta a la eliminatoria de Copa de Europa ante el Chelsea. El 1-0 de Stamford Bridge era más que remontable. Y, como pudo comprobarse en la prensa catalana desde el mismo domingo, todos los esfuerzos del equipo iban a ir en esa dirección, olvidando ya por completo la competición liguera.
Pero tampoco. El Barcelona jugó bien, por momentos muy bien, pero la mala fortuna se le rebeló. No hubo manera de perforar la meta de Petr Cech cuando más lo necesitó, cuando afrontó los últimos 45 minutos con el 2-1 a su favor y un jugador más. Y no sólo eso. Ya en el tiempo de añadido Fernando Torres logró el 2-2, dejando para las estadísticas –más válidas que la imagen- que el conjunto azulgrana había sido incapaz de ganarle ninguno de los dos partidos a los ingles, a pesar de los blues tan sólo habían disparado a portería en cuatro ocasiones en los 180 minutos. De ese modo, no se puede acceder a la final de la Copa de Europa.
El líder se marcha
Sin Liga y sin Champions, la ilusión del Barcelona pasaba por terminar la temporada de la mejor manera posible, y volver a arrancar con las máximas aspiraciones el próximo verano. Pero con lo que no contaban era con que no iba a estar Pep Guardiola al frente.
Ayer, viernes, completando la semana trágica, el entrenador de Sampedor hacía oficial que no iba a seguir en el banquillo azulgrana. Que ya está cansado de tanto desgaste, y necesita llenarse, volver a coger vida. Después de 13 títulos desde que llegara en julio de 2008, Guardiola abandonaba el barco.
La decisión de colocar a Tito Vilanova parece la más acertada. Es la opción de la continuidad, del tocar lo más mínimo lo que funciona bien. Pero sólo el tiempo dirá si es capaz de emular al creador del ciclo más dorado de la historia del club. Al instigador de cuatro temporadas en las que el Barcelona ha tocado el cielo, y no se ha bajado de el. Al director de orquesta del que, para muchos, ha sido el mejor equipo equipo de la historia.
Aún puede despedirse Pep de la mejor manera posible: con un título. Otro más. Lo sabremos el próximo 25 de mayo, cuando el Barcelona se medirá al Athletic en la final de la Copa del Rey. La victoria permitiría arreglar este final de temporada convulso. Pero no hay duda de que esta última semana quedará en el recuerdo azulgrana durante mucho tiempo.