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De Raúl a Cristiano, silenciando al Camp Nou

Trece años después, una estrella del Real Madrid volvió a enmudecer el feudo azulgrana.

Cristiano Ronaldo se encumbró anoche en el Camp Nou. El delantero portugués llevó a cabo una portentosa exhibición, culminada con un soberbio tanto –y lleva ya 42 en Liga, casi nada- que le dio la victoria al Real Madrid, y que dejó prácticamente sentenciada la Liga.

Nada más marcar, consciente de que le habían achacado en muchas ocasiones esconderse en el feudo azulgrana siempre que lo visitaba con la zamarra blanca, explotó. Se dirigió a la grada pidiendo calma, y se señaló el pecho, como diciendo "aquí estoy yo. Yo he marcado. Yo he ganado. Yo soy el mejor". Ronaldo no podía haber elegido un mejor escenario para hacerlo.

La imagen, por supuesto, recordó a aquella mítica de Raúl en 1999. Y es que las dos escenas guardan muchas similitudes. En aquel 99/00 el Barcelona llegaba al clásico como el mejor equipo del país, después de conquistar dos títulos consecutivos. El Madrid amenazaba su trono, pero en la ciudad condal daban por segura la victoria.

Además, las relaciones entre ambos clubes pasaban por uno de sus peores momentos. En ese entonces, no era por los enfrentamientos entre los entrenadores, sino entre los presidentes. Lorenzo Sanz era quien mandaba en la casa blanca, mientras en Barcelona Joan Gaspart era la imagen visible, aunque Núñez se encontraba en su último año de mandato.

Para terminar de emparentar la situación, Raúl era el foco de todas las críticas de la parroquia azulgrana. Sus goles, su hegemonía y su españolidad nunca sentó bien en ca'n Barça, que veían en el delantero el blanco de sus iras. Algo así como le sucede hoy en día a Cristiano Ronaldo.

Por eso, cuando a cuatro minutos del final Raúl marcó el definitivo 2-2, después de que el Barça remontara el 0-1 inicial, su celebración fue dirigida a la afición culé, llevándose el dedo a la boca y mandándole callar. Una imagen que ha quedado para la posteridad en el fútbol español.

Ayer, Ronaldo no mandó callar a nadie, pero su mensaje, señalándose como el mejor después de asestar un golpe definitivo al Barcelona en su propio estadio, dejó enmudecido al Camp Nou. Otra vez.

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