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Italia despide a Morosini

Miles de personas han asistido en Bérgamo al funeral del futbolista del Livorno, fallecido el pasado sábado en pleno partido.

El fútbol italiano ha dado su último adiós a Piermario Morosini, de 25 años, fallecido el pasado sábado mientras disputaba un partido de fútbol contra el Pescara, de la Serie B italiana. El funeral se ha celebrado en la Iglesia de San Gregorio Bargarigo, en el barrio de Monterosso en Bérgamo, que se ha quedado pequeña para albergar al gran número de amigos y seguidores del malogrado futbolista, por lo que muchos de ellos siguieron la ceremonia religiosa desde el atrio y alrededores de la iglesia.

Fotografías del fallecido, coronas de flores y pancartas de homenaje al jugador fueron colocadas en la escalinata y el interior del templo. El féretro fue cubierto con la camiseta con el número 25 que vestía el joven futbolista.

Seguidores, personalidades del mundo del fútbol italiano y vecinos arroparon a la familia, la novia y los amigos de Morosini –apodado por los aficionados Moro– en su último adiós. Entre las personalidades que acudieron a las exequias estaban el presidente de la Federación Italiana de Fútbol (FIGC), Giancarlo Abete; el entrenador de la selección italiana, Cesare Prandelli; el consejero delegado del Inter, Ernesto Paolillo; el director deportivo del Milan, Ariedo Braida; el consejero delegado de la Juventus, Beppe Marotta, y el entrenador del Parma, Roberto Donadoni.

Las plantillas del Atalanta y del Udinese, equipos con los que Morosini disputó sus primeros partidos en la categoría juvenil, asistieron también el acto religioso. Los seguidores de los equipos donde Morosini jugó –Atalanta, Udinese o Livorno, entre otros– corearon el nombre del jugador en el exterior de la iglesia, donde se concentraron para rendirle homenaje.

Durante el entierro el párroco de la iglesia, Luciano Manenti, destacó la tenacidad del joven, que triunfó a pesar de unas circunstancias familiares difíciles, y su honestidad. Morosini era "honesto y fuerte como un olivo", dijo Manenti, que recordó los orígenes del centrocampista en el campo de tierra vecino a su parroquia, a la que estaba muy ligado desde pequeño.

"Era un hijo y un hermano perfecto. La vida para él no fue fácil", dijo el alcalde de Bérgamo, Franco Tentorio, que refirió además que el gran número de aficionados presentes en las cercanías de la iglesia "prueba que era amado no solo en Bérgamo, sino también en todas las ciudades donde ha jugado".

Concluida la misa, el féretro del centrocampista fue sacado a hombros por los amigos del jugador entre el silencio total de los aficionados que esperaban fuera de la iglesia.

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