El culebrón sobre la renovación de Pep Guardiola va para largo. Parecía que iba a llegar a su fin hace un mes, cuando mantuvo una cena en casa de Sandro Rosell a la que también asistieron su ayudante Tito Vilanova, el vicepresidente Josep Maria Bartomeu y el secretario técnico del club, Andoni Zubizarreta. Fuentes cercanas al Barcelona aseguraron que el técnico de Sampedor comunicó entonces su intención de continuar un año más en la entidad, hasta el 30 de junio de 2013, y que, por tanto, se acabaría la incertidumbre sobre su futuro.
Pero nada más lejos de la realidad. Aquella cena tuvo lugar el 1 de marzo y desde entonces se han producido muy pocas novedades acerca de la renovación –o no– de Guardiola. La alarma volvió a saltar el pasado día 14, cuando el técnico se reunió en el Camp Nou con su representante, Josep Maria Orobigt, y Vilanova. Se informó entonces de que era el paso previo al anuncio de la ampliación del contrato del técnico. Tampoco ha sonado la flauta en esta ocasión.
Quince días después, Guardiola sigue sin deshojar la margarita mientras un sector de la Junta directiva barcelonista empieza a perder la paciencia. "Hay directivos que piensan que Guardiola hace daño al Barça con su silencio", dijeron hace unos días fuentes cercanas al club al programa deportivo Punto Pelota, de Intereconomía TV.
La pregunta es sencilla y obligada: ¿por qué Guardiola sigue sin renovar con una entidad con la que tantos éxitos deportivos ha conseguido? Pero la respuesta es mucho más compleja.
Existen varios factores acerca de la indecisión de Pep. Uno de ellos tiene que ver con la mareante oferta de 48 millones de euros que le habría puesto el Chelsea sobre la mesa para que dirija al equipo las próximas cuatro temporadas, según aseguró el diario The Sun la pasada semana.
Y es que el magnate ruso Roman Abramovich sigue sin encontrar un entrenador de garantías desde que José Mourinho abandonara la entidad londinense, por "mutuo consentimiento" con la directiva, el 20 de septiembre del 2007. Desde entonces siete técnicos han ocupado el banquillo blue –Avram Grant, Luiz Felipe Scolari, Ray Wilkins, Guus Hiddink, Carlo Ancelotti, André Villas-Boas y Roberto Di Matteo–, pero ninguno de ellos ha terminado de cuajar.
El reto de conseguir títulos con otro equipo que no sea este Barça, considerado por muchos como el mejor equipo de la historia, resulta muy atractivo.
Independientemente de la supuesta oferta del Chelsea, la mayoría de directivos barcelonistas entiende que Guardiola prefiere hacer pública su decisión una vez finalice la temporada. El equipo azulgrana aspira a repetir el triplete logrado hace tres años –está a seis puntos del Real Madrid en la Liga cuando restan nueve jornadas para el final, tiene opciones de eliminar al Milan en la Champions tras el empate sin goles de la ida en San Siro y el próximo 25 de mayo jugará la final de la Copa del Rey ante el Athletic de Bilbao– y por ello los rectores culés consideran que el técnico prefiere mantenerse al margen de cualquier distracción.
Otros dos factores clave en la continuidad de Pep son la recuperación de Tito Vilanova, que continúa sin superar al cien por cien la enfermedad en la glándula parótida, y la enfermedad de Eric Abidal, que en los próximos días tendrá que pasar nuevamente por el quirófano para someterse a un trasplante de hígado.
Por si todo ello fuera poco, Telemadrid aseguró el pasado día 12 que Guardiola condicionó su continuidad en el Barça al traspaso de Gerard Piqué, del que se habría cansado por sus continuos desmanes.
Según la cadena pública madrileña, al técnico de Sampedor le han molestado muchas cosas del central, entre ellas la forma en que lleva su relación sentimental con Shakira o algunas travesuras. Entre ellas figuran el escupitajo a Pedro Cortés, directivo de la Federación Española de Fútbol (RFEF), durante las celebraciones por el Mundial conquistado por la selección española o el lanzamiento de pipas a un sector de la grada durante un partido de Liga que no pudo jugar por sanción. Sin olvidar su manita al Real Madrid durante el clásico disputado el 29 de noviembre de 2010 (5-0) o el enfrentamiento que habría mantenido con algunos jugadores blancos en el túnel de vestuarios del estadio Santiago Bernabéu –"os vamos a ganar vuestra Copa del Rey, españolitos"–.
Lo cierto es que, mientras Guardiola continúa sin deshojar la margarita, en las oficinas del Camp Nou dan por hecho que el asunto de la renovación seguirá yendo para largo y que no les queda más remedio que esperar sentados a que el técnico se decida.