Esta tarde, en El Molinón (20:00), Míchel y Clemente vuelven a cruzar sus caminos. Dos caracteres distintos, fuertes, que chocaron hace 20 años y que no se han vuelto a poner de acuerdo, pero que tienen claro que hoy lo más importante es el Sevilla y el Sporting.
El enfrentamiento se inició en 1992, en el Sánchez Pizjuán. España, dirigida entonces por Clemente, se enfrentaba a Irlanda en la fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos del 94. En una noche aciaga para los nuestros, el marcador final fue de 0-0. El seleccionador decidió en ese mismo momento que Míchel, así como sus compañeros de la Quinta del Buitre, no iban a regresar jamás a la selección española.
Posteriormente, España logró el billete para el Mundial, lo que dio mayor crédito al seleccionador. El de Baracaldo sacó pecho y soltó algunas perlas para referirse al fino centrocampista madridista. "Opté por Luis Enrique porque cuando llevé a Míchel vi que no daba más de sí", o "Míchel es un jugador muy cómodo que sólo jugaba en casa. Cuando había que rascar fuera se escondía", son sólo algunos ejemplos.
Fue precisamente en Estados Unidos’94 cuando se produjo el siguiente capítulo. Míchel acudió como comentarista de Televisión Española, y Clemente mostró su disgusto asegurando que podía "descentrar a sus jugadores". Las declaraciones cruzadas se sucedieron a lo largo del periplo de España por el Mundial, y han continuado, con mayor o menor frecuencia, hasta nuestro días.
Especialmente sangrante fue el artículo que Míchel escribió en Marca en 2004. El hoy técnico del Sevilla atizó contra Clemente, asegurando que "pasa por no tener pelos en la lengua, pero es incapaz de analizar su manifiesta impotencia como técnico obsoleto, asunto que han sufrido varios clubes en su mercenario peregrinar" o "la lástima es que mientras Tenerife –donde entrenaba entonces- sufrirá por el descenso, él se dedicará a mejorar su hándicap en el único campo que le interesa, el de golf". "Eso sí, desatará su lengua, pero de su fracaso ni hablar".
Por supuesto, respondió Clemente a su manera. "Mi relación con él es nefasta. Inexistente. Me insultó y yo soy una persona muy sensible. Le estoy agradecido como jugador internacional porque se esforzó. Luego se hizo comentarista y periodista. O le engañaron o se equivocó o tuvo un mal día. Y me insultó sin venir a cuento. No quiero tener ninguna relación porque no tengo esa facilidad personal para estar con alguien que me insulta. Él tiene su vida y yo la mía".
Fue en 2010, poco antes de que se encontraran por primera vez en el banquillo, durante un Valladolid-Getafe. Entonces, el exseleccionador le negó el saludo al madrileño, que se había dirigido hasta su banquillo. "Saludarle sería una falsedad", declaró Clemente. "Yo soy mucho más educado que eso", respondió Míchel.
El último cruce, esta misma semana. Por si quedaban dudas, Clemente dejó claro que no le saludaría. "Lo de Míchel quedó atrás. No tuve problemas con él en la selección, ni cuando fue comentarista de televisión, sino cuando escribió un artículo en un periódico, al que le respondí", comenzó, para continuar: "Ahora bien, lo de saludar o no en el campo hay algunos entrenadores que lo hacen y otros que no; es peor lo que hacen algunos, que en el campo te dan la mano y luego te acuchillan en la sala de prensa", en clara referencia a Míchel.
La guerra sigue abierta. Pero la más importante, y eso lo tienen claro ambos, es la que disputarán Sporting y Sevilla a las ocho de la tarde en El Molinón. Lo que se juegan los dos equipos –descenso y Europa- está por encima de sus entrenadores.