El Real Madrid está viviendo en el alambre en los últimos partidos para mantener el asfixiante ritmo que está imponiendo en la Liga y con el que ha conseguido dejar atrás al Barcelona, lo que ha permitido a los blancos llevarse el título honorífico de campeón de invierno.
Clave en las últimas victorias está siendo la reacción del técnico blanco en el descanso, ya que está dando en el clavo en las sustituciones y es capaz de revitalizar un equipo que da síntomas de bajar el ritmo durante las primeras partes. Sin embargo, las mourinhadas en el vestuario consiguen cambiar la cara al partido.
La mejor muestra de cómo reacciona Jose Mourinho según como avancen los partidos se vio cuando el Real Madrid marcó el segundo tanto y el entrenador entregó un papelito a Pepe para recolocar el equipo, tras haber cambiado a defensa de tres para resolver el marcador.
El técnico explicó en rueda de prensa que, con la algarabía que suele producirse tras remontar un partido, tenía preparado el papelito con nuevas instrucciones. Entre ellas, colocar a Callejón en el lateral derecho en los últimos minutos.
Y es que, al igual que ocurrió con el partido ante el Málaga de la Copa del Rey, el Real Madrid vivió una metamorfosis tras el descanso. En la primera parte el juego fue totalmente plano, sin verticalidad y se vio ahogado por la presión en el centro del campo del Mallorca y la solidez defensiva del conjunto de Caparrós.
Tras el descanso, Lass cedió su sitio a Gonzalo Higuaín, que fue el gran artífice del cambio de guión. Si ante el Málaga fue su compañero Benzema, en Mallorca fue el Pipita el que decidió el partido. A ello ayudó también el nuevo cambio que introdujo Mourinho a la hora de juego: defensa de tres y entrada de Kaká.
La otra variación táctica que resultó decisiva fue trasladar a Özil al centro del campo con Xabi Alonso y apartarlo de la banda. El alemán dio la asistencia a Higuain en el tanto del empate y participó activamente en la mejoría del equipo en el segundo tiempo.
Mourinho volvió a reaccionar con reflejos y salvó un partido comprometido. Bien es cierto que el Real Madrid volvió a recurrir a la épica por la ausencia de buen fútbol durante gran parte del partido, pero su rápida lectura del encuentro permitió al Madrid dormir a ocho puntos del Barcelona.
Ahora, el Real Madrid sólo piensa en el Barcelona. El técnico tendrá que hacer encaje de bolillos –no puede jugar Arbeloa- para confeccionar un once que frene la superioridad azulgrana en los últimos clásicos.