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¿Es este Barça el mejor equipo de la historia?

El Madrid de Di Stéfano, el Santos de Pelé, el Ajax de Cruyff, el Bayern de Beckenbauer, el Milan de los holandeses... ¿Cuál es el mejor?

Se termina este 2011, y vuelve a hacerlo con el Barcelona como mejor equipo del año. Los cinco títulos conquistados –Liga, Champions, Supercopa de España, Supercopa de Europa, y Mundialito- así lo acreditan, a pesar de la resistencia cada vez mayor que está mostrando el Real Madrid de Jose Mourinho.

Pero hay un debate que late con fuerza en las últimas semanas. ¿Es éste el mejor equipo de toda la historia? Cuando hablamos de equipo, nos referimos a un ciclo, a un periodo concreto de unos pocos años en los que un conjunto lo ha dominado todo. Porque si hablamos del mejor club desde que existe el fútbol moderno, no hay ninguna duda –como así lo reconoció la FIFA- de que ése es el Real Madrid.

Los 13 títulos logrados en tres años permiten al Barcelona, como mínimo, participar en la discusión. Dilucidar cuál es el mejor conjunto de todos los tiempos es complicado, entre otras cosas porque se trata de periodos futbolísticos muy distintos. Vamos a repasar cuáles son esos equipos que podrían entrar en el debate.

El Real Madrid de Di Stéfano

Cuando el fútbol acababa de convertirse en el deporte más importante del planeta, apareció el Real Madrid de Santiago Bernabéu, considerado primer gran equipo de la historia. Con una plantilla con nombres como Di Stéfano, Puskas, Gento, Kopa, Santamaría, Rial, Marquitos... el Real Madrid se adjudicó 5 copas de Europa consecutivas, 2 ligas, y una Copa Intercontinental, la única que disputó, en apenas cinco años, de 1956 a 1960.

Hay que tener en cuenta ese hecho a la hora de calibrar títulos: la Intercontinental se creó en 1960 –el Real Madrid hubiera disputado las cuatro anteriores-, y en aquella época tampoco existía ni la Supercopa de España ni la Supercopa de Europa.

Con su estilo y sus éxitos, revolucionó el fútbol para siempre. Todos pretendían emular al conjunto blanco; todos querían ser el Real Madrid. Por ello, y por su "dominio absoluto e incontestable que en Europa no ha tenido nada igual y que ha dejado un recuerdo imborrable en la historia del fútbol europeo y mundial", fue elegido mejor equipo del Siglo XX.

Después de aquel lustro glorioso, el Real Madrid siguió ganando títulos, 4 ligas consecutivas y una Copa, pero en Europa perdió su supremacía. Sus futbolistas estaban ya en su cuesta abajo, y tocaba regenerarse. El final de este ciclo se fijó en el verano de 1964, cuando Di Stéfano abandonó la casa blanca. Pero las bases estaban sentadas para un nuevo equipo triunfal, el Madrid de los Yé-Yé, que en 1966 recuperó el cetro europeo.

Once de gala (3-2-5): Domínguez; Marquitos, Santamaría, Pachín; Mateos, Rial; Kopa, Puskas, Di Stéfano, Del Sol y Gento.

El Santos de Pelé

Si Di Stéfano fue el mejor jugador de los años 50, en la siguiente década fue el brasileño Pelé quien dominó el fútbol. Más allá de sus éxitos con la selección, también llevó al Santos, el conjunto en el que estuvo durante 18 años, a lo más alto, quedando para la historia como el mejor equipo sudamericano de todos los tiempos.

Entre 1961 y 1965, el equipo peixe, en el que también se encontraban Zito, Mengalvio, Pepe, Mauro, Dorsal o Coutinho, se convirtió en el auténtico dominador tanto de su país –con cinco ligas y cuatro campeonatos paulistas- como del continente, conquistando dos Copas Libertadores –la equivalente a la Copa de Europa-, así como del planeta, con dos Intercontinentales logradas.

Con un juego eléctrico, preciosista, de una belleza plástica difícil de alcanzar, enamoró a todos los amantes del fútbol de todo el planeta, que contemplaban por primera vez el denominado 'jogo bonito' en todo su esplendor, estilo que terminaría adoptándose como propio el país brasileño.

La fama del Santos fue tan grande que comenzó a disputar partidos por todo el planeta a modo de exhibición. Todos querían tener la oportunidad de ver un espectáculo de tal magnitud. Pero eso acabó haciendo mecha en la plantilla, más pendiente de viajes y festivales que del fútbol en sí. Eso, unido a la grave lesión de Coutinho, y al declive de Pepe y Mengalvio, provocó que, pese a que Pelé continuaba imparable, el Santos dejara de ser el equipo más poderoso del mundo.

Once de gala (4-2-4): Gilmar; Ismael, Mauro, Dalmo, Zito; Mengalvio, Lima; Dorval, Coutinho, Pelé y Pepe.

El Ajax de Cruyff

Volviendo a Europa, nos encontramos con que a principios de los setenta hubo una auténtica revolución en el concepto del fútbol. El Ajax, comandado por Johan Cruyff y secundado por Krol, Mühren, Neeskens, Haan o Rep, y con la dirección de Rinus Michels desde el banquillo, impuso el fútbol total, en el que todos los hombres sobre el campo atacaban, todos alternaban sus posiciones, todos tenían en mente la portería contraria.

A diferencia de la selección holandesa –que también desplegó ese estilo que encandiló a todos- el conjunto ajacied sí consiguió títulos. Nada menos que seis ligas, cuatro copas holandesas, tres copas de Europa consecutivas en el 71, 72 y 73, una Supercopa de Europa, y una Copa Intercontinental.

La velocidad en su juego, la capacidad de sorprender por todos los costados, el amor por la posesión de la pelota, la práctica del fuera de juego y, sobre todo, la presión en la zona de ataque, algo que hasta el momento nadie se había atrevido a hacer, convirtieron al conjunto holandés en un referente ya no sólo de la época, sino para la posteridad.

A diferencia de la mayoría de los grandes equipos, como hemos visto anteriormente con el Santos o el Real Madrid, el final del Ajax sí fue de golpe, casi de un día para otro. En 1973 Johan Cruyff decidió abandonar el equipo rumbo al Barcelona. Unos dicen que fue por un tema económico que provocó un enfrentamiento con la directiva; otros, que el talentoso futbolista vio que marchándose en ese momento, después de conquistar su tercera Copa de Europa consecutiva, iba a dejar el Ajax en la cúspide, endiosado por todos. Sea como fuere, el flaco se fue, y con él, el grueso de la plantilla. Mucho tardó el equipo ajacied en recomponerse, pero el fútbol holandés ya se había hecho mayor para siempre.

Once de gala (4-3-3): Stuy; Blankenburg, Suurbier, Hulshoff, Krol; Haan, Neeskens, Rep; Keizer, Van Dijk y Cruyff.

El Bayern de Beckenbauer

Tan pronto como se acabó la hegemonía de aquel Ajax, apareció otro grandísimo equipo para tomarle el relevo. A diferencia del holandés, no era éste un conjunto que llegara por primera vez a la elite; pero sí era la primera ocasión en que lo lograba con tanta superioridad. Hablamos, por supuesto, del Bayern de Munich.

Con Beckenbauer como gran estrella, pero con otros magníficos futbolistas como Maier, Schwarzenbeck, Breitner, Roth, Hoeness o Gerd Muller, así como el joven Rummenigge dando sus primeros pasos, el rodillo alemán se adjudicó en apenas tres años, entre 1973 y 1976, dos Bundesligas, tres Copas de Europa y una Intercontinental. Además, el Bayern fue la base en la que se sustentó la selección alemana que se proclamó campeona del mundo en el 74.

Su estilo era antagónico al que había encumbrado al Ajax –por eso, la final del Mundial entre Alemania y Holanda se recuerda como uno de los mejores partidos de la historia-. Se basaba en el orden, en la disciplina táctica. Todos sabían en todo momento qué hacer, no había lugar a la improvisación. Sólo la calidad de Hoeness se permitía ciertas licencias, siempre en servicio de Muller, el goleador. Y todo, comandado desde atrás por Beckenbauer, el kaiser, probablemente y con permiso de Cruyff el mejor futbolista de la década.

Tras haberlo ganado todo, las estrellas alemanas decidieron probar fortuna en otros países, lo que provocó el fin del reinado del Bayern. Sin embargo, bien pronto volvería a ser uno de los más grandes del continente. Con la explosión definitiva de Rummenigge, todo fue mucho más fácil.

Once de gala (4-3-3): Sepp Maier; Hansen, Beckenbauer, Schwarzenbeck, Breitner; Roth, Hoeness, Kapellmann; Torstensson, Muller y Rummenigge.

El Milan de los holandeses

En 1986 Silvio Berlusconi adquirió un Milan en decadencia con el objetivo de convertirlo en el mejor equipo de Italia, en una época en la que las estrellas mundiales se congregaban en el calcio, con el Nápoles de Maradona y el Inter de los alemanes como estiletes. Poco después llegaría Sacchi al banquillo rossonero, y ahí se gestó la historia.

El técnico italiano rechazo el catenaccio impuesto entonces en ese fútbol, e introdujo por primera vez el 4-4-2, en el que todos atacaban y todos defendían. Obviamente, la defensa, con Baresi y Maldini como principales hombres, era uno de sus pilares, pero ésta debía participar también en la creación y en el ataque. Para completar el equipo llegaron tres magníficos holandeses, Gullit, Rijkaard y Van Basten. La solidez defensiva, que innovó con el marcaje en zona, y la magia de éstos en el ataque convirtió al Milan en el mejor equipo del mundo, y uno de los mejores de la historia.

Entre 1988 y 1990, el conjunto rossonero conquistó una Liga, una Supercopa de Italia, 2 Copas de Europa, 2 Supercopas de Europa, y dos Intercontinentales. Precisamente fue en Europa donde más brilló el Milan de Sacchi, convirtiéndose en el dominador pese a coincidir con el Madrid de la Quinta del Buitre, otro brillante equipo que siempre sucumbió ante los italianos, con un 5-0 en San Siro que quedó para la posteridad.

La eliminación en manos del Olympique de Marsella en el 91, en un partido rodeado de mucha polémica, supuso el fin de aquel brillante ciclo, aunque no de los éxitos del Milan. Con la marcha de Sacchi llegó al banquillo Fabio Capello, quien supo recoger la herencia de su antecesor y conquistar tres ligas, tres Supercopas italianas y una Copa de Europa más. Pero ya no era lo mismo, ya no era el estilo Sacchi, el inigualable.

Once de gala (4-4-2): Galli; Tassotti, Costacurta, Baresi, Maldini; Colombo, Rijkaard, Ancelotti, Donadoni; Gullit y Van Basten.

El Barça de Messi

Tras varios años gestándose, con una Copa de Europa incluida en París en el 2006, la llegada de Guardiola hizo que el juego del Barcelona se elevara por encima del resto, heredando lo logrado en los últimos años para aportar un punto más que le ha permitido al equipo rozar la perfección, Prueba de ello es su su explosiva combinación de espectáculo y resultados. Nada menos que trece títulos entre 2009, 2010 y 2011. 3 ligas, 3 Supercopas de España, una Copa del Rey, 2 Copas de Europa, 2 Supercopas de Europa y 2 mundialitos.

Bajo el son del que fuera integrante del Dream Team de principios de los 90, el conjunto español ha logrado situarse en lo más alto con un juego excelso, cuidado al milímetro, basado sobre todo y ante todo en la posesión de la pelota, pero también en la presión arriba y en una velocidad de repliegue vertiginosa. Pero una faceta ha sobresalido sobre el resto: la desaparición del delantero centro. El Barcelona juega sin un referente en ataque; un extremo o un centrocampista puede hacer de falso nueve, descubriendo así infinidad de huecos e infinidad de combinaciones posibles.

Más allá de Messi, el mejor futbolista del planeta y el arma diferencial de este Barça, el conjunto se completa con la base de la selección española que se proclamó campeona de Europa y del Mundo. Piqué, Puyol, Xavi, Iniesta, Busquets o Villa, más el incombustible Dani Alves, configuran uno de los equipos más trascendentales de la historia.

Once de gala (4-3-3): Víctor Valdés; Dani Alves, Puyol, Piqué, Abidal; Busquets, Xavi, Iniesta; Pedro, Messi, Villa.

¿Cuál es el mejor?

Se podría haber añadido algún otro gran conjunto. Pensamos, por ejemplo, en La máquina de River, que con Pedernera como gran estrella brilló en la Argentina de los años 40; en el Honved de Puskas, Kocsis y Czibor, el inventor de la doble W; en el Gran Inter, el de Helenio Herrera y Luis Suárez, campeón de dos copas de Europa; el Liverpool de Bob Paisley, que se encargó de enseñarle a los británicos que al fútbol se juega por el suelo; el Madrid de la Quinta del Buitre, ganador de cinco Ligas consecutivas, pero que tuvo la mala suerte de coincidir con el Milan de Sacchi en Europa; o el Manchester de los Fergie Babes, que con Beckham, Scholes, Giggs, Keane y Cantona resarció en cierta medida lo que podrían haber logrado –que era mucho- los Busby Babes de no ser por el dichoso accidente de avión.

Todos ellos grandes equipos. Grandísimos. Sin ninguna duda. Pero quizá un escalón por debajo de los seis comentados anteriormente. Cuál es el mejor de todos ellos es muy complicado de afirmar. Son tiempos distintos, concepciones del fútbol distintas, estilos distintos, cada uno avanzado a sus contextos, todos muy distintos. No se puede comparar, ni siquiera en la suma de títulos.

De lo que no hay ninguna duda es de que todos significaron grandes cambios en el panorama futbolístico en lo que a la táctica y al concepto del juego se refiere. Fueron los mejores porque innovaron, aportaron algo nuevo a lo que había en el mundo del fútbol hasta el momento, y provocó que todos se vieran obligados a seguir su corriente. Por eso, son los más grandes de la historia.

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