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LA HISTORIA SECRETA DEL 'SOCCER'

Cuando el fútbol estuvo a punto de convertirse en el deporte rey en Estados Unidos

En los años 20, el fútbol iba camino de convertirse en el principal deporte en Estados Unidos, pero de repente todo se truncó.

En los años 20, el fútbol iba camino de convertirse en el principal deporte en Estados Unidos, pero de repente todo se truncó.

Desde hace mucho tiempo, el fútbol en Estados Unidos no es más que un deporte secundario. A través de fichajes mediáticos –de Pelé a Beckham pasando por Beckenbauer o Henry- y de grandes fortunas invertidas en eventos como la organización del Mundial de 1994, ha tratado de recuperar terreno respecto al football, al béisbol, al baloncesto o al hockey, pero sin ningún éxito.

Ni en casa ni fuera provoca una gran repercusión, y sólo durante la disputa de los mundiales, por ese patriotismo exacerbado de los americanos, goza de un importante seguimiento -aunque nada comparado con los deportes anteriormente mencionados-.

Pero hubo una época en la que el fútbol gozó de muy buena salud en el país, en la que muchos futbolistas europeos cruzaban el charco, y en la que, guiados por el importante crecimiento económico y seguido por grandes multitudes, estuvo a punto de convertirse en el deporte más importante en Estados Unidos.

La época dorada de la American Soccer League

Nos situamos en la década de 1920. En la cúspide del deporte estadounidense están instalados el fútbol americano y, sobre todo, el béisbol –hablamos de la época de Ruth Babe o Lou Gehrig-, y parecía que no había sitio para nadie más.

En 1921 se creó la American Soccer League, la más grande y popular liga de fútbol –o soccer, como se conoce ahí- de Estados Unidos, aunque no la única. La ASL abarcaba el noreste del país, y en ella se enrolaron equipos procedentes de las grandes ciudades, como los Brooklyn Wanderes, los New Cork Field o los Boston Wonder Workers, y de zonas industriales, como los Bridgeport Bears, los Paterson Silk Sox o los Bethlehem Steel.

Fueron dos los pilares en los que se sustentó el crecimiento de la ASL: por un lado, la inmensa llegada de inmigrantes. Las fábricas estaban repletas de trabajadores europeos, quienes llevaron consigo el amor a un deporte que entonces ya estaba asentado en el Viejo Continente.

Ese fue el caso precisamente de los Fall River Marksmen. La ciudad de Fall River, en Massachussets, era un verdadero centro industrial, con una gran presencia de inmigrantes británicos. Así que cuando Sam Mark, uno de los empresarios de la ciudad, decidió crear el equipo, formado mayormente por futbolistas ingleses y escoceses, éste pasó de inmediato a ser el denominador de la ASL, ganando siete de los siguientes nueve campeonatos.

El otro pilar era el increíble periodo de crecimiento económico que estaba viviendo el país. Esto propició que los equipos de la American Soccer League, vinculados todos a diversas industrias, tenían una gran ventaja respecto al resto de equipos, pues podían permitirse el pago de fichas muchos más elevadas que en el resto del mundo –no sólo a nivel deportivo, sino también con trabajos muy bien remunerados en sus fábricas-. Es por ello que, desde el arranque de la competición, fueron muchos los jugadores de grandes equipos europeos que saltaron el charco para jugar en la liga estadounidense.

Seguimiento masivo

Progresivamente los propietarios de los equipos iban destinando una mayor parte de los ingresos de sus empresas al deporte, para mejorar sus plantillas, para fichar más jugadores europeos, o para mejorar sus infraestructuras. Esto provocó que la competición fuera adquiriendo de cada vez mayor protagonismo, y que empezara a ser seguida no sólo por los trabajadores de las empresas participantes, sino por todo tipo de espectadores.

Para ello fue sin duda clave la presencia de grandes estrellas, como es el caso de Archie Stark, nacido en Escocia y emigrado a los Estados Unidos con 13 años para convertirse en un demoledor goleador: 232 goles en 205 partidos con el Bethlehem Steel, el equipo en el que pasó la mayor parte de su carrera; de Billy Gonsalves, delantero de origen portugués que jugaba en el Fall River y considerado por los especialistas como el mejor futbolista estadounidense de todos los tiempos; de Bill Harper, el guardameta de la década; o de Mickie Hamill, un centrocampista que llegó al Boston Soccer después de triunfar en el Manchester United y en el Manchester City.

Pero quien era el verdadero ídolo de la afición yankee por su carácter y por su estilo de juego era Bertram Albert Bert Patenaude. De origen francocanadiense, era el clásico delantero grande, rematador, demoledor, pero bonachón y compañero de sus rivales. Se hinchó a meter goles con el Fall River, donde compartió delantera con Billy Gonsalves, y protagonizo uno de los registros más importantes en la historia del fútbol.

El éxito de la selección

Precisamente Patenaude y Gonsalves eran las principales estrellas de la selección estadounidense de fútbol, una selección que en el Mundial de 1930 quería demostrar la buena salud de la que gozaba el deporte rey en su país. Y lo logró. Después de superar brillantemente la fase previa, Estados Unidos fue finalmente tercera, cayendo derrotada únicamente por Argentina. En ese momento no se podían imaginar que iba a ser su mejor clasificación histórica (si bien hay que destacar que en aquél primer Mundial la mayoría de selecciones europeas potentes no participaron) y el mejor resultado en la historia de los mundiales de una selección no europea ni sudaméricana.

Pero para los anales quedó la actuación de Patenaude en el segundo partido de grupos: el 17 de julio de 1930 el delantero estadounidense marcó el primer hat-trick en un Mundial. Una gesta que fue ignorada incomprensiblemente por la FIFA, quien atribuyó uno de los tres tantos a Tom Florie y, por tanto, consideró a Stábile, quien lo había logrado dos días después, el primer futbolista que lograba un triplete en un Mundial.

Después de muchos años de investigación y de reclamaciones tanto del hijo como del nieto de Patenaude, no fue hasta 2006 cuando la FIFA rectificó y le devolvió el honor que le correspondía al delantero estadounidense.

Los conflictos que llevaron al fin de la ASL

Desde la creación de la ASL, ésta mantuvo serias disputas con la USFA, el órgano de gobierno del fútbol en Estados Unidos. Más arcaico, más tradicional, y más europeo, la USFA veía la ASL como rebelde e incontrolable. Además, nunca quiso aceptar las innovaciones introducidas por ésta: sustituciones, determinar la clasificación en base a las victorias en lugar del sistema de puntos europeo, o los playoff finales tras terminar la temporada.

Estos cambios tampoco eran muy bien vistos por la FIFA, que ya gobernaba el fútbol mundial, y que además veía como muy negativo el ‘sistema de reclutamiento’ de jugadores por parte de los equipos estadounidenses, a base de talonario, por lo que también se mostró continuamente en contra de la ASL.

Con todo, el detonante se produjo en 1928. Los enfrentamientos entre los dos organismos habían llegado a tal punto que la ASL decidió boicotear a la USFA retirando a sus equipos de la Challenge Cup, el campeonato nacional anual organizado por ésta, y sobre el que no alcanzaban ningún acuerdo en el sistema de reparto de los ingresos.

Pero tres equipos se saltaron la instrucción y participaron en la Cup, con lo que la ASL decidió expulsarlos de su competición. Aquella acción propició la reacción de la FIFA, que la declaró como ‘liga ilegal’, y de la USFA, que, aprovechando el vacío, decidió crear una Liga paralela en la zona, la Eastern Soccer League, con la participación de aquellos tres equipos.

A todo el caos formado, las confusiones creadas, la existencia de dos ligas independientes en la misma zona, y el lógico enfado y desencanto de los aficionados durante aquel periodo se unió, para terminar de rematar, la crisis del 29, que obviamente afectó a todos los equipos de la ASL pues, como hemos comentado anteriormente, estaban enormemente vinculados a las empresas del noreste del país.

De este modo, tras tratar de subsistir inútilmente, en 1933 la American Soccer League terminó desapareciendo y, con ella, la posibilidad de que el fútbol se convirtiera en una pieza clave dentro del estilo de vida americano. Toda esa situación provocó que el público estadounidense se creara una imagen del fútbol como deporte controlado por extranjeros y, por ello, le diera la espalda, volcándose con otros deportes menos populares entonces, pero que sentían más propios.

Nunca se sabe qué hubiera pasado, y afirmar que el fútbol podría haber ocupado un lugar privilegiado dentro de la cultura estadounidense quizá sea descabellado, pero no hay que olvidar que en aquella época, mientras el soccer comenzaba a mover masas, el baloncesto no estaba en ningún lado, y el hockey apenas estaba viendo la luz.

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