La selección de Bolivia, con orden y enjundia, ha vuelto a arruinar las aspiraciones de una apática e inexpresiva Argentina al empatar 1-1 en Buenos Aires en la tercera jornada de las eliminatorias el Mundial de Brasil 2014.
El partido fue un déjà vu del que inauguró la Copa América en julio pasado, también saldado con una igualdad a uno y coronado con una estruendosa reprobación por parte de los escasos hinchas argentinos que se acercaron al estadio Monumental. Marcelo Martins Moreno adelantó en el marcador a Bolivia con un gol en el minuto 55, pero Ezequiel Lavezzi apagó el incendio al empatar en el 59, apenas saltar al campo.
Tal como dijo en la previa, Gustavo Quinteros apeló a la concentración de sus hombres para armar un cerrojo defensivo que Argentina sólo pudo romper en la primera etapa cuando Lionel Messi o Javier Pastore cambiaban de ritmo e imponían su habilidad. Pero ni la estrella del Barcelona ni la del París Saint Germain francés encontraron socios en sus restantes compañeros, con excepción de Fernando Gago en los primeros minutos y de Clemente Rodríguez esporádicamente, con lo que la albiceleste fue un equipo lento y previsible.
Bolivia colocaba diez hombres detrás de la línea de la pelota, molestaba la salida argentina y cortaba todos los circuitos de un equipo que fue perdiendo la paciencia a medida que transcurrían los minutos. Un cabezazo de Nicolás Burdisso desde inmejorable posición fue la única llegada con cierto peligro de Argentina hasta el grave error conceptual del árbitro ecuatoriano Carlos Vera que privó a los locales de abrir la cuenta.
Corría el minuto 21 cuando Higuaín anotó un gol que el silbato anuló al cobrar una falta a Gago inmediatamente anterior a la definición del punta del Real Madrid, sin percatarse de que hasta los futbolistas bolivianos habían seguido la jugada, que claramente imponía la ley de la ventaja. El fallo arbitral, además de al propio Vera, puso nerviosos a los argentinos, que igualmente contaron con otras dos claras oportunidades para marcar, una en los pies de Messi que contuvo Carlos Arias a los 27 minutos y otra en los de Pastore que se estrelló en la base del palo.
Bolivia fue voluntad y orden para marcar, y Marcelo Martins Moreno, incansable, para complicar aunque más no fuera con su presencia a Burdisso y Martín Demichelis. Un error garrafal del zaguero del Málaga dio a Bolivia la posibilidad de inaugurar la cuenta por medio de Martins Moreno a los 55 minutos.
Tocado, Argentina se lanzó a la ofensiva y, después de que Ronald Rivero le sacara el gol en la línea a Pastore, Lavezzi cristalizó la primera jugada que lo tuvo como protagonista en el encuentro, tras sustituir a un indolente Ricky Álvarez.
Los de Alejandro Sabella, lejos de imprimir vértigo a la reacción argentina, desaceleraron hasta la exasperación, buscaron siempre la individual, en especial Leo Messi, y no tuvieron nunca claridad para vulnerar al discreto equipo boliviano. Sólo la voluntad de Rodríguez por la izquierda y las ganas de mostrarse de Gago daban una mínima luz de esperanza a la Albiceleste.
La selección boliviana descubrió huecos defensivos detrás de Javier Mascherano y del flojo Demichelis, que no pudo concretar por su predisposición netamente defensiva.
Argentina pudo ganarlo con una jugada del desconocido y quejoso Messi, un cabezazo de Lavezzi y un cara a cara con Arias de Pastore, pero sólo por el peso específico de sus individualidades y no producto de un juego colectivo que muy lejos estuvo de aparecer, según informó Efe.