El partido de ida de la Supercopa de España tuvo de todo. Esta vez sí que hubo buen fútbol y no los numerosos choques y tanganas que estropearon los cuatro clásicos de final de la temporada pasada. Sin embargo, éste también tuvo sus polémicas que darán que hablar a lo largo de la semana.
La única tangana del partido tuvo lugar en el último encontronazo Pepe-Alves, dos jugadores que deberían rectificar su comportamiento o sus entrenadores les tendrían que dar un toque de atención. Primero, el central del Real Madrid, pasado de revoluciones como siempre, entró fuerte a Dani Alves en la banda. Éste, ni cortio ni perezoso, hizo la croqueta durante varios minutos como se le hubieran disparado con un pistola.
Rápidamente, los jugadores del Real Madrid acudieron hacia la zona donde estaba el brasileño para recriminarle el teatro. Mientras tanto, los jugadores del Barça hacían lo propio con Pepe y su malentendida agresividad. "A Alves lo conoce todo el mundo", decía Sergio Ramos criticando la actitud de Dani Alves, uno de los jugadores más duros, además, del Barcelona.
También es recriminable la actitud de Pepe. Esta vez el central no vio ni siquiera la amarilla, pero sigue jugando con fuego. En la ida de las semifinales de la Champions dejó al equipo con diez –mención aparte si fue justa o injusta la tarjeta roja- y cualquier día podría repetirlo si continúa jugando así.
El árbitro, de nuevo protagonista
Esta vez no fue ni Stark ni De Bleckeere ni Ovrebo, los señalados por Mourinho en Champions. Era Teixeira Vitienes el encargado de impartir justicia y se equivocó en repetidas ocasiones.
Los barcelonistas reclaman que Khedira tenía que haber visto la cartulina, no se sabe de qué color, después de la patada en la cara que propinó Abidal. Hoy, en portada, El Mundo Deportivo se encarga de ilustrar la acción. Más claro es el penalti de Marcelo sobre Pedro en la recta final del encuentro.
Pero el que se ha quejado más amargamente del arbitraje es el Real Madrid, como indicó ayer en rueda de prensa Aitor Karanka. En la primera parte, los madridistas reclamaron un penalti por mano de Abidal tras errar en un despeje. Menos dudas ofrece el derribo de Víctor Valdés a Cristiano cuando éste acudía a un rechace del portero. El guardameta dice que ni lo vio, mientras que el luso es claro: "Me tocó, era penalti claro".