Día esperado por José Mourinho, que ha comparecido ante el Comité de Apelación de la UEFA, con sede en la ciudad suiza de Nyon, para recurrir la sanción de cinco partidos y la multa de 50.000 euros que le impuso en su día el Comité de Control y Disciplina del organismo europeo por las incendiarias declaraciones que realizó el pasado 27 de abril tras la derrota del Real Madrid frente al Barcelona en el Santiago Bernabéu (0-2), en la ida de semifinales de la Liga de Campeones.
Aquel día pasará a la historia. En una sala de prensa abarrotada y ante decenas de medios de comunicación, pocos minutos después de ser expulsado por protestar la polémica tarjeta roja directa que vio Pepe por una acción con Dani Alves, Mourinho protagonizó una de sus ruedas de prensa más jugosas en mucho tiempo. Y eso ya es mucho decir.
Repartió a diestro y siniestro, cargando contra el árbitro del partido, el alemán Wolfgang Stark, e incluso contra el colegiado noruego Tom Henning Ovrebo, que dirigió de forma muy polémica el encuentro de vuelta de semifinales de la Champions 2008/09 entre el Chelsea y el Barcelona en Stamford Bridge, cuando el portugués era el técnico de los blues. También tuvo lo suyo para la UEFA, para el presidente de la Federación Española de Fútbol (RFEF), Ángel María Villar, para el club azulgrana y, sobre todo, para Pep Guardiola.
¿Teoría de la conspiración?
Lejos de recular, el técnico madridista tiene claro que está defendiendo su verdad y que no hizo ninguna interpretación subjetiva de los hechos, y así se lo ha hecho saber tanto a los tres miembros del Comité de Apelación, el suizo Michel Wuilleret –presidente–, la francesa Patricia Moyersen y el alemán Goetz Eilers, como al inspector disciplinario de la UEFA, el suizo Jean-Samuel Leuba. Sabe que esto le puede costar caro porque incluso podría ver aumentado el castigo, pero se ha amilanado.
Además, en sus círculos íntimos ha comentado que en ningún momento ha querido alentar la teoría de la conspiración, sino advertir a la propia UEFA de todo lo que, segçún él, estaba ocurriendo en la Liga de Campeones. El portugués se aferra también al derecho a la libertad de expresión para afirmar que con sus palabras no ha menospreciado el honor de la competición y cree que sancionar sus declaraciones sí supone una violación de su potestad para poder expresarse libremente.
El luso, que abandonaba las dependencias de la UEFA "razonablemente satisfecho", ha estado declarando durante casi seis horas, desde las nueve menos de la mañana hasta las tres menos cuarto de la tarde, y ahora espera conocer la resolución. Si el Comité de Apelación no rebaja la sanción, irá hasta el final y acudirá al Tribunal de Arbitraje Deportivo (TAS), con sede en Lausana (Suiza), como ya anunció a principios de junio.
El primer pulso ya lo ganó el técnico madridista hace un mes y medio. Su comparecencia estaba fijada en un principio para el 30 de junio, pero consiguió que se aplazara en un mes, al 29 de julio, por encontrarse entonces de vacaciones junto a su familia. ¿Logrará también ahora que la UEFA rebaje el castigo?