Para muestra basta un botón, o dos. Quizás sin comprender la euforia que despierta el equipo nacional en el interior del país, Argentina llegó este domingo a la ciudad de Córdoba para jugar este mismo lunes un decisivo encuentro con Costa Rica que definirá su horizonte en el torneo.
Embanderados y muy entusiasmados, cientos de hinchas esperaron al equipo en las puertas del complejo que eligió para alojarse, pero los futbolistas, rodeados de un impresionante operativo de seguridad, ingresaron por el garaje y evitaron el calor popular. La semana pasada, Argentina viajó a la futbolera ciudad de Santa Fe con la idea de llevar a cabo un entrenamiento a puerta cerrada antes de medirse con Colombia.
Sólo la presión de los 5.000 hinchas que se acercaron al estadio del Colón, escenario del partido, para ver los movimientos del equipo, hizo que las puertas se abrieran repentinamente y la práctica se transformara en una fiesta, a pesar de la gélida noche santafesina. El público deliró cada vez que Messi, Tévez o Agüero tocaban el balón.
"Vinieron 5.000 hinchas, pero si se organizaba un entrenamiento abierto, la gente hubiera llenado el estadio", se escuchó en los medios santafesinos, que, lo mismo que los cordobeses, se quedaron con las ganas de oír las voces de los jugadores. Ahí sí Tévez demostró por qué es "el jugador del pueblo". Amable, risueño, el goleador del Manchester City se encargó de regalar los escasos gestos de afecto en celeste y blanco. Al día siguiente, el amor se transformó en bronca con el empate frente a Colombia y la albiceleste se llevó de Santa Fe una clamorosa pitada que le costará olvidar.
Del trato, o destrato, con la prensa ni hablar. Perdidos en el tiempo los "mano a mano" con los periodistas, meros intermediarios entre los jugadores y los hinchas que les idolatran, la selección Argentina suele designar a dos de sus integrantes para que comparezcan ante los cronistas los días de atención. Normalmente desabridas y de escaso contenido periodístico, resulta notorio que las ruedas de prensa son una pesada obligación para los jugadores, que también suelen huir despavoridos de la famosa 'zona mixta', muchas veces recurriendo a la teatralización.
Sólo los canales de televisión 'con derechos' pactan entrevistas individuales con los jugadores o con el seleccionador Sergio Batista, moviéndose sigilosamente por el predio deportivo que la Asociación del Fútbol Argentino tiene a las afueras de Buenos Aires. Para el resto, más de lo mismo.
Se muestra lejana y distante esta selección. Parecen inaccesibles estrellas de rock los jugadores argentinos. No se entiende que todos, absolutamente todos, son piezas necesarias en este circo.