Las relaciones institucionales entre Real Madrid y Barcelona están heridas de muerte después de los cuatro clásicos. Tanto Florentino Pérez como Sandro Rosell quieren guardar las apariencias para no volver a la época de Núñez, Gaspart, Mendoza y Lorenzo Sanz. Sin embargo, el cruce de denuncias y acusaciones ha hecho mella en su relación.
Ambos mantenían una relación muy fluida, fruto de los intereses comunes que comparten los dos grandes de nuestro fútbol, en especial los derechos televisivos. Durante una de las cuatro comidas que han tenido que compartir los mandatarios, Rosell ya dijo en tono jocoso que no pediría un préstamo a Florentino. En las posteriores, ni siquiera hablaron y se guardaron de las cámaras.
Sin embargo, según informa El Confidencial, el presidente del Barcelona se arrancó en la última comida en la Ciudad Condal con una petición a Florentino Pérez, que no salía de su asombro. Después de la denuncia a Jose Mourinho y la posterior respuesta del club blanco, las relaciones estaban más tensas que nunca y Rosell se dignaba a pedir ayuda.
El asunto era claro: pedía apoyo para resucitar el enterrado G-14, el grupo de los clubes más poderosos que quieren hacer sombra a la UEFA. Y es que, pese a que el organismo ha atendido las peticiones del equipo azulgrana y las sospechas por los arbitrajes sobrevuelan, el Barcelona también se empieza a hartar de Platini y compañía.
La iniciativa, liderada en su día por Lorenzo Sanz y Florentino Pérez, consiste en una unión de los clubes más fuertes del continente para formar una Superliga y no tener que ceder ante los caprichos de la UEFA, con lo que gestionarían ellos mismos la propia competición. Al Real Madrid la idea le seduce y más después de lo sucedido con la negativa a la sanción de Busquets, pero parece difícil que el proyecto salga adelante, al menos de momento.