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El Real Madrid se cita con la historia

En la semifinal, los blancos se medirán al Maccabi de Tel Aviv, otro histórico que quiere reverdecer laureles en el Palau Sant Jordi de Barcelona.

Los ocho títulos del Real Madrid, el más laureado del continente, y los cinco del Maccabi otorgan a esta semifinal un poso especial con sabor a baloncesto clásico y de categoría, aunque los dos equipos estén en plena remodelación y modernización de sus plantillas.

El Madrid vuelve a la elite quince años después de su última presencia en la Final a cuatro. Mucho tiempo, quizá demasiado para un equipo que ha escrito con letras de oro muchas páginas del baloncesto europeo. El equipo español se marcó desde el principio de temporada el objetivo de su presencia en Barcelona. Calidad y juventud fueron sus apuestas, aunque no ha tenido un camino especialmente placentero y se ha dejado por el camino al entrenador Ettore Messina, que dimitió, y a Jorge Garbajosa, al que se invitó a abandonar el club.

El Maccabi está en Barcelona casi por casualidad. El eterno campeón israelí decidió hacer una remodelación de su plantilla y se autoexcluyó de la gran cita europea, a la que ha tenido acceso después de una gran temporada en la que ha sorprendido a propios y extraños. Los israelíes ganaron el título en 2004 y 2005 y decayeron, aunque en 2008 volvieron a la Final a cuatro de Madrid. Su ausencia no es, por tanto, tan larga como la de los madridistas.

La ausencia de Doron Perkins, uno de los puntales del equipo macabeo en defensa, marcará la semifinal, según han reconocido los dos entrenadores. "Hemos tenido que modificar nuestra defensa con la ausencia de Perkins. Él era nuestro comodín en las situaciones de máximo esfuerzo y hemos tenido que aprender, contra reloj, a jugar sin él", apuntó David Blatt, entrenador del Maccabi.

"La ausencia de Perkins es muy importante para el Maccabi porque pierde un jugador clave en su rotación exterior. Si conseguimos sacar provecho de eso, puede ser una ventaja muy importante para nosotros", declaró Emanuel Molin, entrenador del Real Madrid.

El equipo israelí, que jugará la octava Final a cuatro del milenio, evita hablar de "mayor experiencia" en este tipo de partidos y su entrenador prefiere afirmar que "esta final es una de las más impredecibles de los últimos tiempos". Derrick Sharp, el capitán de los judíos, es el único jugador que ha participado en las siete anteriores Finales a cuatro en las que estuvo el equipo y Tal Burstein en seis. Ellos serán los que pongan la mesura en un equipo en el que el inmenso pívot griego Sofo Schortsanitis, y los estadounidenses Jeremy Pargo y Chuck Eidson llevan el peso del conjunto.

En el Real Madrid la experiencia de Pablo Prigioni, que jugará su quinta Final a cuatro, será fundamental, pero también el buen saber hacer todos, con el capitán Felipe Reyes a la cabeza. Bajo los aros, Ante Tomic tendrá ventaja de centímetros pero una gran carencia de kilos ante Schortsanitis, un jugador que engaña por su corpulencia y que sabe moverse como una anguila.

La defensa del Real Madrid será fundamental y también la paciencia en ataque y saber leer la táctica de los macabeos, "un equipo que tiende trampas y te hace creer que está defendiendo en individual cuando es una zona más o menos encubierta", dicho en palabras de Jota Cuspinera, segundo entrenador del Real Madrid.

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