La final de Copa del Rey que acoge Mestalla enfrenta dos caminos antagónicos con un mismo fin. Dos formas radicalmente distintas de saborear la victoria. Pep Guardiola y José Mourinho. El virtuosismo del fútbol contra la eficacia. Dos estilos de juego enfrentados por un título.
Sus poses en su profesión y en la vida tienen poco que ver. Han conseguido que sus equipos sean fieles reflejos en el campo de sus mentalidades. De la forma en la que cada uno entiende el juego.
El jogo bonito de Pep
Degusta el aficionado azulgrana en su paladar el fútbol más brillante del planeta. Un equipo que ya es historia, por ganar seis títulos en una temporada inigualable, la de 2008/09, cuyo hambre de éxito no se rebaja con los años. Guardiola, que se calificaba técnico de proyectos cortos, explota la cara dulce del fútbol. Y eso no tiene fecha de caducidad. Es el barítono de una sinfonía armónica. Lidera un equipo que ondea la bandera del toque y el espectáculo.
El equipo de Guardiola se asocia al espectáculo. Fútbol total. La visión de Xavi hermanada con la magia de Andrés Iniesta marcan su estilo, al que Pep ha sabido acoplar el individualismo de Leo Messi. Dice Fabio Capello que es el tercer gran equipo de la historia tras el Ajax de Johan Cruyff y el Milán de Arrigo Sacchi. Un equipo que nace en la presión, que vive acariciando la pelota. Un 4-3-3 con presión asfixiante, paredes interminables y toque instalados siempre en terreno del rival, informa EFE.
El ganador Mou
Ante el apogeo del Barcelona irrumpió en el escenario una figura que genera nerviosismo en la Ciudad Condal. El único que fue capaz de frenar al conjunto azulgrana e impedir su hegemonía en Europa. Un técnico que llegó a la "casa blanca" como el salvador, que acapara todo el protagonismo e impone su mando. Es José Mourinho, el técnico asociado con el éxito en cada capítulo de su carrera en los banquillos, que saca máximo provecho de plantillas que se entregan a su figura. Una demoledora eficacia.
Es la gran apuesta de Florentino Pérez. El cambio de rumbo de un club que se entrega a la figura del entrenador. Crea un proyecto en torno a él y acepta cada una de sus decisiones, por polémicas que seas. Queda expuesto a una figura que no deja indiferente a nadie. Es querido u odiado. Con él no hay termino medio.
Pero la hinchada blanca no discute a Mourinho que ha cambiado el Real Madrid de los últimos años. Ante la imposibilidad de pelear de tú a tú con la calidad del Barcelona, ha trasladado la fórmula que le llevó a tumbarle en la Liga de Campeones con el Inter. Un estilo que lejos de provocar la queja del sabio aficionado del Santiago Bernabéu, ha tenido una buena acogida.
El cambio de sistema
Pese a mostrar que su estilo va en función del perfil de jugadores del que dispone y que en gran parte de la temporada ha enterrado su fama de técnico defensivo, el 5-0 encajado en el Camp Nou le ha conducido a un trivote en el centro del campo para reducir espacios y frenar el fútbol del Barça. Pepe, Sami Khedira y Xabi Alonso, con la variante de Lass Diarra, son puro músculo en la zona de máquinas donde se crea el fútbol del rival.
Ha pasado de un plumazo de un ofensivo 4-2-3-1, en el que juntaba la calidad técnica de Cristiano Ronaldo, Mesut Özil o Ángel Di María, a un 4-5-1, con todo su equipo por detrás de un esférico que entrega al rival para buscar la velocidad del contraataque y un fútbol vertical, eléctrico, de poca elaboración pero con pegada.
El clásico muestra dos estilos de entender el fútbol. La fantasía del Barcelona ante el juego directo del Real Madrid. Una lucha entre los dos mejores futbolistas del mundo, Leo Messi y Cristiano Ronaldo. Tan distintos como necesarios.