Las defensas alternativas del técnico catalán consiguieron complicar las operaciones atacantes madridistas, desbaratar muchas posesiones y conducir el choque por caminos más farragosos de los deseados para el Madrid. El Madrid se atascó. Una de las razones radicó en las complicaciones de sus bases. Raúl López cometió la tercera falta en el segundo cuarto; el turco Kemal Tunceri tampoco anduvo fino y el chaval Richard N'Guema topó con la responsabilidad de cubrir el puesto durante minutos de mucha exigencia mientras sus compañeros reposaban los nervios en el banco. El Gran Canaria entró en el descanso entero (44-36). El Madrid, con el susto reciente, pero tranquilizado por la muñeca de seda del estadounidense Louis Bullock que, como en épocas no tan lejanas, hubo de cargar el brazo para apagar los focos de fuego encendidos por las recuperaciones y las defensas insulares.
El desarrollo del primer tiempo reforzó la fe de los grancanarios tanto que a un minuto para el final del tercer corte Mario Fernández situó el marcador en un 59-59 que pocos esperaban. O sea, que la eliminatoria a priori más desigual pendía de un hilo a falta del periodo definitivo (61-59). La defensa encerraba muchas cosas. La diferencia en faltas personales señaladas también jugó un papel decisivo y, de la misma manera, el excelente encuentro del húngaro Kornel David -diecisiete puntos hasta el minuto treinta-. El Gran Canaria se situó finalmente en ventaja a ocho minutos de la bocina tras una acción de Sergio Pérez (61-62), pero cuando las cosas se tuercen para los blancos, surge un solucionador de problemas: Bullock.
El estadounidense metió un triple vital (67-64 m.34). Vital porque, aunque quedaba mucho, el patio daba poco margen. El Madrid luchaba contra un rival crecido, un saco de faltas y los nervios de algunos. La situación era muy propicia para que el Gran Canaria, por fin, superase la primera eliminatoria en la Copa del Rey. Con permiso de Bullock, claro y también del Real Madrid porque una de las diferencias de este conjunto con alguna de sus anteriores versiones más recientes estriba en la ambición. Charles Smith encontró el aro, Bullock desde la línea de personal y una penetración marca de la casa de Felipe Reyes, en pleno apogeo defensivo blanco, dieron carpetazo a las ilusiones insulares (75-68 m.36). El Madrid y el Tau, dicho de otro modo, el líder de la Liga y el defensor del título, se enfrentan ahora (sábado; 19.30; La2) por un puesto en la final.
Una de las cosas que Comas debía resolver apuntaba al alemán Patrick Femerling, que jugó lastrado por una fuerte gastroenteritis. Los problemas del germano dejaban el juego interior cajista en una situación complicada por el poderío interior del cuadro alavés. Para el Caja San Fernando supuso, por otro lado, alterar el equilibrio que mantiene entre el juego interior y el juego exterior.
El Tau, que también ha construido una plantilla nivelada, dispone de más jugadores decisivos en el apartado individual. Dos de esos hombres, el serbio Igor Rakocevic y el hispano-argentino Luis Scola, encauzaron la victoria en un excelente primer cuarto (20-12). Por encima de la diferencia obtenida en esos diez minutos iniciales, lo que ambos inyectaron al Tau afectaba a la moral, al aspecto psicológico.
Rakocevic y Scola enviaron un mensaje claro: tenemos calidad, fuerza y recursos para solventar esto cuando nos lo propongamos. El serbio anotó tres triples y firmó nueve puntos. El internacional albiceleste sumó seis, es decir, que entre ambos firmaron quince de los veinte anotados por el bando vasco en el cuarto de apertura. El Caja San Fernando, que trató de bloquear la conexión entre el argentino nacionalizado español Pablo Prigioni y Scola, una de las asociaciones más productivas del baloncesto europeo. No le fue posible.
Perasovic, cuya carrera como técnico aún cubre las primeras etapas, ha demostrado, sin embargo, hallarse sobradamente preparado para el baloncesto de alta competición. El croata dosificó muy bien el movimiento del banquillo. Llevaba el partido estudiado al detalle. El Caja pudo subirse al tren del choque gracias a unos minutos de acierto defensivo que le reportaron varias recuperaciones. De haber aprovechado los balones robados en una serie de infructuosas posesiones alavesas habría dado otro curso a la eliminatoria (24-18 m.13).
Todo lo que dejó el esfuerzo cajista consistió en un frenazo anotador, pero tanto del Tau como propio. Lógicamente, la vuelta a la dinámica ofensiva normal de los del Buesa Arena partió el encuentro. Porque, aunque los sevillanos contuvieron los márgenes sin salirse de forma irremediable de la contienda, el Tau siempre conservó un cómodo colchón de seguridad en el entorno de los diez puntos que le facilitó la tranquilidad necesaria para manejar el juego sin excesivos agobios.
El tercer cuarto disparó a los hombres de Perasovic (65-50 m.29), que remataron el trabajo sin sobresaltos pese a la entrega de los andaluces, que volvían a la Copa después de tres años y que no pudieron con uno de los cabezas de serie de la competición, en la que ya habían caído dos de esos cabezas de serie -el Unicaja y el Akasvayu Girona-.