L D (EFE) Si alguien pensaba que el Valladolid iba a darse por contento con alcanzar la final tras derrotar en las semifinales, contra todo pronóstico, al todopoderoso Ciudad Real, desconoce la rebeldía que define al conjunto de Juan Carlos Pastor. Animados por una bullanguera afición, el Valladolid se reivindicó desde el primer momento como un serio candidato al triunfo, pese a que, a diferencia de lo que ocurriera en las semifinales, ni Gull, ni Fis ni Garabaya se mostraran tan certeros como ante el conjunto manchego.
Circunstancia que obligó a tomar el protagonismo a jugadores como David Davis, y, sobre todo, al portero Sierra, empeñado en arrebatar el galardón de mejor portero al serbio Dejan Peric, que cedió de inicio su puesto a Barrufet. Mimbres más que suficientes para mantenerse siempre con vida en el marcador ante un Barcelona, en el que una jornada más Skrbic desde el pivote y Romero fueron un auténtico seguro de vida en ataque para los de Xesco Espar.
Así, con diferencias nunca superiores a los dos goles, pese a las numerosas exclusiones en ambos equipos, transcurrió la primera mitad, que no hizo si no incrementar las esperanzas de victoria del conjunto de Pucela (14-13). Una igualdad que se mantuvo en el comienzo de la segunda mitad, en la que el danés Jeppesen y el húngaro Laszlo Nagy tomaron el relevo goleador por el Barca, mientras que el internacional español Chema Martínez hizo lo propio por el equipo vallisoletano.
La paridad en el marcador 22-22 (m.45) atenazó tanto a unos como a otros en los siguientes minutos, en los que ni Barcelona, primero, ni Valladolid, después, supieron aprovechar sendas superioridades numéricas para abrir brecha. Así, se llegó a los últimos tres minutos con un emocionante 25-25 en el marcador. Tres minutos en los que ninguna de las estrellas del Barcelona tuvieron el temple de dos secundarios como el cancerbero Sierra y el extremo Juan Rentero.
El extremo madrileño puso con un preciso lanzamiento el 26-25 tras una bonita circulación de los vallisoletanos y pudo sentenciar instantes más tarde con un disparo que esta vez detuvo Barrufet. Sin embargo, el protagonismo no iba a ser del meta azulgrana, sino de su homólogo Sierra que en la jugada inmediatamente posterior sacaba una prodigiosa mano en un contraataque conducido por Xavi O'Callaghan. Una parada que valía un título, el primero del Valladolid en la Copa del Rey, un premio que se encargaría de certificar, otro de los héroes pucelanos, el extremo David Davis, que puso el definitivo 27-25.