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El Joventut, primer semifinalista de la Copa del Rey tras superar al Ricoh Manresa (87-90)

La Copa del Rey de baloncesto 2004 ha arrancado demostrando la igualdad entre los equipos existentes. Así se ha demostrado al menos en el primer encuentro de cuartos de final, donde el DKV Joventut ha necesitado de la prórroga para superar al Ricoh Manresa. El equipo verdinegro regresa así a las semifinales seis años después.

L D (EFE) El primer cuarto careció de esa tensión y esa electricidad tan típicas que se respira en los duelos a cara o cruz de la Copa. Manresa y Joventut entraron en faena seria lentamente, de forma progresiva y, eso sí, cuando lo hicieron, el choque adquirió un aspecto magnífico. Al final, con prórroga y todo, como mandan los cánones.

El período dedicado al calentamiento mental de las dos escuadras perfiló un Manresa dominador, mucho mejor dirigido que su oponente y bastante más fresco de ideas que éste, más dinámico, con un baloncesto superior en velocidad y movimientos. Al Joventut le pesaba ese extraño síndrome que aparece en las fases finales de muchas competiciones y que convierte los aros en duros metales puestos en su sitio única y exclusivamente para escupir balones fuera.

El resultado de la escaramuza sitúo a los manresanos al frente de las operaciones (17-12) con un buen John Brown y una acertada rotación en la banda de Ricard Casas. El equipo de Aíto García Reneses, sin embargo, movía sus piezas en busca de equilibrio con Radulovic en el papel del lesionado Jamie Arnold, plantado en el centro de la zona. A pesar del otro croata, Zan Tabak, los bajos porcentajes de tiro impedían que el Joventut se soltase sus ataduras. El Manresa se sentía cómodo, muy cómodo y, después de cuatro triples prácticamente seguidos -dos de Juan Alberto Espil y otros dos a cargo de Ferrán Laviña y Maiol Cisteró-, corrió satisfecho al lateral en el obligado tiempo muerto verdinegro con 35-23 (m.17).

La satisfacción del Manresa se transformó de repente en preocupación. Al Joventut empezaron a entrarle los tiros. Cero de cinco en triples en el primer cuarto para los badaloneses y, aún sin fijar tampoco buenos números, tres de catorce al descanso. Aunque escaso, ese corto bagaje les bastó para reflotar la confianza y retirarse al vestuario dentro de la pelea (41-35). El parcial encajado por el equipo del Bagés había parado en 0-12. A los cinco minutos del tercer cuarto era de 10-24 y el equipo que mandaba en el marcador el contrario (45-47). Entonces volvió a producirse un punto de inflexión que operó en sentido opuesto, a favor del Manresa. La cuarta falta personal de Zan Tabak, máximo anotador del choque en ese preciso instante -doce tantos- frenó la escalada del Joventut, que arrancó el último periodo de nuevo en desventaja, retrasado con los mismos seis puntos que cargaba a cuestas desde el descanso (64-58) y algo confuso frente a la zona impuesta por Ricard Casas.

Tabak, lógicamente, regresó a la cancha. La película de la remontada terminó de golpe porque el pívot cometió la quinta en menos de cuatro minutos. No tuvo margen ni para rescatar la confianza de sus compañeros. El Joventut veía el aro como un dedal y el croata, vendido en la acción de su última falta, se cayó del cartel sin demostrarles a los suyos que las dos canastas eran idénticas. En Copa, de cualquier forma, todo es posible y los chicos de Aíto resucitaron justo a tiempo de conseguir la prórroga. Dos tiros libres de Radulovic a falta de diez segundos lo hicieron posible (77-77) porque el Manresa se equivocó en la última posesión y porque, además, aunque no estaba Tabak, jugaba Rudy Fernández, la perla de la Penya y, por suerte, del baloncesto español, un hombre-niño de presente enorme y futuro esplendoroso. Fernández sacó el repertorio en la prolongación y, a medias con Alain Digbeu apostado en la línea de triples para terminar el trabajo, fulminaron de nuevo al Manresa. Cinco de cinco en Copa para los verdinegros.

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