L D (Agencias) Todos coinciden en algo: otorgar el oro olímpico a los rusos Berezhnaya y Anton Sikharulidze fue injusto -"¡robo!" proclaman en grandes caracteres las portadas de los diarios de este miércoles- y debió ser para los canadienses Jaime Sale y David Pelletier. De momento, la Federación Internacional de Patinaje (ISU) ha dejado bien clara su postura y ha asegurado que ha iniciado una investigación interna para dejar fuera de controversia la decisión de los nueve jueces. En un comunicado hecho público la pasada madrugada, la ISU ha confirmado que tratará de determinar si "la reglas y los procedimientos dictados por la Federación se han respetado" en la final olímpica de parejas.
De los nueve jueces que puntuaron a las parejas, cinco e ellos colocaron a la pareja rusa en primera posición, mientras que cuatro optaron por los canadienses. Mientras que los cuatro jueces pro-canadienses provienen todos de países occidentales, cuatro de los árbitros internacionales que se decantaron por los rusos provienen de países que formaban parte de la antigua URSS. El noveno juez, el de la polémica, era francés, lo que ha hecho correr ríos de tinta en los medios norteamericanos, más si se tiene en cuenta que la pareja Sale-Pelletier es francófona. Diversos medios de comunicación estadounidenses y canadienses han empezado a ver detrás de la decisión judicial un oscuro asunto de sobornos y compras de votos a favor y en contra de algunos patinadores, que, según la CNN, haría que los países del antiguo Bloque del Este pudieran tratar de favorecer y perjudicar a ciertos patinadores.
Mientras tanto, en el Delta Center, la sede donde se celebran las competiciones de patinaje artístico, la polémica ha traído la paranoia y la rumorología contínua entre los patinadores. Y ello a pesar de que los patinadores canadienses han repetido por activa y por pasiva que los jueces son humans, y por lo tanto, pueden cometer errores. "Nosotros no tenemos el control de esta situación. No es culpa de los rusos tampoco.
Nosotros hicimos nuestro trabajo, y loe jueces el suyo, y son humanos”, ha asegurado Jaime Sale. “No estamos de acuerdo con lo que ha ocurrido, pero estamos muy contentos con lo que hemos hecho”.
Cuando la pareja de patinadores canadienses terminó sus cuatro minutos y medio de programa largo, la opinión del público y los comentaristas de televisión era unánime: habían ganado el oro. Sin embargo, una polémica decisión de cinco jueces les dejó con la plata, dejando el lugar más alto del podio para los rusos Yelena Berezhnaya y Anton Sikharulidze, que consiguieron así para su país la décimo primera medalla de oro consecutiva en esta categoría.
La pareja rusa realizó una interpretación muy apasionada de la Meditación de Massenet Julios de la ópera Thais, en la que no tuvieron ni un solo fallo, con unos saltos con mucha altura, muchísima velocidad y unas recepciones muy limpias. Eso sí, lo que los rusos no lograron fue encender a la audiencia. Sin embargo, los canadienses Jaime Sale y David Pelletier sí tuvieron en todo momento al público a sus pies, que siguió su programa con aplausos y vítores, basado en la música de Love Story. La tercera posición en el podio la ocuparon los patinadores chinos Shen Xue y Zhao Hongbo.
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De los nueve jueces que puntuaron a las parejas, cinco e ellos colocaron a la pareja rusa en primera posición, mientras que cuatro optaron por los canadienses. Mientras que los cuatro jueces pro-canadienses provienen todos de países occidentales, cuatro de los árbitros internacionales que se decantaron por los rusos provienen de países que formaban parte de la antigua URSS. El noveno juez, el de la polémica, era francés, lo que ha hecho correr ríos de tinta en los medios norteamericanos, más si se tiene en cuenta que la pareja Sale-Pelletier es francófona. Diversos medios de comunicación estadounidenses y canadienses han empezado a ver detrás de la decisión judicial un oscuro asunto de sobornos y compras de votos a favor y en contra de algunos patinadores, que, según la CNN, haría que los países del antiguo Bloque del Este pudieran tratar de favorecer y perjudicar a ciertos patinadores.
Mientras tanto, en el Delta Center, la sede donde se celebran las competiciones de patinaje artístico, la polémica ha traído la paranoia y la rumorología contínua entre los patinadores. Y ello a pesar de que los patinadores canadienses han repetido por activa y por pasiva que los jueces son humans, y por lo tanto, pueden cometer errores. "Nosotros no tenemos el control de esta situación. No es culpa de los rusos tampoco.
Nosotros hicimos nuestro trabajo, y loe jueces el suyo, y son humanos”, ha asegurado Jaime Sale. “No estamos de acuerdo con lo que ha ocurrido, pero estamos muy contentos con lo que hemos hecho”.
Cuando la pareja de patinadores canadienses terminó sus cuatro minutos y medio de programa largo, la opinión del público y los comentaristas de televisión era unánime: habían ganado el oro. Sin embargo, una polémica decisión de cinco jueces les dejó con la plata, dejando el lugar más alto del podio para los rusos Yelena Berezhnaya y Anton Sikharulidze, que consiguieron así para su país la décimo primera medalla de oro consecutiva en esta categoría.
La pareja rusa realizó una interpretación muy apasionada de la Meditación de Massenet Julios de la ópera Thais, en la que no tuvieron ni un solo fallo, con unos saltos con mucha altura, muchísima velocidad y unas recepciones muy limpias. Eso sí, lo que los rusos no lograron fue encender a la audiencia. Sin embargo, los canadienses Jaime Sale y David Pelletier sí tuvieron en todo momento al público a sus pies, que siguió su programa con aplausos y vítores, basado en la música de Love Story. La tercera posición en el podio la ocuparon los patinadores chinos Shen Xue y Zhao Hongbo.
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