La legendaria faena de José Tomás en Nimes (Francia) va camino de convertirse en Historia del toreo, si no lo es ya. El diestro cortó nada menos que once orejas y un rabo e indultó a uno de los astados en una hazaña que tuvo lugar ante un lleno total de 14.000 personas.
Los ganaderos salmantinos Moisés Fraile y Justo Hernández, que aportaron un toro cada uno a la encerrona de Tomás se mostraron orgullosos de que el diestro apostase por sus astados. Justo Hernández, titular del hierro de Garcigrande, se mostró contundente ante la gesta al afirmar, en declaraciones a Efe, que lo del diestro de Galapagar "es una manera única de ver el toreo".
En la platea de la plaza, el alcalde de Nimes presenció el espectáculo junto al Premio Nobel Mario Vargas Llosa. Ninguno de los presentes pudo haber visto antes algo como lo que Tomás estaba a punto de lograr.
En la jornada, Tomás cortó dos orejas al primero (de Victoriano del Río), otras tantas al segundo (Jandilla), también al tercero (de El Pilar), indultó al cuarto (de Parladé) con trofeos simbólicos, y logró las dos del quinto (Garcigrande) llevándose finalmente una del sexto (Victoriano del Río). Tales fueron las dimensiones de su faena, que Tomás fue portada de todos los diarios. Se habla de antes y después de ella. E incluso El País alabó sin dobleces la calidad de su toreo.
El éxito de Tomás es sólo comparable al secretismo que rodea su vida y obra. Tomás rehúye a los medios de comunicación salvo en muy contadas ocasiones, y mantiene totalmente al margen su vida privada. Sus actuaciones se cuentan casi con los dedos de una mano, pero prácticamente todas ellas acaban en resultados sin parangón que elevan el listón para el resto. Además, no hay más que recordar su retiro sin apenas explicaciones allá por 2002, que terminó en 2007 con su espectacular regreso cinco años después en la Monumental de Barcelona.
De su vida personal poco se sabe, salvo que está casado con una cajera de supermercado, Isabel, y que ambos fueron padres por primera vez el pasado mes de noviembre de 2011. De Tomás, ese gran desconocido, sus allegados dicen que se trata de una persona tranquila y comprometida con diversas causas sociales, que no políticas.
Se trata de una persona tan celosa de su intimidad que todo alrededor suyo está imbuido de secretismo. Su apoderado, Salvador Boix, carece de vinculación con los toros más allá de eso, y al propio Tomás apenas se le conocen amistades o relaciones en ese mundo al margen de su actividad en la plaza, un mérito que muchos atribuyen en parte a Olga Adeva, su representante en la primera época.
Lo que sí se conoce es la pureza de su arte, su valor ante el toro, del que parece leer el pensamiento, y ante todo la vida que posee Tomás en el ruedo, en el que parece desprenderse del miedo a la muerte. Todo ello le ha convertido en un virtuoso de un arte criticado, capaz de las más dramáticas hazañas, así como de enervar a los amantes de un toreo más tranquilo y relajado.