Lo vengo diciendo, San Isidro avanza y me lleno de razón. Lo de Taurodelta es intolerable. Después de lo que pasó ayer en la novillada de Moreno Silva ¿qué queréis que os diga? En mis pocos años como aficionado nunca había presenciado un espectáculo –si se puede llamar así– semejante: un insulto, una burla a la Fiesta mucho más dolorosa para quienes amamos este noble arte que las arremetidas demagógicas de los animalistas.
No voy a cargar contra los novilleros, bastante tienen los chavales ya. A un chico que está empezando le ofreces una tarde en Madrid y no se va a negar. Para eso están o deberían los apoderados, los primeros responsables de engañarles. Porque, visto lo visto ayer, es evidente que nadie en su sano juicio podía pensar que los chicos tenían capacidad para enfrentarse a una novillada de Moreno Silva, con hechuras de corrida de toros, de un encaste durísimo como Saltillo. Los tres primeros encastados, pero difíciles, como buenos Saltillo, para cualquier torero del escalafón. Salieron después dos bichos fuera de tipo, peligrosísimos. En cualquier caso, era lo previsible. ¿O es que la empresa no sabe cómo salen las novilladas de esta ganadería? ¿O, quizás, no habían visto antes a los novilleros? ¿Cómo se puede cerrar ese cartel? ¿Y la Comunidad de Madrid cómo puede aprobarlo? ¿Se está riendo de la afición, una vez más, Taurodelta?
Alguien tendrá que asumir las responsabilidades de lo que está pasando este año en San Isidro. Casi nada bueno –excepto las actuaciones de Curro Díaz y Rafaelillo y los dos toros de Los Bayones del domingo– y todo lo demás malo, muy malo. No es de recibo que el señor presidente del Consejo de Asuntos Taurinos de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, siga defendiendo en público a la empresa. No. Y menos con el peregrino argumento de que la plaza tiene buenas entradas todas las tardes, cuando él sabe que eso se debe al abono obligatorio. Otro día hablaremos del tema de los abonos. Recordemos que la Comunidad de Madrid prorrogó la concesión esta temporada a Taurodelta pese al manifiesto descontento mayoritario de la afición. Y si al presidente del Consejo de Asuntos Taurinos no le gustan los toros debería dar paso a otros. Porque si esto no cambia ya, tendrán más que razón quienes acusan de oportunista a la Comunidad por declarar la Fiesta "bien de interés cultural".