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Adiós a la legendaria bailarina Alicia Alonso

No dejó los escenarios ni cuando estaba quedándose ciega, tampoco dejó de trabajar cuando colgó las zapatillas de ballet.

No dejó los escenarios ni cuando estaba quedándose ciega, tampoco dejó de trabajar cuando colgó las zapatillas de ballet.
Alicia Alonso, bailarina. | Cordon Press

La bailarina Alicia Alonso, leyenda de la danza clásica y creadora de la escuela cubana de ballet, murió este jueves en La Habana a los 98 años y con su partida dejó conmovido al mundo de las artes y a sus cientos de pupilos, uno de los cuales resumió así el sentir general: "Creíamos que era eterna".

El Ballet Nacional de Cuba (BNC) del que ella fue fundadora y que seguía dirigiendo confirmó el fallecimiento de Alonso a causa de una enfermedad cardiorrespiratoria unas horas después de ingresar en el Centro de Investigaciones Médico Quirúrgicas (CIMEQ) de La Habana.

De carácter indomable y voluntad férrea, la mítica bailarina que no dejó los escenarios ni cuando estaba quedándose ciega, tampoco dejó de trabajar cuando colgó las zapatillas de ballet y hasta el último día de su vida siguió siendo la directora y "prima ballerina assoluta" del BNC.

El país despidió desolado a una de las figuras más icónicas de la cultura cubana contemporánea, quien habría cumplido 99 años en diciembre. La bailarina puso la danza clásica cubana en el mapa y la aupó a los principales escenarios del mundo.

De padres españoles

Nacida en La Habana el 21 de diciembre de 1920 y de padres españoles, Alicia Ernestina de la Caridad del Cobre Martínez del Hoyo comenzó a bailar a los nueve años, desarrolló parte de su formación en Estados Unidos y protagonizó una larga y laureada carrera que la llevó con papeles protagonistas a los principales escenarios del mundo.

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El apellido Alonso lo tomó de su marido, el bailarín cubano Fernando Alonso, con quien fundó en 1948 su compañía, que tras el triunfo de la Revolución cubana en 1959 pasó a ser el Ballet Nacional de Cuba (BNC).

De las decenas de papeles que interpretó, el más recordado es el de Giselle, el personaje de la campesina ingenua, romántica y engañada que bordó al mínimo detalle interpretativo.

Entre los numerosos reconocimientos que recibió a lo largo de su vida figuran la Orden José Martí, máxima condecoración que concede Cuba, la Encomienda de la Orden Isabel la Católica, otorgada por España, y el premio Anna Pávlova de la Universidad de la Danza de París.

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