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Isabella Rossellini, 'porno verde' en un teatro

La actriz asistió hace unas semanas al Festival de Cannes al homenaje a su madre, Ingrid Bergman.

La actriz asistió hace unas semanas al Festival de Cannes al homenaje a su madre, Ingrid Bergman.
Espectáculo "Green Porno, live on stage" | Teatros del Canal / Mario del Curto

Durante cuatro días, la actriz y modelo Isabella Rossellini ha estado en Madrid representando en los Teatros del Canal el espectáculo Green Porno, live on stage. O sea, porno verde en vivo, en escena. Leyéndolo así, literalmente, me pongo en guardia, indago y me entero que su protagonista "explora la vida sexual de las criaturas que habitan nuestro jardín". Pero ¿qué clase de criaturas, me sigo preguntando? ¿Y en qué jardín nos metemos? Pues, tomen nota: desde mortíferas arañas hasta libélulas, pasando por abejas, gusanos y otras especies animales, procreando. Y para ello, Isabella Rossellini se disfraza y deleita al respetable con las costumbres de esa fauna, imaginamos que adoptando las posturas precisas, los movimientos, los sonidos. Todo ello con un gran sentido del humor, y así recogemos de la crítica de The New York Times lo siguiente: "Un testimonio de la increíble variedad de la naturaleza".

"Fascinante montaje, entretenido", según el crítico de The Hollywood Reporter. Supongo que los cinéfilos sabrán de sobra quién es esta mujer que el próximo 18 de junio cumplirá sesenta y tres años. La hija de Ingrid Bergman y Roberto Rossellini, con una hermana gemela, Issota, y un hermano, llamado como el padre, aquel que ligaba con Carolina de Mónaco. Conocida es la historia de cómo se conocieron Ingrid y Roberto. Ella, sueca, vio en Estocolmo la película Roma, ciudad abierta y escribió al director, entusiasmada, que le encantaría rodar a sus órdenes. Dicho y hecho: en 1949 Rossellini la tuvo de protagonista de Strómboli.

Al año siguiente les nació Robertino, y luego, las dos gemelas. Siete años duró aquella pareja, hasta que se dijeron adiós, porque él la engañaba por activa y por pasiva. Entre otras, con Ana Magnani. Todo ello estando muy enamorados, tras soportar el escándalo de la sociedad italiana y de medio mundo, ya que Ingrid había dejado en la capital nórdica a su esposo, un pobre dentista, que hubo de soportar con resignación aquellos cuernos. Entre Europa y los Estados Unidos transcurrió la vida de Ingrid Bergman, una de las más grandes leyendas del cine, quien falleció en Londres en 1982, víctima de un cáncer de mama.

Ahora cumpliría cien años, motivo por el que el Festival de Cannes, que se celebró hace unas semanas, clausurándose al final de semana, le dedica su sección "Una cierta mirada", donde se recordará su filmografía, estrenándose un documental biográfico. Isabella Rossellini es quien preside ese homenaje. Pero no queda ahí la cosa, porque va a seguir representando por varios escenarios Ingrid Bergman Tribute, (otro espectáculo, sin nada que ver por supuesto con el Porno Verde), representando pasajes de su madre y muy en concreto con escenificaciones donde se evoca la correspondencia amorosa que tuvieron Ingrid Bergman y Roberto Rossellini: cartas bellísimas, fruto de dos personajes de envidiable talento.

Ingrid Bergman y Rosellini. | Archivo

Conocí hace tiempo a Isabella Rossellini en una de sus estancias en Madrid. Quedamos citados en el Hotel Ritz y lógicamente hablamos de sus progenitores: "Tengo la misma sonrisa que mamá; de mi papá, heredé el temperamento latino. La última lección que me dio mi mamá fue el gran coraje que tuvo en sus últimos días. Sólo tuve ocasión de rodar una película a su lado, en 1976, A matter of time (en España se tituló Nina) y curiosamente mi papel era el de una monja que cuidaba de ella". Recuerdo a Isabella muy espigada, de considerable estatura. Le recordé que con trece años había padecido escoliosis y tuvo que someterse a una delicada operación, pues de otro modo hubiera pasado el resto de sus días encorvada, con una previsible joroba: "¡Oh, sí, lo pasé mal, con muchos dolores, pero como era aún casi una niña, ya he olvidado aquellos malos ratos".

La vida de Isabella Rossellini ha transcurrido desde que se acercó a los veinte años y marchó a Nueva York, entre la televisión (hacía entrevistas junto a Roberto Benigni para la RAI), el cine y su faceta de modelo publicitaria. Su filmografía llega al medio centenar de títulos, de los que ha quedado para el recuerdo Blue Velvet (Terciopelo azul), que la consagró como una gran promesa de la pantalla, lo mismo que a su realizador, David Lynch, con quien se enrolló cuatro años, entre 1986 y 1990, tras divorciarse de Martin Scorsese, que le llevaba varios años de diferencia y no le hacía mucho caso con sus constantes desplazamientos.

Otras relaciones: con el estudiante de Arquitectura, modelo y ocasional director, Jonathan Wiedemann, padre de su hija Elettra; con el galán Gary Oldman; con el productor teatral Grégory Mosher… Adoptó luego un niño, llamándolo como su adorado progenitor. Pero de lo que ha vivido espléndidamente Isabella Rossellini es de su cometido como modelo de alta cosmética para la casa Lancôme, firma para la que trabajó entre 1982 y 1996. Cobraba una millonada, viajando por todo el mundo. Hasta que "le dieron puerta", considerando que ¡a sus cuarenta y cuatro años!... ya era "vieja" para seguir anunciando los potingues. Y eso que se libró cuatro años antes de que la echaran, cuando intervino en un video de Madonna de alto voltaje sexual: Erótica. Para vengarse, Isabella se fue a la competencia, fichando por la casa Lancaster, donde ha venido oficiando de vicepresidenta de márketing, creando su propia línea de maquillaje.

A lista y lanzada le ganan pocas. Y a valiente y sincera: en 1997 publicó sus memorias: Algo de mí. Como la canción de Camilo Sesto… Reveló haber sido violada cuando contaba dieciséis años. Luego, lo que es la vida, en el cine tuvo que interpretar en tres películas una historia parecida a la suya. Con su aspecto de aire inocente ha tenido que soportar que la tildaran de actriz seudopornográfica: le ocurrió en Italia cuando se estrenó Blue Velvet. De nada sirvió recordar a sus compatriotas que de niña había estudiado en un colegio de monjas. Fue peor, pues la pusieron a caldo… Desde hace ya bastante tiempo habita en Nueva York, donde los periodistas no se meten con ella.

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