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Ironía, frescura y apoteosis con 'La marchenera'

El Teatro de la Zarzuela cierra su temporada con un remozado título de 1928 y Carlos Álvarez como gran estrella.

El Teatro de la Zarzuela cierra su temporada con un remozado título de 1928 y Carlos Álvarez como gran estrella.
'La Marchenera' | Fernando Marcos / Teatro de La Zarzuela

Curioso planteamiento el de los conciertos dramatizados. Suponen una alternativa más barata que una representación convencional -apenas hay escenografía- e igualmente atractiva, en especial para rescatar títulos poco representados de nuestro género, puesto que permiten centrarse en la música, dejando de lado un libreto muchas veces caduco. Es una opción a la que suele acudir el Teatro de la Zarzuela para abrir y cerrar cada temporada.

Así ha sido con la que nos ocupa: La marchenera, con partitura de Federico Moreno Torroba y texto de Ricardo González del Toro y Fernando Luque. Es un ejemplo paradigmático de lo que decimos: los temas musicales siguen siendo espléndidos, pero argumento y diálogos, ambientados en una Andalucía del siglo XIX repleta de clichés, acusan el paso del tiempo. Ante este obstáculo, se ha optado por un recurso arriesgado cuyo resultado es brillante: un texto teatral completamente nuevo, de Javier de Dios, que recrea, de forma ficticia, la creación de la propia historia.

Carlos Álvarez | Fernando Marcos

La obra comienza con un joven dramaturgo que contacta con un empresario para crear una zarzuela, ambos con puntos de vista diferentes: el primero, idealista y con ideas reformadoras, el segundo, desengañado y más pendiente de los intereses del público. Este choque creativo sirve para ironizar sobre los tópicos del libreto original, y de paso nos proporciona un fresco del Madrid de los años 20, el de Valle-Inclán, el de Celia Gámez y el Eslava. Mientras ambos personajes van dando luz al argumento se intercalan los números musicales. No se trata de un mero envoltorio: el texto es vigoroso y divertido, una reflexión sobre el teatro como forma de entender la vida, interpretados con convicción por Javier Muñoz y Fernando Sansegundo.

Pero es a escuchar la música de Moreno Torroba a lo que hemos venido. La obra, lejos de obras maestras del autor como Luisa Fernanda o La chulapona, cuenta sin embargo con momentos agradecidos que logran el equilibrio entre la sobredosis de tópicos hispanos con la elegancia habitual del compositor madrileño. Miguel Ángel Gómez Martínez, en la dirección musical, demuestra su conocimiento de una orquesta de la que fuera director titular en su día. Salvo algunos momentos en que tapa al coro, nada se puede reprochar a su hábil ejecución.

Alejandro Roy | Fernando Marcos / Teatro la Zarzuela

Y si esta lista de virtudes no convence al lector, queda el plato fuerte: el elenco artístico, encabezado por Carlos Álvarez, que regresa a este coliseo 25 años después de protagonizar La del manojo de rosas. Álvarez es uno de nuestros mejores barítonos, y como tal ha sido reconocido en todo el mundo. Su severa y penetrante voz, perfecta para el rol del Conde de Hinojares, envuelve a la platea con la romanza "Caballero veinticuatro". Su dúo con Amparo Navarro del segundo acto (El pueblo tiene un cantar / de celos y de tristeza, / diciendo que cuando empieza /el querer viene el llorar), que Álvarez cierra con un beso en la mejilla de la soprano, toca el corazón del espectador, y es lo más emocionante que se ha visto esta temporada.

Álvarez y Navarro están bien secundados por un puñado de caras conocidas para el aficionado lírico, todas ellas apuestas seguras: Alejandro Roy, con varias intervenciones de gran lucimiento; Amelia Font, en un par de esos duetos cómicos que tan bien maneja; Rocío Ignacio, fantástica en la popular petenera "Tres horas antes del día". Solo por ellos ya estaría justificado acercarse a La marchenera, un título oportunamente rescatado que demuestra lo bien que se presta la zarzuela a actualizaciones y reinvenciones. Así lo estimó un enfervorecido público, generoso en ovaciones. Esperemos que la próxima temporada comience con la misma fuerza.

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