Algo falla cuando una serie de 1985 se erige como lo mejor que un servidor ha visto este año. No me entiendan mal, la pasada temporada y la presente han estado preñadas de buenas ideas y hasta de algún puñado de sorpresas. Ahí está True Detective, serie que nos recuerda que lo mejor siempre está por venir. Pero si mirar atrás nos (re)descubre joyas como esta Edge of Darkness, un thriller de seis capítulos emitido originalmente por la BBC británica, adelante con ello. Porque se trata de una serie que, un cuarto de siglo después de su emisión original, en 1985, sigue dando la impresión de ser importante. Visionaria en su contenido y clásica en sus formas, triste pero rematadamente entretenida, oscura y densa como Ellroy pero dinámica como Ian Fleming. A los fans del thriller, la novela negra y hasta la acción, Edge of Darkess, ganadora de un montón de Baftas en 1986 y considerada uno de los hitos de la historia de la televisión británica, les dejará huella por su profundidad emocional y lustrosa puesta en escena (para los estándares de la época), y porque provoca admiración incluso en ese salto suicida y con doble tirabuzón hacia lo místico que tiene lugar en sus segundos finales.
Edge of Darkness, como tantas otras intrigas, comienza con un crimen que acaba destapando una conspiración política y los tejemanejes del poder. La hija del detective Ronald Craven, una voluntaria ecologista, es asesinada ante sus ojos en un instante de violencia salvaje. Pero naturalmente, eso es sólo el principio.
Seis son las razones por las que recuperar esta miniserie, que podrían ser perfectamente las de sus seis capítulos, pero no voy a ponérmelo tan fácil. Vamos a ello.
1. Su director es Martin Campbell. De origen neozelandés y “criado” artísticamente en la cantera de robustos directores de la BBC, ya en los ochenta a su puesta en escena se le quedaba pequeño el entorno catódico. Quizá por eso Campbell fue unos años más tarde el artífice de las dos renovaciones más difíciles del mito británico por antonomasia, la saga James Bond, en los dos primeros filmes protagonizados por Pierce Brosnan y Daniel Craig, las excelentes Goldeneye (1995) y Casino Royale (2006). Sí, ha leído bien, dos veces. Si 007 ha permanecido ahí durante las últimas dos décadas, es en gran parte por este señor con tan malas pulgas -eso dicen de él-.
La intensidad y dinamismo de la cámara de Campbell aparece ya en todas y cada una de las escenas de Edge of Darkness. Pese a que el formato televisivo y el formato 4:3, amenazaba con convertir los diálogos en cháchara y las interpretaciones en bustos parlantes, todas y cada una de las escenas tienen variedad gráfica gracias a los distintos ángulos y posiciones que adoptan la cámara y los actores. El constante cambio de escenarios, la dosificación de escenas de acción muy bien medidas, el espléndido montaje… la trama de Edge of Darkness progresa suave pero segura en todas sus ramificaciones, tanto psicológicas como políticas. Y siempre resulta atractivo de ver.
2. La música de Michael Kamen y Eric Clapton, una auténtica maravilla. Uno se pregunta por qué se adapta así de bien la guitarra sexy de Clapton a los fríos y poco glamourosos ambientes de la campiña inglesa. Un par de años después la pareja colaboraría en la banda sonora de otro policial bien distinto (aunque en el fondo no tanto), que a lo mejor les suena un poco: la exitosa saga Arma Letal.
Por cierto, y entroncando con lo dicho de su director, no se pierdan el toque Bond de esta interpretación del tema principal realizada en un directo de ambos (aparece en torno a la mitad del vídeo).
3. Compassionate Leave, su magistral primer episodio. El asesinato de Emma Craven da pie a una investigación criminal que muy pronto escala hacia arriba, a las esferas del poder, pero también es un descenso a los infiernos muy íntimo y personal que quizá no tenga billete de vuelta. El detective Craven, un hombre adusto y de pocas palabras, pasa por varias etapas en esa evolución personal, y la primera de ellas es el silencio que siempre sigue al trauma. El resto de secuencias que componen el primer episodio tras los disparos de escopeta lidian con la pérdida del ser amado, con las gestiones burocráticas que siguen a la aniquilación de una vida. Y luego viene la locura. ¿Una escena a recordar? Craven rondando el dormitorio de su hija muerta. Y todos los objetos que allí encuentra, que detonan la investigación y la trama de la serie.
4. Bob Peck. No les voy a engañar: la presencia de Peck, actor británico curtido en los escenarios, sólo me inspiraba indiferencia y hasta aburrimiento. Su gesto severo e imperturbable, su aspecto simple y falto de carisma, su filmografía poco internacional (a excepción de su aparición en Parque Jurásico)… Sea como sea, me equivocaba. La interpretación de Bob Peck, introvertida como pocas, coge por la solapa al espectador y lo arrastra a través del dolor, la frustración y también el heroísmo del detective Craven. El actor, curtido sobre los escenarios de la Royal Shakespeare Company, metió en el personaje toda su experiencia teatral y sin apenas mover el gesto reflejó perfectamente la búsqueda interior y exterior del protagonista. Y antes de que acabe el primer episodio, ya somos suyos. Peck murió en la primavera del 99 tras una larga lucha contra el cáncer. Tenía 53 años y un brillante panorama por delante.
5. La historia. Edge of Darkness conduce a un laberinto de corrupción empresarial con el miedo nuclear de trasfondo, todo ello durante el gobierno de Thatcher. El guión bebe de miedos racionales e irracionales, del clima de angustia y belicismo que se respiraba en ciertos sectores con la Dama de Hierro. Real o no, porque así es el miedo. De modo que los coletazos ecologistas en los que deriva su trama, que patinarían en manos de cualquier otra serie, aquí funcionan rematadamente bien. Resulta admirable cómo la televisión pública amparó y encajó el golpe al estómago del gobierno conservador que lanza la serie, todo en aras de una programación de calidad. Porque lo de Edge of Darkness no es postureo sino un pataleo sincero, de una angustia visceral con salto hacia el abismo incluído. Un asesinato que deriva en el más que probable fin del mundo y que culmina en una imagen poética, simbólica, de arrebatado misticismo. Una buena historia bien contada, una que habla de la naturaleza humana y el mundo en el que vivimos, lleno de preguntas de difícil respuesta por las que siempre se paga un precio.
6. POR EMMA. Las apariciones fantasmales de Emma, interpretada por un Joanne
Epílogo a todo esto: Por si no les he vendido bastante la moto, en el año 2010 el propio Campbell adaptó la miniserie al largometraje en la eficaz Al límite. La historia original fue sintetizada por el oscarizado William Monahan (Infiltrados), eliminando las referencias políticas y ambientando la acción en el Boston actual, no el Londres de los ochenta. La película fue vendida como el gran regreso de Mel Gibson a la acción, y quizá por eso mismo y su excesiva oscuridad fue un (injusto) fracaso en la taquilla.
Por la ausencia de título español, deduzco la serie o jamás fue emitida en España, o su doblaje se ha perdido. Pueden hacerse con ella en Amazon.uk por cuatro perras (subtítulos en inglés, eso sí).