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'GEO, más allá del límite'

El curso de ingreso es la lucha de los aspirantes por alcanzar su sueño, pero también una batalla psicológica entre los candidatos y los instructores.

El curso de ingreso es la lucha de los aspirantes por alcanzar su sueño, pero también una batalla psicológica entre los candidatos y los instructores.
Amazon Prime Video

Está siendo una de las series-documentales con más tirón en los últimos meses. Incluso la icónica aparición en escena que el río Tajo tiene en la misma se ha convertido en uno de los giros lingüísticos de moda. Se trata de GEO, más allá del límite, que nos adentra en el curso de selección de la unidad de élite de la Policía Nacional, protagonista de las misiones más peligrosas. Pueden leer con tranquilidad, no hay spoilers en el texto.

Es el cuerpo encargado de llevar a cabo buena parte de las operaciones antiterroristas, lidiar con atracos con rehenes, asaltos a buques en medio del mar, secuestros, y de defender algunas de las embajadas de España en los países más complicados del planeta, como Afganistán: sus efectivos tuvieron en verano un papel destacado en la operación de evacuación en el país asiático.

Un ejemplo muy claro. Durante todo el documental hay un instructor que se gana el cariño y el respeto no sólo de los aspirantes sino de los televidentes. Fue uno de los agentes del GEO que estaba el pasado mes de agosto en Kabul. De los que decidieron quedarse en suelo afgano junto al embajador y su número dos y no regresar a España hasta el último avión. Fue uno de los 17 héroes de Kabul.

Pero, volviendo a centrarnos: en el último curso finalizado de acceso al GEO, el que se puede vivir casi en primera persona en la serie-documental, hubo 300 aspirantes. Tras una criba con pruebas físicas, un test de conocimientos, un test psicotécnico y una entrevista personal, sólo cien llegaron al curso de GEO. Es decir, que antes de empezar el propio curso que disfrutamos en la pantalla ya se había eliminado del juego a dos tercios de los aspirantes.

La serie muestra lo que es el curso en sí. Un reto donde todos y cada uno de los aspirantes van a enfrentar a pruebas físicas de elevadísima exigencia y donde se enfrentan, sobre todo, a sí mismos. A su capacidad para superar sus propios límites mentales, los que pueden llegar a paralizar al ser humano en las situaciones más complicadas. Se busca gente que pueda superar y sepa actuar en situaciones extremas.

Uno de los instructores policiales lo explica durante una de sus reflexiones a cámara: "El reto es sacar los demonios internos a cada uno. Hacerles llegar al límite físico y que aprendan a no bloquearse mentalmente en situaciones críticas". "Se les prepara para soportar el frío, el sueño, el cansancio, el hambre y que puedan realizar su trabajo en esas circunstancias", añade pocos minutos de metraje después.

Uno de los momentos más espectaculares llega en el río Tajo. En sus gélidas aguas a principios del invierno. Parece un exceso, pero es una realidad necesaria, pues los asaltos a barcos son una de las misiones del GEO y en cualquier momento podrían caer al mar. "Con la hipotermia llega el miedo a la muerte y eso puede bloquear. Hay que saber gestionar el miedo", explica otro de los instructores.

Todo el curso es una lucha de los aspirantes por alcanzar su sueño, pero también una batalla psicológica entre los candidatos y los instructores. ¿Por qué? Sencillo. El aspirante ve en el resto de los miembros del curso a rivales que le pueden robar su sueño. Cree que según van abandonando el resto él se sitúa más cerca de entrar en el GEO. Pero no es cierto, porque los instructores pueden hacer un cero, decidir que de ese curso de cien no entre nadie en la unidad si no ven a nadie suficientemente preparado. Y ha pasado algunos años, no es un decir.

Los instructores tienen el reto de hacer entender a los aspirantes que no compiten con el resto de candidatos. Sino que tienen que ser parte de un grupo unido y cohesionado, y que debe ser la naturaleza la que derrumbe los peones sobre el tablero de ajedrez y deje solo en pie a las figuras. Es pura selección natural. Y eso es complicado de entender para el que llega para cumplir un sueño tras años de esfuerzo.

Los aspirantes piensan a corto plazo. Los instructores, a largo. Saben que el éxito de su instrucción se basa en personas cualificadas pero que tienen interiorizado que el apoyo entre los compañeros y la sincronización entre todos será determinante en el futuro para que una operación policial sea un éxito o un fracaso. El grupo da seguridad. El grupo aumenta la confianza. El grupo permite defenderse mejor.

La serie-documental es, en resumen, un soplo de aire fresco. Durante la presentación de la misma, en la sede del GEO en Guadalajara, el comisario principal y jefe de los GEO en ese momento, Javier Nogueroles, dijo de ella que era "un ejercicio de transparencia, una excelente oportunidad para trasladar a la sociedad española que tenemos una policía moderna, formada, preparada y con una enorme vocación de servicio público, de protección y ayuda a los ciudadanos".

No le faltaba razón, pero la lástima es que hayamos tardado demasiados años en poder entrar en el santuario de uno de los grupos policiales de élite más reputados de nuestro país. En las entrañas del reclutamiento de unos hombres que están hechos de una pasta diferente. Y que haya tenido que venir una plataforma de contenidos audiovisuales estadounidense para llegar a donde ningún medio de comunicación español había conseguido llegar.

Nadie había conseguido hasta ahora introducirse de lleno en el Campo de Instrucción de Trillo porque la Dirección General de la Policía Nacional no lo había permitido, no porque no haya habido interés en los medios de comunicación patrios. Muchos lo han pedido y todos han recibido el no por respuesta. Era un reto imposible. Era el gran secreto del GEO, que ahora ha sido desvelado de golpe para todo el gran público.

Pero igual que se dice una cosa, hay que reconocer otra. La base operativa en Guadalajara –a la entrada de la ciudad según se llega desde Madrid, a pie de autovía A2– siempre ha estado abierta para los periodistas. Allí se han visto y explicado todo tipo de demostraciones y entrenamientos. Y aquí en Libertad Digital lo hemos contado varias veces; pero, claro, nada de eso es equiparable al curso de ingreso que ahora ha visto la luz.

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