Cabecita, cabecita loca
Con la cabecita loca de Charlie Kaufman me pasa como con Sorkin. Me puede echar lo que quiera.
Creíamos que Tenet era la película que nos iba a dejar perplejos (menuda simpleza con ínfulas) y resulta que quien nos ha puesto la cabeza del revés ha sido Charlie Kaufman. Tampoco es que nos sorprenda. Al fin y al cabo, es el guionista de Cómo ser John Malkovich y de esa maravilla que es Olvídate de mí. Con Estoy pensando en dejarlo (Netflix), de la que es guionista y director, tenemos preguntas sin respuestas (si es que nos las llegamos a hacer) y una película inquietante que no sabes a dónde va. Hay un sótano en la casa. La protagonista (Jessie Buckle, la Lyudmilla de Chernobyl, la mujer del bombero) dice a su novio que nunca ha tenido sótano, pero ha visto películas. Y como nosotros también hemos visto muchas películas imaginamos cosas que pueden pasar en un sótano. Ella no es rubia, pero sabemos que una rubia no debe bajar a un sótano, por ejemplo. En otro momento, está comiendo un tronco de Navidad y pensamos si no la estarán envenenando. Entonces da de comer a su novio. A otra cosa.
Estamos perdidos, no sabemos de qué va la película. Si habrá asesinatos, si habrá amor, si habrá ardillas cantarinas, yo qué sé. La película de Kaufman es imprevisible hasta en las conversaciones culturales (Una mujer bajo la influencia, Tolstoi, Wordsworth, Oklahoma, Pauline Kael… Todo son referencias reconocibles salvo el anuncio del helado). También es imprevisible en lo que son las personas, en su edad cambiante, en su comportamiento (el de los padres de Jesse Plemons, Toni Collete y David Thewlis, es tan perturbador que no entendemos que alguien quiera llevar a su novia a que los conozca). Dudamos si las personas que salen son distintas o son la misma. Si lo que pasa es lo imaginado por una sola persona. Pero sabemos que una persona es su familia y su pasado. El argumento: Jake invita a su novia a casa de sus padres a una granja en el quinto pino donde no deja de nevar. Ella tiene que volver por la noche porque debe escribir un ensayo. O lo que sea que tenga que hacer porque a cada rato su profesión es distinta. Física, camarera, poeta, pintora. Y su nombre también cambia. Por la voz en off de ella pensamos que está pensando en romper la relación. Pero nada es tan sencillo.
Jesse Plemons, quien llamó la atención por primera vez como Landry Clarke en Friday Night Lights, se ha hecho un carrerón. En Breaking Bad, en Fargo, en Black Mirror, en El irlandés, en Estoy pensando en dejarlo, thriller psicológico del que cualquiera puede hacerse su película, sin olvidar que está basada en un libro, I’m thinking of ending things, de Iain Reid. Pero si llegas virgen, la película es sorprendente. Tampoco es que sea fiel del todo al texto. Y claro que una de las opciones es que te parezca un coñazo. Pero es difícil escapar del terror psicológico. O de algo peor, la vida en pareja. O de la estupefacción que causa el perro. Con la cabecita loca de Charlie Kaufman me pasa como con Sorkin. Me puede echar lo que quiera, que aunque vea costuras lo normal es que también me gusten las costuras.
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