Crítica de 'After Life' temporada 2: risas camino del cementerio
Ricky Gervais dirige, escribe y protagoniza After Life en Neflix.
En la segunda temporada de After Life, la ¿comedia? de Ricky Gervais ya estrenada en Netflix, no pasa casi nada. Pero eso es precisamente lo que convierte esta serie en algo importante.
Tras fallecer su esposa debido a una enfermedad, Tony (el propio Gervais) decide hacer y decir lo que le dé la gana, un fiel reflejo de la locuacidad áspera y retorcida del propio cómico británico exhibida en series como Extras, The Office o la gala de los Globos de Oro. El protagonista sigue viviendo en su pequeña ciudad (ficticia) de Tambury, luchando con el mismo cartero, entrevistando friquis de su pueblo para el periódico local, visitando a su padre en la residencia, recordando a su esposa a través de vídeos domésticos.
La nueva tanda de episodios de After Life narra, simplemente, un puñado de días más en la vida de Tony y las personas que le rodean en la pequeña comunidad británica. No hay más sorpresas que contar (o quizá una, pero no lo haremos). Desarrolla más, eso sí, personajes secundarios como el de su cuñado Matt (Tom Masden) y el imposible psiquiatra que le atiende (Paul Kaye), o Pat el cartero (Joe Wilkinson), que por fin encuentra la manera de colarse en su casa. El cómico británico vuelve con todos ellos a caminar por una delicada línea mezclando ironía, obscenidad, ternura y tragedia con la historia del viudo indeciso, incapaz todavía de dar más que pasos tímidos hacia delante. El humor incómodo de Gervais, consistente en conversaciones balbuceantes y hostiles recitadas en un tono aparentemente monocorde, convive con momentos emotivos, tristes y nostálgicos que, sobre el papel, deberían friccionar absolutamente. No lo hacen.
¿Optará Tony por el suicidio o el alcoholismo o bien por la solidaridad y la posibilidad de un nuevo futuro? Son los dos caminos que se le presentan al personaje, que renuncia a olvidar e incluso se recrea en la muerte de su mujer al tiempo que manifiesta un evidente deseo de seguir viviendo. Gervais decide en un momento dado y cerca ya del final de la serie, a ponerle las cosas todavía más difíciles y subir las apuestas en ese difícil equilibrio entre la comedia y el drama. La tercera temporada está garantizada.
Gervais, como decimos, pisa una delgada línea y ese talento para mantener su pulso firme es precisamente lo que convierte After Life en una propuesta estupenda. Ya sea en su faceta de director, la de guionista o la de actor (la autoría que le imprime es total) Gervais sabe jugar con las condiciones del formato y las que él mismo se autoimpone, convirtiéndolas en herramienta expresiva, del mismo modo que obtiene sustancia emocional del humor más negro y cruel imaginable. Son, al fin y al cabo, solo palabras, con Gervais lidiando con verdades existenciales de mayor calado que un puñado de frases políticamente incorrectas (destinadas a ofender a los que se ofenden fácilmente) y a parodiar la torpeza social de la clase popular británica. ¿Te parece repetitiva After Life? Bueno, así es la vida y así es también la depresión, dice Gervais.
Como un pensamiento cíclico de renuncia y aceptación, o la propia lucha interna del protagonista, Gervais hace de la reiteración en una de las armas fundamentales. Habrá quien se aburra con After Life, en la que Gervais retoma a sus personajes y sus rutinas en el mismo lugar que las dejó y no muestra un aparente ánimo por hacerles evolucionar, pero la serie no hace sino replicar la inevitable y obsesiva rutina (vital, psicológica) de Tony y sus amigos. Y Tony, recuerden, somos todos.
Gervais sabe que dilatar esta experiencia sería contraproducente, así como un excesivo melodramatismo (pese a un par de momentos que van más hacia el drama que la comedia). Y por eso, al igual que la primera temporada, la segunda consiste únicamente en seis episodios que no llegan a la media hora de duración, permitiendo que el duelo de Tony sea soportable. No obstante, los pasos adelante están ahí, sutilmente escondidos para quien quiera encontrarlos. Las risas y las lágrimas, y por qué no, el romanticismo de esta segunda temporada nos deja con ganas de más.
La segunda temporada de After Life ya está disponible en Netflix.
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