En tiempos de coronavirus y streaming tocamos por lo menos a dos fenómenos sociales por semana. Unorthodox es uno de los últimos, cuatro capítulos disponibles en Netflix basados en las memorias personales de la escritora Deborah Feldman, que escapó de una comunidad judía ultraortodoxa en Nueva York para establecerse, libre pero con muchos problemas, en la ciudad de Berlín.
Hay dos razones preeminentes para que Unorthodox se haya convertido en, efectivamente, ese nuevo fenómeno del que habla todo el mundo (al menos, todo el mundo suscrito a Netflix). Uno, el pertenecer a esa estirpe de relatos sobre mujeres oprimidas que tanta aceptación popular tienen en tiempos de reformulaciones de discursos de género… Y dos, y sobre todo, la formidable interpretación de su protagonista, la israelí Shira Haas, que compone una heroína tan valiente y fuerte como vulnerable y menuda, que se echa la serie a sus espaldas con una solvencia propia de una consagrada estrella de cine… o de series. Ver a Esty (así se ha rebautizado a Feldman en la serie) disfrutar por primera vez de la playa, de la música o incluso del sexo resulta verosímil y emotivo gracias a la interpretación de una actriz llamada a más.
Haas mediante, lo cierto es que Unorthodox se beneficia de varias virtudes que también ayudan a darle una dignidad adicional al margen de esos demás "fenómenos" seriéfilos. La decisión de reducir la historia a cuatro capítulos hace que, pese a los flashbacks que explican el fallido matrimonio de Esty (así se llama el personaje basado en las memorias de Feldman) la serie se presente relativamente libre de subtramas, algo ciertamente poco habitual en tiempos de ficciones sobredimensionadas. Y también en beneficio del guión y la dirección, que por otro lado nunca llega a aportar hallazgos visuales potentes, todo se presenta con una tensión digna de un thriller de espías de escenario internacional.
No nos referimos solo al viaje de Brooklyn a Berlín, sino a la evidente persecución a la que someten a Esty dos personajes, su marido Yanki (Amit Rahav, también excelente a la hora de componer un personaje complejo, atrapado y débil) y el imprevisible y peligroso Moishe (Jeff Wilbusch), que no descartan el secuestro o la violencia a la hora de traer de vuelta a la chica. Este juego del gato y el ratón dota a la ya condensada narración de una notable tensión y urgencia, sobre todo en sus dos primeros episodios, que dotan al drama de cierto suspense, como un thriller destinado a capturar al espectador.
No obstante, y en sus pasajes finales, Unorthodox se descubre como un entramado más convencional de lo que parece. La heroína va superando pruebas hasta revelar su verdadero ser como si en un drama de superación deportivo se tratase, permitiéndose una serie de facilidades obvias y hasta sentimentales. No resulta un inconveniente, en tanto la serie lo viste todo con un severo comentario social sobre cómo las creencias y construcciones religiosas, sociales, modifican y limitan la vida del individuo, y desde luego regalando al espectador con un escenario naturalista y fascinante: el de las comunidades ultraortodoxas de Williamsburgh, con sus hábitos y costumbres y también los prejuicios y miedos que los recorren. No deja de tener su gracia que Esty, en su huida de la comunidad familiar, recale por diversas razones precisamente en Berlín, forzando a sus dos perseguidores a confrontar sus fantasmas culturales. El retrato de dos judíos incapaces de asimilar que Berlín no es lo que fue y sus distintas formas de aproximarse a Esty como elemento de tensión podría ser el gran tema de la serie, tanto o más que el empoderamiento de Esty.
Unorthodox, pese a esos convencionalismos, efectivamente tiene una mayor ambición que la de la típica serie feminista de plataforma online, redondeándose como un producto conmovedor y entretenido, no solo coyuntural. Y, de nuevo, saluden a Shira Haas como la gran estrella en la que debe convertirse.