La pesadilla del hispano-estadounidense Pablo Ibar comenzó un 27 de enero de 1994, cuando se encontraron en Florida los cuerpos acribillados de Casimir Sucharski, dueño de un club nocturno, y dos mujeres de 25 años, Sharon Anderson y Marie Rogers. Ibar, hijo de un pelotari vasco emigrado a EEUU, fue detenido y hallado culpable de las tres muertes ese mismo año, y lleva reclamando un juicio justo desde entonces, casi un cuarto de siglo.
Condenado a muerte en EEUU tras una cadena de sucesos, Ibar, que ahora tiene 46 años y lleva en el corredor 16 de los 25 que lleva preso, consiguió este mismo año eludir esa decisión "in extremis". Fue el pasado mes de mayo, cuando un jurado muy dividido decidió adjudicarle la cadena perpetua en lugar de la pena de muerte. Pablo Ibar ganó tiempo, pero según su entorno todavía no se ha hecho justicia.
La esperanza es que una futura revisión del juicio acabe por exonerarle totalmente del brutal crimen, después de haber pasado toda su juventud y vida adulta entre rejas. Pero de momento es eso, una esperanza. Ibar sigue en la cárcel y así seguirá al menos una larga temporada.
Un vídeo de seguridad grabó a dos asaltantes, dos rostros borrosos y cubiertos por distintas prendas, asesinar a balazos a las tres víctimas. Las imágenes que fueron distribuidas por la Policía, y que derivaron en la detención del español-estadounidense, según su defensa no ofrecen una identificación clara.
Una investigación pobre, interrogatorios sin abogados, un juicio parcial, una familia sin recursos para pagar un proceso con garantías, un abogado incompetente y sí, finalmente una sentencia brutal. La de Pablo Ibar, que siempre se declaró inocente, ha sido una cadena de decisiones y hechos desafortunados desde el principio. El primer juicio se reveló incapaz de determinar un veredicto, un segundo resultó nulo y el tercero, el del año 2000, finiquitó con todas las esperanzas de Pablo y concluyó con una condena a muerte que solo recientemente ha logrado esquivar.
El resultado en todo caso es una vida entera en la cárcel y una lucha constante, en ocasiones contrarreloj, para al menos eludir la pena capital que la Fiscalía desea adjudicarle a toda costa. Por el camino, imágenes de una vida que debería ser mejor: Ibar se casó en la cárcel con su novia de la adolescencia, Tanya Quiñones, hace 20 años, y ha logrado mantener el contacto con su familia a duras penas.
Este otoño Movistar+ refleja su historia con En el corredor de la muerte, un proyecto ambicioso dirigido por Carlos Marques-Marcet (10.000 kilómetros) que se estrena este 13 de septiembre. El popular Miguel Ángel Silvestre encarna a Pablo Ibar en una serie de 4 capítulos centrada en el proceso judicial, su estancia en la cárcel y su relación con Tanya, encarnada por Marisé Álvarez.
La serie supone el regreso de Silvestre tras una larga estancia en Estados Unidos, donde ha protagonizado la serie de culto Sense 8 para Netflix. Marqués-Marcet se ha rodeado además de un equipo técnico y artístico de primera (procedente de la serie Fariña, una de las producciones televisivas más aclamadas de la historia española) para plasmar una historia real de plena actualidad y que está lejos de finalizar.