"Creo que acaba de ganar 20 millones de dólares", dijo el senador Pastore a Fred Rogers cuando este compareció ante el Subcomité de Comunicaciones del Senado en 1969 para que esos 20 millones fueran a la PBS (más o menos la televisión pública americana) y la Corporation for Public Broadcasting. Algo propuesto por Lyndon B. Johnson y que Richard Nixon quería dejar en 10 millones (por la guerra de Vietnam). Fred Rogers, el anfitrión del programa Mister Rogers’ Neighborhood, lo convenció de la necesidad de la educación social y emocional que la televisión pública proporcionaba. Era un pastor que tras ver que su iglesia en Pensilvania se quedaba corta para predicar el bien, se decidió por el poder de la televisión. Viendo la violencia que había en la televisión estadounidense de finales de los 60, estaba convencido de que había que alejar a los jóvenes de esa violencia y educar a las siguientes generaciones.
Hace unas semanas, Movistar + estrenó ¿Quieres ser mi vecino? (2018), documental de Morgan Neville sobre este importantísimo comunicador bastante desconocido por aquí. Al fin y al cabo, no es nuestra infancia. Al principio de cada capítulo, Fred Rogers entraba en casa cantando "Won’t You Be My Neighbor?" (¿Quieres ser mi vecino?’), dejaba el abrigo, se ponía unas zapatillas y una chaqueta de punto. Una está en el Smithsonian, lo que da idea de su importancia como fenómeno cultural. En octubre se estrenará la película que sobre el personaje ha hecho Tom Hanks. Y parece que Jim Carrey se inspiró en Fred Rogers para ‘Kidding’.
En la sesión del subcomité, Rogers recitó su canción ‘What Do You Do with the Mad that You Feel?’. O sea, qué hacer cuándo estás enfadado. Que cuando has planeado hacer algo malo, puedes cambiar y hacer otra cosa. "Creo que es maravilloso. Parece que acaba de ganar 20 millones", dijo Pastore, que no tenía ni idea de quién era Rogers. De lo que hacía. Mister Rogers’ Neighborhood se creó en 1966. En 1968 debutó en la PBS y el último capítulo se grabó en 2000. Pero la PBS siguió emitiendo programas originales hasta agosto de 2001.
Fred Rogers (1928-2003) era fundamentalmente un hombre bueno. "No creo que nadie pueda crecer hasta que no lo amen por ser exactamente quien es". Claro que el vecindario de Mr. Rogers era el lugar ideal. Nada malo podía pasar allí. Podía pasar fuera (el asesinato de Bobby Kennedy o el estallido del Challenger) y él trataba de transmitir cómo vivir en un mundo que podía ser espantoso pero que había que mantener. Tratando a los niños como niños pero no como idiotas necesitados de una protección especial. Y si nada malo pasaba en su vecindario, nada malo pasa en el documental. El tipo bueno de la tele con sus marionetas era el tipo bueno en la vida real ("era como si Jesucristo fuera nuestro padre", dice uno de los hijos). Se preguntó siempre si había hecho lo suficiente.
En Alemania, cinco niños de 14 y 12 años han violado a una joven de 18. La edad penal está fijada en 14, así que los dos de 12 han sido entregados a sus padres después de ser detenidos. Hay quien pide la modificación del Código Penal, pero ni las asociaciones de protección de la infancia ni los jueces están por la labor. Según el presidente de una asociación judicial, la ecuación "más leyes penales, menos delitos" no funciona con los jóvenes. Según el juez Gnisa, "la justicia de menores ha probado que la delincuencia juvenil desciende con misiones educacionales". La mandamás de la asociación de protección de la infancia cree que lo que hay que hacer es "indagar en las causas de ese comportamiento y poner en marcha los procedimientos para estos casos a través de los juzgados de familia y menores". Estos ya no están para ver la tele de Fred Rogers. No hay suficientes Fred Rogers en el mundo.
Tiene razón Clint Eastwood: "La gente dice que deberíamos dejar un planeta mejor para nuestros hijos. Es cierto, pero también es importante dejar unos hijos mejores para nuestro planeta".