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Rosa Belmonte

La madre de Bloody Mary

The Spanish Princess está llena de topicazos españoles sobre la siesta o el frío, aunque se disfruta si suspendes la incredulidad.

The Spanish Princess está llena de topicazos españoles sobre la siesta o el frío, aunque se disfruta si suspendes la incredulidad.
The Spanish Princess | HBO/Starz

Cuando Margaret Beaufort, la madre de Enrique VII, recibe a Catalina de Aragón en Inglaterra le habla en latín. Catalina le dice que domina el inglés. Catalina también dominaba el latín. Pero eso seguramente no lo saben en The Spanish Princess, la serie de Starz que emite HBO (es como la conclusión de una trilogía tras The White Princess y The White Queen). Todo es muy película alemana de los domingos pero de época. No hace falta que aclaren que algunos hechos han sido modificados. Desde luego.

Pero si una suspende la credulidad mientras dure la miniserie puede pasar el rato. Eso sí, siempre que haya sido capaz de pasar el rato con las ‘Reinas’ de José Luis Moreno. Que esto no es Wolf Hall (pueden verla en Amazon). Ni siquiera Los Tudor. A la abuela de sus futuros maridos, Catalina (Charlotte Hope) también le dice que va a bañarse y dormir la siesta (siesta, en español). Y la otra pregunta si eso es una comida. Comparado con el "¿Qué es un fin de semana?" de Maggie Smith en Downton Abbey esto es un chiste de Jaimito. Forma parte de los topicazos españoles. Como el frío que siente la infanta al llegar. Como si en España no hiciera frío. Que tampoco ha llegado a Groelandia. Margaret Beaufort está interpretada por Harriet Walter, que es la malísima Fanny Dashwood de Sentido y sensibilidad. Pero lo mejor del primer capítulo (el único hasta ahora) es Alicia Borrachero como Isabel la Católica, vestida de Juana de Arco y dándole a los moros a caballo como si fuera Arya Stark en la batalla de Invernalia. Alicia Borrachero siempre es un sí, aunque la pongan a hacer el payaso.

Catalina de Aragón (1485-1536) se casó primero con el príncipe Arturo (matrimonio no consumado que duró cinco meses) y cuando enviudó, con Enrique VIII. Pero la cosa no fue tan rápida ni tan fácil. Entre uno y otro matrimonio estuvo en una especie de limbo, no la invitaban a la corte, vivía en Durham House, que era una cochambre, no tenía dinero para pagar a los pocos sirvientes que tenía y a veces escaseaba hasta la comida. La de Catalina con el príncipe inglés era una unión que convenía a las dos casas y a los dos países. También es sabido por todos que, tras 14 años de matrimonio, el divorcio de Enrique VIII de Catalina de Aragón provocó la separación de Inglaterra de la Iglesia Católica. Ella siguió considerándose su esposa legítima y no reconoció a Enrique como jefe de la Iglesia de Inglaterra. Él sólo la reconoció como princesa viuda y la mandó al castillo de Kimbolton, donde murió.

Mucho más allá de esta serie escrita por Helen Childress, Emma Frost, Matthew Graham, Philippa Gregory y Nicky Renna, Catalina de Aragón es un personaje de una entidad mayor que la que nos ha traído el cine y la televisión. Aunque la quinta y última hija de los Reyes Católicos es, junto a Juana, la más conocida. Había sido nombrada por su padre embajadora plenipotenciaria en la corte de Saint James. Discutía sin ningún problema con los embajadores. Según Erasmo de Róterdam, su erudición estaba muy por encima de la de su marido. Si Margaret Beaufort fundó dos colleges de Cambridge, Catalina hizo un viaje en 1518 a Oxford y cenó en Merton College, donde la recibieron como si fuera Juno o Minerva. Recuerda John Julius Norvich en ‘Cuatro príncipes’ (Ático de los libros) lo curioso de que, pese a su muy "cacareado respeto por el estudio y la erudición, Enrique, nunca, ni una sola vez, visitara Oxford o Cambridge".

La hija de Enrique VIII y Catalina fue María I de Inglaterra, que por su escabechina con los protestantes (restauró el catolicismo) fue conocida como Bloody Mary, María la sangrienta. Al morir ella, llegó su hermanastra Isabel I, hija de Enrique VIII y Ana Bolena y la más famosa reina de la historia de Inglaterra con permiso de Victoria Lo que más me gusta es que uno de los mejores cócteles esté inspirado en una nieta de Isabel la Católica. En Alicia Borrachero.

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