Los guionistas de Hollywood, en los WAG, premios de su sindicato, decidieron este año que la mejor serie es The Americans. El American Film Institute (AFI) puso la producción en el vértice de las mejores series de 2014. Vale, era una lista alfabética, pero los críticos estadounidenses, como cualquiera, están rendidos a los espías de los 80. La historia protagonizada por Keri Russell y Matthew Rhys llega a su quinta temporada (la sexta será la última) con más actualidad que nunca gracias a las noticias que relacionan a políticos estadounidenses con Putin y su régimen (tanto al entorno de Trump como al de Hillary). A estas alturas. Pero es mejor la ficción, mucho mejor. La nueva entrega llega a Fox Life la madrugada del viernes a la 1.15 en versión original. En versión doblada, el domingo 26. The Americans nunca ha tenido grandes audiencias, pero sí el favor de la crítica y, además, nuevas plataformas de difusión (entre otras, Amazon y Netflix).
Estrenada en 2013, la serie y empezó a transcurrir casi cuando Con ocho basta acababa. Con Ronald Reagan de presidente de Estados Unidos. Elizabeth Jennings lleva en The Americans vaqueros Calvin Klein como los que Brooke Shields lucía en los anuncios de los 80. En las primeras dos temporadas, la inspiración para Philip Jennings fue Richard Gere en American Gigolo. Pero en la tercera tendía más a Duran Duran. Los Jennings, espías soviéticos en Washington, viven como una vulgar familia americana a principios de los 80 y trabajan para que la URSS gane la (todavía existente) Guerra Fría a la vez que crían a sus dos hijos preadolescentes, Paige y Henry, que en principio no saben nada del trabajo de sus padres. En la quinta temporada, los hijos tienen más protagonismo y la pareja está más unida, aunque él a veces flaquee en el compromiso con la URSS. Ella, nunca.
The Good Wife tenía como excusa de inicio varios escándalos sexuales con políticosde protagonistas: Clinton, Edwards, Mark Sanford y, sobre todo, Eliot Spitzer. The Americans está basada lejanamente en una historia real publicada en 2010 en el New York Times. Bajo nombres falsos, cinco parejas habían formado parte de una red de espionaje rusa (del S.V.R, el sucesor del KGB). Vivían como americanos en Yonkers, Boston y Virginia (los Jennings viven en Falls Church, Virginia, como los de JAG). El escritor Joe Weisberg, creador y productor de The Americans, recibió la propuesta de un productor para convertir esa historia en una ficción seriada. La percha fueron los espías, pero el drama está construido alrededor del matrimonio y la paternidad, asunto que también tiene importancia fuera de la serie, ya que Keri Russell y Mathew Rhys, que empezaron a salir rodándola, tuvieron un hijo hace menos de un año.
No sé cómo acabarán los Jennings. Si en la sexta temporada darán un salto temporal para encontrarse con Trump y esas relaciones locas con Putin. Si los Jennings seguirán siendo espías hoy, cuando en Washington se ha vuelto a no saber qué es verdad y qué paranoia. Pero casi mejor vivir en The Americans que en Veep, con Kellyanne Conway diciendo que los microondas pueden espiar. Hombre, en mi paranoia tapo la cámara del ordenador. ¿Dónde está la del microondas para ponerle un post-it? Qué bien que vuelvan los espías de verdad. Los de ficción.