Carlos Ysbert: "Homer Simpson no es tan español, no es envidioso ni trepa"
El actor es la voz española del patriarca amarillo desde hace quince años, pero también ha sido, entre otros, Tony Soprano o Hank Schrader.
Antes de comenzar la entrevista, Carlos Ysbert (Madrid, 1956) me pregunta por la grabadora: "¿Sirve para grabar una guitarra?". "Recoge bien el sonido de la acústica y de la española", le digo. El actor me cuenta que lleva tocando toda la vida, "pero para mí". "Me encanta la música, es un relajamiento espiritual", añade, y hablamos, antes de entrar en vereda, de rock sinfónico, de country, de jazz, de música brasileira.
Nieto de José Isbert e hijo de María, Ysbert es la voz española de Homer Simpson desde hace quince años, pero también ha sido, entre muchos otros, Tony Soprano, Hank Schrader o Norm. Nos refugiamos del frío en un hotel de Plaza de Castilla. La camarera, cuando se entera de quién es, le pide una foto. Y conversamos:
P: ¿La interpretación se hereda?
R: Sí. La capacidad de meterse en otra personalidad… Se heredan las condiciones, pero la interpretación requiere formación y experiencia. Cuando se vive en una familia de artistas, como es mi caso, se mama de pequeño. Tienes un contacto con la interpretación, sobre todo, con el teatro, de una manera muy distinta. Algo te deja. Pero eso no quiere decir que todos los hijos de los artistas sean artistas, ni mucho menos.
P: ¿Cuándo el Carlos Ysbert actor se cuelga el apellido profesional 'de doblaje'?
R: Fue una casualidad. Estaba trabajando en el equipo de Jesús Franco. Hacía de todo. Me contrataron como ayudante de decoración, pero con Jesús Franco se hacía de todo. Él se lo comía y se lo guisaba: había el guion, la película, la música, el montaje, las vendía…, con lo cual, se aprende mucho de cine. Entonces, en una de sus películas, a la hora de hacer el doblaje, había un lorito, y me dijo: "¿tú quieres hacer este papel?". Yo dije: "bueno, vale, un divertimento más". En los estudios donde se hacía, los Arcofón, había dos figuras legendarias del doblaje: Víctor Agramunt y Jesús Nieto. Me quedé a mirar y me dieron una oportunidad. Poco a poco entré en el doblaje y, a partir de ahí, no he salido.
P: ¿Se siente más cómodo como actor de imagen o doblando? ¿Qué le aporta cada ecosistema?
R: Son palos. En esta profesión hay que tocar todos los palos, pero trabajas donde te dan trabajo. Hay que tener una capacidad de sufrimiento importante en cine y televisión. Hay que tener una capacidad de sufrimiento importante: las repeticiones, las esperas... Mi abuelo decía que a los actores no nos pagan: nos indemnizan. El cine tiene una técnica, la tele otra, el teatro… Para mí, el teatro es lo más completo: el hecho de interpretar en vivo, tener la complicidad con el espectador, comunicar, emocionarse… Es una experiencia que no tiene parangón.
P: ¿Están infravalorados en España los actores de doblaje?
R: Por los propietarios del producto sí; por el público, no. Tenemos el favor del público. La última encuesta que se hizo sobre si la gente prefería la versión doblada o la original, salió con un 90% que la gente prefiere la versión doblada. El público nos valora. Yo lo veo con la voz de Homer: no encuentro más que cariño de la gente. Pero las multinacionales no lo valoran tanto: están en la política de "a ver si me ahorro dinero". Creo que tampoco se valora la labor artística. Es muy raro que te inviten al estreno de una película, por ejemplo, o que para hacer una promoción de una película llamen a un actor de doblaje.
P: ¿Existe el cainismo profesional? Eduardo Noriega, por ejemplo, dijo que era "penoso" que se siguieran doblando películas.
R: Noriega, pobrecito, cuando le crezca la otra neurona del cerebro, dejará de decir tonterías. No se puede ser actor de cine y tirar palos contra tu propio tejado. El doblaje es una industria que ayuda mucho al cine español desde siempre. No sólo con sus instalaciones, sino porque aporta voces a las películas españolas. ¿Imaginas a Amenábar sin haber doblado su última película? No se puede ir contra el doblaje, creo que es un error. ¿Quién le dice a Noriega que, en un futuro, tenga que llamar a las puertas del doblaje? Aparte, otra consideración: el enemigo del cine español no es el cine norteamericano, sino el propio cine español. Lo que tiene que encontrar el cine español es vías de comercialización tan buenas como las americanas. Evidentemente, no puede competir con los presupuestos del cine norteamericano, pero con políticas de ayudas que hay en la UE y con buenas películas…, de hecho, últimamente está teniendo más público que nunca, pero cuando se hacen buenas películas.
P: Usted ha sido en España –entre muchos otros-, Tony Soprano y Homer Simpson, dos de los personajes más importantes de la Historia Universal de las series. ¿Cómo se lleva eso?
R: Cada papel es un mundo, es una cosa instantánea. Ves la interpretación y tienes que transformarte en ese actor. A la gente le choca: ¿cómo puede tener James Gandolfini la misma voz que Homer Simpson? Cuando vea la gente Los Soprano se va a descojonar (risas). Bueno, el director de la FOX en España no quiso que hiciera las dos últimas películas de Gandolfini. Le dije: "oye, me encanta este actor, ¿cómo no me has dado este papel?". Respuesta: "Era una cosa muy seria, y no quería que la gente lo confundiera con Homer Simpson". No me digas eso: lo he doblado durante seis años en Los Soprano, lo mimetizo con la voz, me voy a él.
P: También dobló a Dean Norris en Breaking Bad y La Cúpula. Hablamos de personajes calvos, gordos y con un carácter, perdón por el eufemismo, complejo. ¿Casualidad?
R: No. Cuando los directores de doblaje repartimos los papeles, yo siempre busco dos factores: 1) que la voz vaya con la cara y, si se parece al original, mejor que mejor; 2) las capacidades interpretativas del actor de doblaje. Siempre me han dado personajes controvertidos, que tienen más capacidad de ironía, sarcasmo o mala leche. Son más complicados desde el punto de vista interpretativo. Eso es un halago profesional. Tienes razón: los calvos se me dan muy bien (risas). Me gusta doblar a los actores buenos, independientemente de que sean calvos o no.
P: ¿Qué aporta Carlos Ysbert a Homer Simpson?
R: El actor de doblaje en los dibujos animados aporta más de su cosecha que cuando se dobla a un actor de imagen. El segundo da más pistas interpretativas: te da la voz, por supuesto, que es la partitura. Pero la cara y la mirada te dicen muchas cosas. Es más complicado pegarse al actor original porque tienes que ser menos tú. En el dibujo animado, la expresividad es menor, y eso que Los Simpson son muy expresivos. Tienes el original y el dibujo. Aportas más de ti en las emociones: en las risas, los llantos, el sentido del humor...
P: Dicen que el mejor doblaje de Los Simpson es el que se hace en España.
R: Aquí siempre decimos que es el mejor doblaje del mundo, y los italianos, y los franceses… Sé que se ha dicho muchas veces que el mejor doblaje es el español. Eso es verdad. Pero no he hablado con Groening para que me dijera personalmente (risas).
P: Descríbame una jornada de doblaje.
R: España es el país donde más rápido se dobla y donde más horas se echan. Tenemos jornadas de trece horas, aunque según convenio sea de seis horas y media. Pero hay jornada de mañana y de tarde. Cuando hay prisa, se hace así, y, últimamente, todo va con prisa. Las jornadas son muy intensas. Estas últimas temporadas me ha tocado dirigir Los Simpson, también ahora Castle, y te puedo decir que es intenso. En cada jornada se dobla un capítulo de Los Simpson. Ten en cuenta que en cada capítulo hay entre 40 y 60 personajes. Y tienen colaboraciones muy importantes, de famosos, que están encantados de colaborar.
P: ¿Es cierto que más de un laringólogo hizo su agosto con las actrices que doblaban a Marge?
R: Sí. Tanto Amparo Soto como Begoña Hernando se pusieron malas con el personaje de Marge. Cogieron unos nódulos. Es cuando la voz se estropea y tienes que callarte durante una temporadita. Sin embargo, Margarita de Francia, quizá por su condición de maestra de instituto o porque coloca la voz en un sitio donde no se hace año, no ha tenido, hasta ahora, ningún problema. Cruzo los dedos.
P: Homer Simpson es un tipo muy español.
R: E inglés, y francés, muy europeo. Chino no, en China no tiene éxito. ¿Español? En muchas cosas sí: es un poco zafio, a veces no se acuerda del nombre de sus hijos. El sillón, la cerveza, la televisión…, cuando comparas eso con el prototipo de los españoles, coincide al 80% con una cantidad muy grande de los españoles. Tampoco es un tipo muy culto ni comprometido, salvo para sus cosas, y eso es muy español. Pero no es un personaje envidioso, salvo a Flanders, que le odia. No es envidioso, que es una característica española. Tampoco lo veo un trepa. En la central nuclear, pasa. Por eso, algunas condiciones españolas no le pegan.
P: Abre el periódico, se topa con un escándalo o una burrada de un político, y piensa: este tipo me recuerda a…
R: El jefe de policía es muy español, tan campechano y sin ni idea de nada. Los Simpson es una serie de fracasados. Moe, el de la taberna. ¿Cuántos Moes no habrá en España, con una taberna en la que hay cuatro clientes que no pagan? Hay muchos.
P: Burns y Montoro se dan un aire.
R: (Risas) Pero Burns es un tipo enclenque. Desde el punto de vista de la cara, sí. Pero luego, Burns, aunque tenga tan mala leche, no creo que sea tan sarcástico como Montoro.
P: ¿Cree que sería posible una serie made in Spain como Los Simpson?
R: En España se improvisa todo, se hace todo mucho más rápido. El humor que se hace para televisión no demasiado elaborado, bastante improvisado. Una serie como esta requiere muchos medios, mucho estudio, muchos guionistas. No sé si estamos acostumbrados a trabajar con tanto tiempo. Ojo, que hay cosas que se hacen muy bien, y cosas que se exportan muy bien. Pocoyó, por ejemplo. Pero una serie como Los Simpson, con esa capacidad de generar espacios críticos, con esa creatividad en sus personajes… No estaría mal tener una serie así en España.
P: Finalmente, ¿cómo era su adaptación de la canción "Spider-cerdo"?
R: Yo hice una que respetaba más la métrica. Me curré una por gusto. Una buena adaptación musical es la que se queda con la idea de lo que quiere decir la original, pero mantiene el silabeo. La adaptación que trajeron no respetaba la métrica. Pero, orden de los Estados Unidos: no se toca, todo el mundo tiene que tener la misma versión. Cuando los americanos se ponen borricos… Pero, mira, al final, a la gente le ha gustado.
Lo más popular
-
La cronología de la 'operación Moncloa' contra Ayuso que acredita el acta notarial de Lobato -
El Colegio de Abogados de Madrid pide al Supremo que impute a Pilar Sánchez Acera por la filtración del correo -
Vídeo: Cuando el PSOE decía que "le cuesta creer" que Aldama estuviera en Ferraz -
"Óscar López está metido hasta el cuello en esta operación delictiva e igual puede ir pa'lante" -
Vídeo: El intento de fraude demócrata en Pensilvania
Ver los comentarios Ocultar los comentarios