Más de un año después de lo previsto, Carlos Chaouen (San Fernando, 1974) presentó su último disco, Refugio (Dromedario Récords, 2020), en un concierto celebrado en la sala Galileo Galilei de Madrid. El cantautor andaluz ofreció un show sobrio y generoso, con un repertorio vertebrado por las canciones que conforman su trabajo más reciente.
"Hola, buenas noches. "Qué alegría estar aquí después de tanto tiempo": Chaouen saludó tímido, algo lacónico, a un respetable con hambre de música, sed de cerveza y libre de mascarillas –con la excusa verídica de que se estaba consumiendo–. 35 minutos después de la hora prevista, y acompañado por Juanmi Coyote al bajo y por Abraham Olmo a la batería, el convocante arrancó con potencia y electricidad, soltando, de una tacada, las enérgicas "Los que haremos rock&roll", "Tú y yo" y "Alzando el vuelo". Como ya se ha mencionado, el repertorio de Refugio fue el primer espada del concierto, y no fue hasta la sexta canción cuando llegó un clásico: "Este querer".
Haciendo "cambios de mobiliario", Chaouen intercaló paisajes sonoros eléctricos y acústicos. En uno de estos sonaron "Divina-mente", la, según dijo, inédita en directo "Canción plegaria", o la muy coreada "Pintando el cielo". También fueron interpretadas, entre muchas otras, "El cielo aquí", "El loco de la noche" o "Hambre y sed". El menú musical que ofreció el artista isleño fue carnívoro, luminoso y optimista. Con sus canciones, ofreció un refugio efectivo contra "el miedo, la inseguridad o la incertidumbre", como declaró hace unos meses a LD, y satisfizo a su tropa de admiradores un tipo que se pasa la vida "buscando un enigma, / pintando en el cielo". En este caso, el cielo de Madrid.