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Jesús Fernández Úbeda

Fito & Fitipaldis y la búsqueda imprescindible del matiz

La banda de Fito Cabrales publica nuevo álbum, Cada vez cadáver, un trabajo más que notable y oscuro, con sustancia musical y poética.

Portada de 'Cada vez cadáver', nuevo álbum de Fito&Fitipaldis | Warner Music

Amén de un director de cine extraordinario, Paolo Sorrentino es un literato fabuloso. Recomiendo con el mismo fervor con el que celebro las derrotas del Barça la primera novela del cineasta italiano, Todos tienen razón (Anagrama, 2010). Ésta arranca con el largo monólogo de un personaje, el maestro Mimmo Repetto, que, por su centésimo cumpleaños, enumera las personas y cosas que no soporta: "Los niños caprichosos y ombliguistas", los parisinos, los ciegos, "los de miras amplias, tolerantes y desprejuiciados". "Ni siquiera –remata– a mí mismo. Sobre todo a mí mismo. Sólo soporto una cosa. El matiz".

A Fito & Fitipaldis se le ha tildado, y no pocas veces, de banda monótona. Fito Cabrales y sus escuderos son, en cierto modo, la antítesis de Enrique Bunbury. Grosso modo, mantiene un discurso sonoro conservador, experimenta poco y arriesga menos. Es excelente en lo suyo, ejecutando un rock&roll hibridado, según toque, con el blues, el rockabilly, la balada, el jazz o el pop. Y, si bien se puede apreciar una evidente evolución musical y lírica desde que, en 1998, el exvocalista de Platero y Tú publicara A puerta cerrada, y, en especial, desde que incorporara a su tropa al guitarrista Carlos Raya, en su discografía no hay volantazos traumáticos, guiños inesperados ni nuevas sendas abiertas.

Mas, si el oyente acude a la búsqueda del matiz, apreciará que, ya en su penúltimo álbum, Huyendo conmigo de mí (2015), el compositor vasco profundizó en su intimidad y en sus sombras, manifestando en sus canciones una mirada más dura, arrugada y desesperanzada. Un aullido más feroz, amargo y urgente. Y esa gravedad privada, esa sensación de que "quizá para empezar ya sea tarde" porque "quizá desde el principio fuera tarde", esa pelea con los demonios del yo, se ve incrementada en su nuevo LP, Cada vez cadáver, publicado el pasado viernes, producido por el citado Raya y que servirá de percha para –por fin– celebrar una gira en 2022.

El vino sonoro que sirven los Fitipaldis en su último trabajo es reposado, fuerte y sobrio. Arranca el álbum con la pieza que le da nombre: "Eh, vosotros que me veis, / decidme quién soy yo". En "Cada vez cadáver", hay una especie de búsqueda de identidad resignada: "Nunca fui lo que no pude ser / y pudiera ser que sólo soy lo que he podido". Se incrementan las revoluciones con "Cielo hermético", con una melodía muy J. J. Cale y un estribillo de rima esdrújula. En la más amable "Fantasmas" hay un guiño a Sabina, y "A quemarropa" es un canto furioso al amor verdadero, como la más relajada "Transporte", versión de Jorge Drexler y con la que se remata el disco. "Las palabras arden", balada bluesera, quizá sea la pieza que condense la esencia de la obra: "Tuve media vida para equivocarme / y ahora estoy sentado en medio del camino / al cantar no sé si quiero confesarme / o me da lo mismo".

En definitiva, siete años después, Fito & Fitipaldis ha publicado un álbum más que notable, con sustancia musical y poética, y que, como ya se ha apuntado, será celebrado con una ristra de conciertos por la geografía nacional –sin duda, tienen uno de los mejores directos del mundo–. En "A morir cantando", Cabrales canta: "Esta tierra es fría y gris / pero ya irá floreciendo. / Sé que para ser feliz / hay que intentar parecerlo". Aparentemente, él ha dejado de hacerlo en sus discos, pero mientras siga pariendo buenas canciones, desde el punto de vista artístico, ¿qué más da?

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