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Rocío Jurado, la voz poderosa de la copla...y también de la balada

Hija de un zapatero y un ama de casa, escuchó de ellos desde muy niña los primeros cantes, que influyeron en su futuro profesional.

Rocío jurado | Cordon Press

Al cumplirse el décimo quinto aniversario de la muerte de Rocío Jurado este 1 de junio, pergeñamos esta condensada biografía. Que, por muy extractada sea como ahora la nuestra, precisa del rigor, comenzando por la fecha en la que nació el personaje. En el caso de María del Rocío Trinidad Mohedano Jurado, por absurdo que a estas alturas parezca, tiene sus contradicciones. La propia interesada alimentó esas dudas. La mayoría de esos textos, entre libros, periódicos y revistas admiten que vino al mundo el 18 de septiembre de 1944, en el número 11 de la calle de Calvo Sotelo, de Chipiona. Me he permitido, hace tiempo, rebatirlo al asegurar que fue en 1942, lo que publiqué en 2010 en Los grandes de la copla (Alianza Editorial) nadie me ha obligado a rectificar. Pero eso es lo de menos. Era la mayor de tres hermanos, hija de un zapatero, Fernando y un ama de casa, Rosario, de los que escuchó desde muy niña los primeros cantes, que influyeron en su futuro profesional.

Como se ha contado infinidad de veces cómo ganaba concursos de radio, cantiñeaba en fiestas familiares y ayudaba a su padre entre pespuntes y remates de botos camperos, y con el progenitor ya muerto ayudando a salir adelante recogiendo fruta, damos un salto en su itinerario situándola en Madrid el año 1961. La acompañaba su madre. Con la ayuda de Concha Fernández, viuda de un banderillero apodado El Yoni, consiguieron una cita con la más grande de la copla, que esa sí lo fue de verdad: Concha Piquer.

Se ha contado muchas veces la anécdota, cuando ésta invitó a Rocío a que le interpretara algunas canciones. Creyendo halagarla, eligió varias de las estrenadas por la artista valenciana, acompañada por el maestro Luis Posadas, habitual con doña Concha en ese cometido. Y ésta, demasiado severa, la despachó con esta frase: "¡Niña, tú lo que tienes es mucha cara!". Salió Rocío de aquella casa del final de la Gran Vía madrileña llorando a lágrima viva mientras su madre trataba de ayudarla.

Lo que ocurrió en adelante fue que la mencionada Concha la del Yoni la recomendó a la gran Pastora Imperio, que tras escucharla y contemplar su cuerpo juncal la contrató en su tablao flamenco El Duende, que dirigía su yerno, el matador de toros Gitanillo de Triana. Pero no para cantar ella en solitario, sino formando parte de un coro. Un guitarrista del tablao, Paco Aguilera, influyó para que el director de la casa Columbia fuera a escuchar a Rocío, quien complacido le firmó su primer contrato discográfico. Tengo un ejemplar de ese debut, donde aparece el rostro de la gaditana anunciada simplemente como Rocío, sin apellido. Fechado en 1962 con piezas de Ochaíta y Valerio. Una grabación que pasó sin pena ni gloria, pero no la siguiente, donde apareció el que puede considerarse el primer éxito de la chipionera: "Rosa y aire".

Estrella de cine

Rocío Jurado tenía grandes condiciones para el flamenco pero hubo de incluir en sus siguientes grabaciones y en público un repertorio más comercial, con coplas aflamencadas. De nuevo en Madrid el dueño de dos salas, Las Cuevas de Nerja y el tablao Torres Bermejas contó con ella a razón de cuatro mil pesetas diarias amén de alojarla gratis junto a su madre en el hotel Regente de su propiedad, semiesquina de la Gran Vía madrileña.

De la noche a la mañana se convirtió en estrella de cine, al lado de Manolo Escobar en Los guerrilleros, bien entendido que el de Almería era el protagonista. Cuando se estrenó la película, en 1963, Rocío era la figura femenina de "Aquí estoy yo", un espectáculo encabezado por Enrique Vargas, el Príncipe Gitano, donde ella se encaprichó de una zambra que a éste no le entusiasmaba: "Tengo miedo". De Rafael de León y Juan Solano, con quienes Rocío entró en contacto. Manolo Escobar se convirtió en empresario y llamó a Rocío para que figurara en el elenco del espectáculo "Pregón de amores" en el otoño de 1963.

Era el 29 de marzo de 1964 cuando Manolo Caracol la anunciaba cara al público de su tablao Los Canasteros, como una gran promesa del cante. Y lo demostró, Pero al finalizar aquel corto contrato se negó a renovarlo. ¿Razones? El bronco genio del flamenco quiso abusar de ella. Se le encendió la mirada tratando de abrazarla impetuosamente una noche, pero ella logró desasirse.

Las grabaciones discográficas siempre fueron decisivas para los cantantes; como una tarjeta de visita artística. A mitad de la década de los 60 y en adelante, las canciones que la gaditana grababa eran fandangos como "Moreno y bien parecío", de Quintero, León y Quiroga, que también serían sus compositores en muchas ocasiones, y el soneto del citado Rafael de León musicado por Solano "Mi amigo", números imprescindibles en el repertorio de Rocío. Y dada su creciente notoriedad en Columbia la invitaron a grabar éxitos de Concha Piquer. Para aquella fue un reto, recordando aquella escena que nunca olvidó, sintiéndose ofendida. Eran: "Ojos verdes", "No me llames Dolores", "Tatuaje", "Coplas del almendro"…

A raíz de esas versiones Rocío, comparándose con la Piquer, dio en autodefinirse así: "Yo soy más larga". A lo cual, con cierta sorna, Concha Márquez Piquer, hija de la citada, retrucó: "Será que tiene los pies más grandes". Rocío Jurado, creemos entenderla, se refería a que tenía una voz más potente, que utilizaba además con giros aflamencados, ajenos al estilo por supuesto incomparable de doña Concha.

"Rosa y aire" y "Dolo...ooo...res" tenían sello propio de la Jurado, que le brindaron León y Solano. Las zambras, consustanciales con las mejores coplas, contenían un acento dramático que a ella le permitía el lucimiento. Pero, aparte de otros ritmos flamencos como rumbas, Rocío también grabó adaptaciones de rancheras mexicanas y canciones populares de Hispanoamérica, dándoles un giro propio, muy andaluz. Para 1966 le esperaba el estreno de su segunda película, Proceso a una estrella, melodramático argumento salpicado de canciones, que fue la baza para que constituyera un éxito taquillero, cuya banda sonora recogía estrenos añejos de Quintero, León y Quiroga, como "Te lo juro yo".

Al año siguiente apareció como estrella de un espectáculo compartido con otra grande de la copla, Rosa Ferrer, mano a mano. Se disputaron, publicitariamente, quién ganaría ese duelo. La verdad es que triunfaron las dos desde su estreno el 28 de septiembre de 1966 nada menos que en el espléndido marco del madrileño teatro de la Zarzuela. "Coplas del almendro", "Cárcel de oro", "Carmen de España", "Callejuela sin salida", "Rocío", "Silencio cariño mío" y "Canción del olé". Rocío Jurado mostró una gran personalidad en el escenario, su gran voz, presencia grata, bella y elegante.

En el Madison Square Garden

Dio el paso como empresaria, jugándose los cuartos en 1968 en el teatro San Fernando, de Sevilla, con "Rosa y aire", contando en el elenco con el destacado cantaor Enrique Montoya. Y en 1969 daba el gran salto a Nueva York, nada menos que presentándose en el Madison Square Garden, señal de que su nombre no era desconocido para cierto público norteamericano y desde luego ya muy apreciado entre la parroquia hispana de la capital de los rascacielos. Y en 1970 Televisión Española emitía una nueva versión para la pequeña pantalla de Lola la piconera, dramática pieza teatral escrita por José María Pemán, que Juanita Reina había llevado al cine veintitantos años atrás. Rocío incluyó estas canciones: "Callejuela sin salida", "Gitanos", "Como dos barquitos" y la popular marcha que daba título a la trama, cuando en una playa gaditana un pelotón de gabachos la fusila, considerándola traidora, al haber defendido valientemente su patriotismo español. Citada Televisión Española no hemos de pasar por alto lo que sucedió una noche al presentarse para actuar con un vestido de pronunciado escote. Una importante dama llamó a Prado del Rey manifestando su disgusto por aquellas imágenes. Y el censor inmediatamente buscó un chal que colocaron sobre los hombros de la cantante; chal que sirvió para otras ocasiones y otros artistas. Aquello ocurría todavía en la España de 1972.

Una novedad en Rocío Jurado fue estrenar en el otoño de 1970 un espectáculo encabezado por la reina de la revista musical Celia Gámez: "Fiesta". Un Su nueva aparición cinematográfica en 1971, Una chica casi decente, resultó un fiasco. Apareció un nuevo álbum conteniendo "Un clavel, un rojo clavel", y "Cuchillo y espada". Año en el que representó junto al galán Máximo Valverde la comedia costumbrista de los hermanos Álvarez Quintero, Cancionera. Por entonces ya programaba viajes a la América hispana, sobre todo a México y Argentina, donde se la idolatraba. En ese último país grabó algunas películas para una cadena de televisión inéditas en España: La zapatera prodigiosa, De España al cielo, Aquellos tiempos (basada en la zarzuela La corte de Faraón) y Lola Montes.

Baladas de Manuel Alejandro

Es a partir de 1973 cuando se produce un cambio singular en su estilo, aunque nunca iba a renunciar a sus raíces flamencas, andaluzas. Fue al grabar baladas como "Soy de España". Larga estancia en México después. Y cuarta película, dirigida y protagonizada por Fernando Fernán-Gómez junto a ella, La querida, inaguantable folletín estrenado en 1976, con secuencias eróticas que nada ayudaron a que Rocío obtuviera los plácemes del respetable.

Finalizaba ya la primavera cuando en mayo de ese mismo año se casó con el boxeador Pedro Carrasco, con quien en 1977 fue madre de su única hija, llamada como ella. Y más discos, tanto con temas de Quintero, León y Quiroga como de su nuevo compositor, Manuel Alejandro, con el que inauguró una etapa musical diferente; baladas emparentadas con la copla. "A que no te vas", "Se nos olvida"…

Alejandro le había escrito una canción dedicada a Rosario, la madre de Rocío, fallecida en 1978, tema que en adelante le costaría interpretar, porque siempre lloraba sin poder controlarse: "Algo se me fue contigo". El autor jerezano fue un pozo de inspiración siempre lleno de sorpresas, pensando en la voz extraordinaria de Rocío, que haría de esos temas auténticas creaciones inimitables: "Lo siento mi amor", "Si amanece", "Vete ya", "Mi amante amigo", "Quisiera morir contigo", "Señora", "Ese hombre", "Como yo te amo". Ya en la década de los 80 daba a conocer composiciones de autores más jóvenes como José Luis Perales, José Luís Armenteros, Luís G. Escolar… Disco en el que destacaba "Como una ola". Periodo en el que llegó a actuar en la Casa Blanca ante el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan; intervino en la banda sonora de "El amor brujo", filme de Carlos Saura, con quien volvería a coincidir en la película "Sevillanas". Se separó de Pedro Carrasco en 1989, matrimonio anulado luego en 1994. Con una segunda boda en 1995 con el matador de toros José Ortega Cano.

"La más grande"

La década de los 90 significó ya la total consagración de Rocío Jurado, que ya en la anterior había demostrado ser una artista versátil que actuaba, en vez de con la típica bata de cola, con vestidos y trajes de noche de firma. Ciertamente no siempre iba favorecida. El acontecimiento artístico de la Expo de 1992 fue "Azabache", donde Rocío fue la indiscutible estrella. Un representante artístico italiano tuvo la ocurrencia de motejarla como la más grande. Excesivo e inadecuado sobrenombre. Ella era una diva, desde luego, pero no llegaba en su vida a cometer el pecado de soberbia. Que a finales de 1993 comenzó a rodar una nueva versión de La Lola se va a los puertos, según la obra teatral de los hermanos Machado: resultó descafeinada, salvándose sólo la banda sonora con las canciones de su protagonista.

Cuanto ocurrió después, entre más viajes, actuaciones y discos, ya se escapa de nuestro trabajo. Añadimos que en 1999 adoptó dos hijos colombianos de común acuerdo con su segundo marido. Y con el nuevo siglo, el drama. Fue diagnosticada en 2004 con una grave enfermedad, que resultó incurable. Se despidió de sus millones de admiradores con una actuación sensacional, a dúo con varios artistas la mayoría más jóvenes, en Televisión Española, que la emitió el 10 de enero de 2006. La cerró interpretando emocionada "Como yo te amo". Falleció a las cinco y cuarto de la mañana del 1 de junio de 2006, siendo enterrada siguiendo sus deseos en el cementerio de Chipiona, su ciudad natal.

El legado artístico de Rocío Jurado puede resumirse como el de una cantante que potenció la canción popular cuando ya no estaba de moda, aportando la intensidad, a veces dramática, de una voz extraordinaria. Vendió treinta millones de discos. Y entró en la leyenda eterna de la copla. En su recuerdo, estos versos que le escribió su paisano gaditano Rafael Alberti, con aire de fandango inmortal:

Quédate en el sueño
para siempre y no te vayas
Rocío del Mar de Cádiz
faro que nunca se apaga.

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